La investigación realizada por una ONG demuestra que la AP sigue siendo el mismo organismo corrupto que ha sido desde su creación, hace más de veinte años. El despilfarro y el saqueo a los dineros públicos es la principal causa de la permanente crisis económica que padecen los palestinos
Un informe reciente ofrece un raro vislumbre del mundo secreto de la Autoridad Palestina (AP), instaurada en 1994 por los Acuerdos de Oslo suscritos entre Israel y la OLP.
La AP ha recibido miles de millones de dólares en ayudas de EEUU, la Unión Europea y otros países donantes. El fracaso de estos a la hora de exigir responsabilidad y trasparencia a aquella ha privado a los palestinos de una parte importante de ese dinero, y alentado a los líderes palestinos a embolsarse millones de dólares, con lo que han engordado sus cuentas bancarias privadas y ocultas.
Uno esperaría que los donantes occidentales hubiesen abierto los ojos, y visto que los líderes palestinos están utilizando de manera indebida el dinero público que se les envía. Uno esperaría que los estadounidenses y los europeos se plantasen ante Mahmud Abbas y sus secuaces, hubiesen dado un puñetazo en la mesa y exigido que empezaran a usar e invertir el dinero para el bienestar de su pueblo, no del de sus amigos y familiares.
El informe de marras, publicado por la Coalition for Accountability and Integrity (AMAN), creada en 2000 por un grupo de asociaciones de la sociedad civil que trabajan en el ámbito de la democracia, los derechos humanos y la buena gobernanza, sostiene que los donantes occidentales no han aprendido nada de sus errores del pasado. Y dice también que la AP sigue siendo el organismo corrupto que ha sido desde su creación, hace más de veinte años.
Con Yaser Arafat, la corrupción y el desgobierno eran una plaga. Su sucesor, Mahmud Abbas, ha seguido la tradición y, a pesar de sus repetidas promesas, la AP sigue siendo tan corrupta como siempre. ¿Por qué Abbas y sus socios deberían trabajar para mejorar las condiciones de vida de su pueblo, si los que están arrojándoles miles de millones de dólares siguen haciendo de la vista gorda ante su corrupción económica y administrativa?
Titulado Integrity and Combating Corruption: Palestine 2017 («Integridad y lucha contra la corrupción: Palestina 2017»), el informe de AMAN se concentra en la falta de trasparencia y rendición de cuentas en la AP durante 2017. Es uno de los informes más completos sobre la corrupción generalizada y el derroche de fondos públicos por parte de los líderes de la AP.
AMAN reveló, por ejemplo, que la AP había invertido 17,5 millones de dólares en la construcción de un «palacio presidencial» para Abbas. El complejo tiene 4.700 metros cuadrados. Para contrarrestar las críticas, Abbas decidió convertir el palacio en una enorme biblioteca nacional.
Esto es lo que dice el informe sobre el monumental proyecto: “Por honorable que pueda parecer la conversión del palacio presidencial en una biblioteca pública, sigue siendo el epítome del uso indebido de los fondos públicos, así como un mal ejemplo de gestión de prioridades. Y aunque la idea de construir un palacio para hospedar a las delegaciones extranjeras no es mala de por sí, no es y nunca ha sido una prioridad para los palestinos, dada la urgente necesidad de financiar servicios esenciales como la salud y la educación, y la crisis económica crónica que arrostra la Autoridad Palestina. Sin dejar de reconocer la importancia de una biblioteca nacional, la idea de convertir el palacio en una es perjudicial, ya que costaría más que levantar una nueva”.
Abbas, de 83 años, podría haber invertido esos 17,5 millones en construir un hospital nuevo o generar empleos. ¿Era el palacio parte de un plan de Abbas para tener un retiro tranquilo, cómodo y lujoso? La idea de convertir el palacio en una biblioteca nacional es igualmente absurda. Los palestinos necesitan con mucha más urgencia un nuevo colegio o un hospital que una biblioteca, especialmente si se trata de una biblioteca que parece un palacio real.
Otro ejemplo del despilfarro en la AP lo tenemos en el pago de gastos y salarios a una aerolínea inexistente llamada Palestinian Airlines. «Cientos de empleados de esta compañía siguen recibiendo salarios y subsidios de la Autoridad Palestina, aunque la compañía no está registrada como tal de acuerdo con la ley palestina». El presupuesto para esta compañía, reveló el informe de AMAN, está incluido en el del Ministerio de Trasporte palestino, pero sin detalles específicos sobre cómo se gasta.
Los empleados de la inexistente Palestinian Airlines no son los únicos servidores públicos que cobran a pesar de no trabajar. Según el citado informe, los miembros del Consejo Legislativo Palestino (CLP) vienen recibiendo salarios mensuales, pese a que el Parlamento de los palestinos lleva paralizado más de una década como consecuencia de la disputa entre el partido al-Fatah de Abbas y Hamás.
«La persistencia de la disfunción del CLP en 2017 fue el mayor obstáculo para la fiscalización y supervisión formal del Gobierno en lo relacionado con la gestión de los fondos y los asuntos públicos en general», se lee en el documento, según el cual en 2017 la AP gastó más de 39 millones de shekels (unos 11 millones de dólares) en el CLP. La mitad del dinero se fue en pagar los salarios de los diputados, que llevan más de una década sin trabajar.
Los ciudadanos tienen derecho a conocer la viabilidad de esos desembolsos que no tienen resultados tangibles en el funcionamiento del CLP, [que no logra] celebrar sesiones que incluyan a diputados de la Margen Occidental y Gaza como marca la ley (…) [No ha habido resultados] en la contención [del gasto] ante la continua crisis económica de la AP, ni en la racionalización del mismo, ni en el control sobre adquisiciones y gastos administrativos y operativos. Además, el discurso sobre la austeridad siguió sin estar acompañado de paso alguno para llevarlo realmente a la práctica.
AMAN también detectó fallas en la estructura del aparato de seguridad de la AP. El aumento en el número de oficiales de alto rango tuvo un impacto negativo en el rendimiento de las fuerzas de seguridad, y supuso una carga extra para las arcas públicas.
La corrupción alcanza asimismo a la compra de vehículos para altos cargos, así como para sus familiares y amigos. «A personas influyentes se les concedieron exenciones fiscales con una base jurídica para su aprobación», descubrió el informe de AMAN. «La cantidad de fondos gastados es altísima». Aquí, vale la pena señalar que la ley palestina permite que los terroristas que hayan pasado más de veinte años en una prisión israelí reciban un automóvil gratis, lo que se añade, por supuesto, a la política de pagar salarios a las familias de esos mismos presos y de los mártires.
Según el informe, «la corrupción política se ha agravado (…) con la existencia de dos autoridades, una en la Margen Occidental y otra en la Franja de Gaza». Esta división, resultado de la lucha de poder entre Hamás y al-Fatah, ha perjudicado a los palestinos en muchos ámbitos y afectado negativamente los fondos públicos, los derechos humanos y el desarrollo, ya que ambos regímenes han tomado decisiones y medidas para debilitarse mutuamente.
En 2017, el Comité Anticorrupción de la AP recibió 430 quejas, pero solo se derivaron 21 a la oficina del fiscal. «Esto indica que el Comité, su personal y sus mecanismos de seguimiento son lentos», dice AMAN. «En cuanto a la naturaleza de los casos, iban desde la malversación al abuso de poder, del fraude a la quiebra de la confianza y el soborno». La mayor parte de los acusados eran empleados del sector público.
El informe también se ocupa de cómo aprobó la AP sus presupuestos de 2017. La versión completa de los mismos no se hizo pública; solo se presentaron los ingresos y los gastos, sin detalles como la asignación a cada ministerio. La Ley de Presupuestos tampoco incluyó una tabla que mostrara las deudas y préstamos de la AP, ni propuso un plan para el pago de esas deudas y préstamos. Tampoco se informó sobre las contribuciones e inversiones de la AP en empresas locales y no locales.
Los medios occidentales ignoran completamente este tipo de informes. Al hacerlo, los periodistas occidentales traicionan a sus propios conciudadanos, al no informarles cómo el dinero que se les extrae para la ayuda internacional es malversado y despilfarrado por los corruptos líderes palestinos. Los palestinos, por supuesto, son las principales víctimas de esta historia. Viven en la pobreza mientras sus líderes se afanan por apropiarse indebidamente de los fondos públicos. La vida de los palestinos podría ser mucho mejor si sus líderes tuviesen que dar explicaciones por sus actos.
Para los palestinos, enfrentarse a los dictadores en Ramala y Gaza significa nada menos que jugarse la vida. No ocurre lo mismo con la comunidad internacional, que incluye a los principales medios occidentales.
¿Por qué, entonces, siguen mirando para otro lado mientras Abbas construye mansiones fastuosas para él mismo y sus amigotes? Tal vez porque están demasiado ocupados volcando basura sobre Israel.
*Académico palestino
Fuente: Gatestone Institute. Traducido por elmed.io. Versión NMI.