Rabino Doron Pérez*
¿Existe otro pueblo en la tierra que tenga una relación más profunda y un derecho más sólido sobre una extensión de tierra que el derecho del pueblo judío sobre la Tierra de Israel? Esta relación es profundamente espiritual, y se expresa en cuatro formas convincentes: religiosa, histórica, moral y legal. Todas están arraigadas en un paradigma poderoso, en uno de los conceptos más trasformadores y revolucionarios de la historia religiosa: ברית, pacto.
Pacto
Desde un punto de vista espiritual, la relación entre el pueblo judío y su tierra es única, en el sentido de que se presenta en forma de alianza divina. Es notable que Dios establezca pactos con Sus creaciones.
El primer pacto de este tipo que Dios hizo con la humanidad fue después del diluvio: el compromiso divino de no volver a destruir el mundo. Luego, con Abraham Avinu, hace dos pactos, ambos sobre la concesión de la tierra de Israel a sus (y Sus) hijos. El primero se conoce como ברית בין הבתרים, el Pacto de las Partes, que trata exclusivamente de esto: «En ese día, Dios hizo un pacto con Abram diciendo: a tus descendientes les he dado esta Tierra…» [1]. El segundo es el ברית מילה, el Pacto de Circuncisión, en el que Dios se compromete a varias cosas: convertir la progenie de Abram en un gran pueblo, cambiar su nombre a Abraham, que significa padre de muchas naciones, y luego dos promesas eternas: ser Dios para él y su pueblo y otorgarles esa tierra como herencia eterna [2].
Para entender el significado de esta conexión, debemos comprender qué es un pacto. Primero distingamos entre dos tipos de acuerdos similares pero muy diferentes: un pacto y un contrato.
El desierto reverdecido de Israel (Foto: israelrevealed.com)
Contrato o pacto
Un contrato es cuando ambas partes celebran un acuerdo porque es mutuamente beneficioso. Cuando las agendas se alinean, en la medida en que el acuerdo puede servir a ambas partes, se firma un contrato.
Un pacto es mucho más profundo. No se basa en intereses, sino en valores compartidos. No se basa en lo que cada parte puede obtener, sino en lo que cada parte debe dar. No se basa en el beneficio personal sino en un bien mayor, en el cual la meta se logra mejor con la suma total de las partes que celebran el acuerdo.
Un contrato se trata de mí y de ti; un pacto se trata de nosotros.
Como lo definió el rabino Sacks zt”l: “El pacto ocurre cuando dos individuos o grupos, quizá con diferentes poderes pero cada uno reconociendo la integridad y soberanía del otro, se comprometen en lealtad mutua para lograr juntos lo que ninguno de los dos puede alcanzar por sí solo.
Un pacto no es un contrato. Se diferencia en tres aspectos: no se limita a condiciones y circunstancias específicas; es abierto y duradero; y no se basa en la idea de dos personas, que de otra manera no están conectadas, para buscar una ventaja personal. Se trata del «nosotros» que da identidad al «yo». Hay lugar para los contratos, pero los pactos son previos y más fundamentales. Forman la matriz de reciprocidad, dentro de la cual pueden existir relaciones contractuales [3].
El derecho religioso
Este es el tipo de relación que Dios creó entre el pueblo judío y su tierra. Un pacto que no depende de ninguna condición o circunstancia. Un pacto ilimitado en el tiempo, basado en una relación fundamental arraigada en la misión espiritual y el destino del mundo, y del pueblo judío en particular. Es por esta razón que nuestros sabios han enmarcado la relación entre Am Israel y Eretz Israel como un matrimonio entre marido y mujer [4].
De hecho, el matrimonio es la relación humana que más se parece a un pacto. Es la esperanza y plegaria de los novios de que su unión no dependa de las condiciones y circunstancias, que dure para siempre y que se construya sobre una visión y valores mutuos, en los que yo y tú nos convertimos en nosotros. El núcleo de esta relación es un compromiso con la visión de un bien mayor y un futuro mejor juntos. También es así la conexión entre el pueblo judío y su tierra.
Esta relación de pacto entre Dios y Am Israel ha creado un vínculo extraordinario, a diferencia de la conexión pueblo-tierra de cualquier otra nación. Es por eso que el derecho judío sobre Israel es ante todo religioso, arraigado en nuestra misión espiritual primordial, y basado en un pacto eterno inquebrantable entre nosotros y Dios.
Un pacto es mucho más profundo que un contrato. No se basa en intereses, sino en valores compartidos. No se basa en lo que cada parte puede obtener, sino en lo que cada parte debe dar
El derecho histórico
En segundo lugar, desde un punto de vista histórico, está claro que el pueblo judío y el judaísmo han estado ligados a la tierra de Israel desde los albores de su historia. La primera vez que Dios habló con el primer judío, Abraham, fue para que viajara con su familia a la tierra que Dios le mostraría, Canaán, que se convertiría en Eretz Israel. Esto estableció una conexión de más de 4000 años que no tiene rival en ninguna otra nación del mundo. Las únicas otras personas vivas con una conexión histórica tan prolongada con una tierra son los chinos. Sin embargo, los chinos nunca han sido exiliados de su país.
A pesar del largo y oscuro exilio y la persecución durante milenios, los judíos nunca olvidaron su conexión con su tierra, soñaron con volver a ella y la mencionaron en cada boda, rezando por regresar a ella tres veces al día y mirando hacia ella en cada plegaria de todos los rincones del mundo.
El derecho moral
El sufrimiento y la persecución de los judíos a lo largo de la historia dan origen a una sólida reivindicación moral sobre su tierra. Incluso han producido nuevas palabras: gueto, pogrom, inquisición, holocausto. Durante la Segunda Guerra Mundial, las restricciones a la inmigración se mantuvieron en vigor en la Palestina gobernada por los británicos y en muchos otros países occidentales. Las fronteras se cerraron, y los barcos que trasportaban refugiados judíos fueron retornados sin piedad a la Alemania nazi.
Israel, el único país y la única tierra que los judíos siempre han llamado suya, es el único lugar donde están a salvo de la discriminación y la persecución. Es aquí y solo aquí, bajo soberanía judía, donde nunca ha habido restricciones a la inmigración judía. Todos los judíos son recibidos con los brazos abiertos, se les otorga la ciudadanía inmediata y son absorbidos en el país, sin importar su edad, circunstancias o utilidad para la sociedad. Existe un imperativo moral fuerte y justo para crear un refugio seguro para las personas más perseguidas del mundo.
Tu Bishvat es un momento de agradecimiento por la notable relación entre nuestro pueblo y su tierra. Es un momento para saborear los frutos de esa tierra que, según nuestros sabios, son el máximo símbolo de este vínculo inquebrantable
El derecho legal
2020 marcó el centenario de la fundamental Conferencia de San Remo. En abril de 1920, las principales potencias del mundo acordaron designar a Eretz Israel como el lugar donde los judíos de todo el mundo podrían establecerse. Toda Arabia, Siria y Mesopotamia fueron otorgadas a las naciones árabes, mientras Eretz Israel fue otorgado a los judíos. Tan significativa fue esta decisión, que el diplomático inglés Lord Curzon llamó a la Conferencia de San Remo “la Carta Magna del pueblo judío”, en términos del reconocimiento legal de sus derechos a la tierra. Este reconocimiento sería consagrado en el derecho internacional, y posteriormente reforzado por la Sociedad de las Naciones y nuevamente por las Naciones Unidas en noviembre de 1947.
La conexión con Tu Bishvat
Tu Bishvat es un momento de agradecimiento por la notable relación entre nuestro pueblo y su tierra. Es un momento para saborear los frutos de esa tierra que, según nuestros sabios, son el máximo símbolo de este vínculo inquebrantable [5]. Y Tu Bishvat es una oportunidad maravillosa para reflexionar y comprometernos con nuestro pacto con Elokéi Israel.
¡Tu Bishvat Saméaj!
FUENTES
[1] Bereshit 15:18.
[2] Véase Bereshit 17: 1-14. La palabra raíz ברית aparece 10 veces en estos 14 versículos. El Pacto de Circuncisión, por supuesto, ha sido aceptado a lo largo de las generaciones y en todo el espectro judío, independientemente de los niveles de observancia.
[3] La dignidad de la diferencia, p. 202.
[4] Por ejemplo, en las sheva berajot recitadas bajo la jupá, la bendición de שוש תשיש yuxtapone la conexión única entre el pueblo judío y su tierra y la conexión entre los novios. Así como están unificados en un pacto de matrimonio, también a nivel colectivo existe tal relación entre el pueblo judío y su tierra.
[5] Véase, por ejemplo, Sanedrín 98a, donde Rabí Abba ve esto en el verso en Yejezkel 36: 8.
*Presidente ejecutivo del Movimiento Mundial Mizraji, movimiento religioso sionista internacional con sede en Jerusalén.Fuente: The Times of Israel. Traducción NMI.