Solo los periodistas cuya ideología está en consonancia con la nueva ortodoxia están protegidos de recibir amenazas, afirma Bari Weiss, quien acaba de renunciar al famoso diario
Jerold S. Auerbach*
El New York Times parece haber alcanzado un nuevo punto bajo. Es cierto que su sesgo liberal tiene una larga historia, a pesar del lema insertado en la parte superior de la primera plana por el editor Adolph Ochs hace más de un siglo: All the News That’s Fit to Print («Todas las noticias dignas de imprimirse»)
Pero «dignas de imprimirse» se convirtió en un estándar altamente subjetivo, que se adapta a la visión restringida de «dignidad» del Times. El Holocausto, por ejemplo, no cumplió ese criterio, para que el Times no fuese visto como un periódico «judío» durante la Segunda Guerra Mundial.
Los tiempos cambian, pero el Times no.
En una sorprendente muestra de integridad e independencia, Bari Weiss, editora de la sección de opinión, renunció a su cargo el 14 de julio y, como corresponde a cualquier buen periodista, hizo público el motivo de su decisión. Ella fue contratada hace tres años, contó, «con el objetivo de incluir voces que de otra manera no aparecerían en sus páginas»: entre ellas las de los conservadores «que naturalmente no pensarían en The New York Times como su hogar».
Incluso sus colegas la acosaron: Bari Weiss (Foto: quillette.com)
Weiss se tomó en serio su responsabilidad. Entre la amplia gama de temas que cubrió estuvieron la académica y escritora feminista Ayaan Hirsi Ali, la novelista palestino-estadounidense Zaina Arafat, Monica Lewinsky, y el agente libanés-estadounidense del FBI Ali Soufan. En el proceso, descubrió que la «verdad» en el Times era «una ortodoxia conocida por unos pocos ilustrados cuyo trabajo es informar a todos los demás».
Weiss pagó un precio por su «pensamiento equivocado». Acosada por colegas que la llamaron «nazi» y «racista» por «escribir otra vez sobre los judíos», fue calificada como «mentirosa» y «fanática» (revelando ellos, así, su propia intolerancia). Algunos compañeros de trabajo pensaban, extrañamente, que debía ser «desarraigada» para que el Times fuera verdaderamente inclusivo. Este en el mismo periódico que recientemente despidió al editor de opinión James Bennett, por permitir al senador Tom Cotton (republicano por Arkansas) abogar por una respuesta militar a la ola de disturbios cívicos a raíz del asesinato de George Floyd por la policía de Minneapolis. Sin embargo, un artículo de opinión de Peter Beinart que pide el fin de Israel como Estado judío fue incluido recientemente en la página de opinión.
La crítica de Weiss al Times es demoledora. La verdad «no es un proceso de descubrimiento colectivo, sino una ortodoxia ya conocida por unos pocos iluminados cuyo trabajo es informar a todos los demás», de una manera «moldeada para satisfacer las necesidades de una narrativa predeterminada».
Llegó a comprender que «la curiosidad intelectual, y mucho más asumir riesgos, es ahora un lastre en el Times«, donde los artículos de opinión deben ser «ideológicamente kosher». Solo aquellos “cuya ideología está en consonancia con la nueva ortodoxia» están protegidos de recibir amenazas, seguidas del despido. Si un texto no promueve causas «progresistas», se publicará «solo después de que cada línea se revise, negocie y reciba una cuidadosa advertencia». Aunque la mayoría de las personas en el Times, cree Weiss, no son tan rígidas ni de mente estrecha, son «intimidadas» por sus superiores que exigen adhesión a la “línea del partido” del periódico.
La crítica de Weiss al Times es demoledora. La verdad «no es un proceso de descubrimiento colectivo, sino una ortodoxia ya conocida por unos pocos iluminados cuyo trabajo es informar a todos los demás», de una manera «moldeada para satisfacer las necesidades de una narrativa predeterminada»
En esta cultura de conformidad, que se ha convertido en un «nuevo macarthismo», se deben seguir ciertas reglas. Weiss las enumera: «Di lo que piensas bajo tu propio riesgo», nunca vayas «en contra de la narrativa» exigida por el Times, y «nunca le creas a un editor que te inste a ir contra la corriente».
Me llamó la atención su frase final.
Against the Grain (“Contra la corriente”) es el título de uno de mis libros, una colección de textos que recorren mi experiencia como historiador. Casualmente, fue seguido por Print to Fit, an exploration of The New York Times, Zionism and Israel 1896-2016, (“Dignas de imprimir, un escrutinio de The New York Times, el sionismo e Israel 1896-2016), publicado el año pasado. Fui un fiel lector del Times desde 1945, cuando mi padre me mostró la foto de Hank Greenberg siendo saludado por sus exultantes compañeros de equipo tras hacer el jonrón de Grand Slam ganador para los Tigres de Detroit, y me dijo con orgullo que era primo nuestro. Con el tiempo, a medida que mi interés por el béisbol disminuía, me di cuenta de que el Times tenía (y aún tiene) un grave problema judío, claramente visible en su implacable crítica al sionismo y, desde 1948, al Estado de Israel.
Ahora resulta que, como Bari Weiss afirma valientemente y documenta ampliamente, el Times también tiene un problema de integridad. Como ella señala correctamente, la confiada afirmación de Adolph Ochs de que su periódico «invitaría a una discusión inteligente de todos los matices de opinión», ha sido descartada por la ola de corrección política que inunda a su personal. «Todas las noticias dignas de imprimir», revela, se ha convertido en un camuflaje para la intolerancia liberal.
*Historiador y escritor. Su obra Print to Fit: The New York Times, Sionism and Israel 1896-2016 fue designada como “Mejor libro de 2019” por el portal Mosaic.
Fuente: Jewish News Syndicate (jns.org). Traducción NMI.