Parece increíble, pero estos dos países comparten similitudes extraordinarias que los hacen estar en el ojo del huracán de la humanidad.
Ambos son países diminutos, El Salvador está ubicado en Centroamérica con una superficie de solo 21.040 kilómetros cuadrados, mientras que Israel está ubicado en el Medio Oriente con apenas 22.145 km2. Ambos tienen una importante densidad poblacional, de 301 habitantes por km2 y 438 habitantes por km2 respectivamente.
Ninguno de ellos vive de recursos naturales que les haya provisto la Providencia, es decir, han tenido que partirse el lomo para progresar. En ambos casos se les ha catalogado como violadores de los derechos humanos; en cuanto a El Salvador, su presidente Nayib Bukele ha realizado una de las gestas más asombrosas de los últimos tiempos al rescatar a su país de las garras de la Mara Salvatrucha, grupo terrorista extendido internacionalmente dedicado a la extorsión, narcotráfico, contrabando de armas, blanqueo de dinero, proxenetismo, secuestro, robo, asesinatos por encargo, entre otras variadas violaciones a los derechos humanos y que se han extendido a EEUU, Canadá, México y Centroamérica, entre otros.
Estas organizaciones terroristas habían aplastado a El Salvador en las últimas décadas, donde prácticamente todos los empresarios, comerciantes y la sociedad en general debían pagar “vacuna” para poder emprender, comercializar o simplemente vivir.
Por supuesto, la forma de enfrentar esta gravísima situación delictiva debía romper los moldes de lo habitual, tenía que utilizar métodos radicales e inflexibles en defensa de los derechos humanos de las víctimas, que son la inmensa mayoría del pueblo salvadoreño, pero que una parte del mundo critica en función del maltrato a los terroristas.
Junto a Yusef Bukele, hermano del presidente salvadoreño, durante la convención de líderes musulmanes y judíos celebrada en Buenos Aires en junio de 2023
En el caso de Israel, los diferentes gobiernos, fundamentalmente el liderado por Benjamín Netanyahu, también ha tenido que liderar batallas heroicas contra los Salvatruchas del Medio Oriente, pero estos están impregnados de una ideología que los hace más peligrosos, ya que la muerte por matar judíos se recompensa con 72 vírgenes impolutas que los esperan con gozo, y a su vez las familias de los terroristas se ven recompensadas económicamente de por vida.
En cuanto a los actividades de esos grupos terroristas como Hamás, Yijad Islámica, Hezbolá, ISIS entre otros, pudiéramos decir que es un calco de los Salvatruchas, donde el narcotráfico, el lavado de dinero y de activos los hace inmensamente ricos para seguir robusteciendo sus organizaciones, haciéndolas con más armas poderosas y tecnología de punta.
Aunque parezca insólito, en ambos casos, tanto El Salvador como Israel, libran una batalla existencial diaria, y además están sometidos al escrutinio constante de organizaciones de derechos humanos que parecen defender con más tenacidad los derechos de los victimarios que los de las víctimas.
Por ejemplo, aunque parezca un mal chiste, Israel ha sido acusado por Sudáfrica de ser un Estado genocida ante la Corte Internacional de Justicia, con ocasión de las represalias en pleno desarrollo contra Hamás por la masacre perpetrada por este ente criminal el pasado 7 de octubre. Israel está en franco avance para acabar con la amenaza que representa ese grupo terrorista para la tranquilidad de una vida normal en el sur y en todo Israel.
Por otro lado, otra de las coincidencias importantes entre ambas naciones es que Nayib Bukele tiene ascendencia palestina por parte de su padre Armando Bukele Kattan, y a tal efecto expresó y cito: “Como salvadoreño con ascendencia palestina, estoy seguro de que lo mejor que le podía pasar al pueblo palestino es que Hamás desaparezca por completo. Esas bestias salvajes no representan a los palestinos”.
Compartí en junio pasado con el hermano de Nayib Bukele, Yusef Bukele Ortez, en una convención de líderes musulmanes y judíos organizada por el Congreso Judío Mundial y la Liga Mundial Islámica en la ciudad de Buenos Aires, patrocinada por el Congreso Judío Latinoamericano. Inclusive compartí con Yusef el mismo grupo de trabajo, y lo vi muy comprometido con sus ideales, sus tradiciones y las ganas de estrechar lazos de fraternidad y compañerismo; incluso vinieron dos mujeres dirigentes desde Arabia Saudita para esta importante reunión.
Si la familia Bukele, de ascendencia palestina, está tan clara, al igual que nosotros, pues nos toca seguir trabajando para esclarecer, educar, dar a conocer, para crear lazos de confianza, de amistad, de vida, compartiendo saberes, siempre en búsqueda de la fraternidad, un valor escondido en un rincón que debemos desempolvar para que respire aire fresco.