Ana Jerozolimski*
La razón por la que multitudes de israelíes salieron a las calles por doquier a protestar contra la destitución del ministro de Defensa Yoav Gallant por parte del primer ministro Benjamín Netanyahu, no es solamente el mal momento, antes de un nuevo ataque de Irán, en medio de la guerra. El motivo va más allá y toca uno de los temas más delicados hoy en día en la sociedad israelí: la desigualdad en el reparto de la carga nacional, de la responsabilidad por la defensa del país.
La exención en masa de los jóvenes ultraortodoxos (del sector haredí) del servicio militar obligatorio siempre fue un tema conflictivo que llevaba a serias discusiones sobre responsabilidad ciudadana. Mientras unos se enrolan, otros estudian y reciben subvenciones por ello aunque no aportan a la seguridad nacional. Pero eso se agudizó seriamente desde el 7 de octubre, dado que la guerra se prolonga mucho más de lo pensado —lleva ya más de un año—, y los reservistas reclutados aquel nefasto día de la masacre, los combatientes, llevan ya en general por lo menos 200 días en la reserva, y hay casos que mucho más aún.
El dramático saludo de Yoav Gallant en su alocución de despedida como ministro de Defensa
(Foto: Reuters)
Esto significa ante todo, evidentemente, un peligro a sus vidas. Pero aun sin entrar en ello, aun sin pensar en que pueden morir, está claro que sus vidas quedan totalmente alteradas a nivel familiar y laboral. Y si no hay más reclutados, más recae sobre los reservistas.
Por eso al dirigirse a la nación este martes, pocas horas después de ser destituido, Gallant recalcó que todo joven en edad del servicio militar debe enrolarse, y que él se opone a lo contrario.
Y hay un agravante: mientras esa es la situación en el terreno, porque no hay suficientes combatientes, el gobierno que se la pasa hablando de “juntos venceremos” y de “victoria total”, apoya perpetuar legalmente la exención de los jóvenes del sector haredí, buscando todas las formas posibles de no molestar a los partidos ultraortodoxos —sus socios en el gobierno—, cuyo interés es el estrecho, sectorial, y no el nacional, como si no entendieran la situación creada por la guerra en curso.
Los líderes de los partidos ultraortodoxos actúan como si no supieran lo que está ocurriendo en el país desde hace más de un año. Y Netanyahu no quiere renunciar a ellos
Es importante recalcar que entre quienes cargan sobre sus hombros la pesada responsabilidad de defender al país hay una enorme cantidad de jóvenes religiosos, patriotas, llamados en general “religiosos nacionales”, que no son parte del sector haredí. Son los siempre considerados “sionistas religiosos” (no por el partido de ese nombre, sino por el sector, su forma de vida), que combinan el servicio militar con el estudio de la Torá. Entre ellos también ha habido numerosos caídos en combate. Las kipot en las fotos de los caídos son notorias, y a menudo salen luego los padres de los héroes muertos, en muchos casos rabinos ortodoxos, calificando de vergonzosa la línea del gobierno en cuanto a los partidos del sector haredí.
Los líderes de los partidos ultraortodoxos actúan como si no supieran lo que está ocurriendo en el país desde hace más de un año. Y Netanyahu no quiere renunciar a ellos.
Muchos reservistas sienten que esa línea del gobierno es una traición a quienes arriesgan sus vidas diariamente.
La destitución del ministro de Defensa Yoav Gallant, así se ve en gran parte de la sociedad, es un nuevo intento de perpetuar una situación insostenible para la ciudadanía que aporta y lucha por la seguridad nacional.
*Internacionalista, directora de Semanario Hebreo (Montevideo) y semanariohebreojai.com.
Fuente: semanariohebreojai.com.
Versión NMI.