Eitan Weisman
Rabino de la Unión Israelita de Caracas
El rabino Yaacov Krantz, más conocido como Ha Maguid Miduvna (1741-1804), explica con una historia qué es Zejut Avot, el mérito de nuestros antepasados. Él cuenta sobre una aldea judía donde el amado y respetado rabino falleció. Inmediatamente comenzaron a buscar un sucesor.
Allí vivía allí un hombre rico cuyo sueño era que su hijo fuera rabino. Para eso le asignó desde su niñez lo mejores maestros, y en realidad su hijo estudió, aprendió y estaba preparado para ser nombrado como rabino. Cuando falleció el rabino de su aldea, el hombre rico aprovechó la oportunidad y postuló a su hijo como sucesor.
En el comité que estaba eligiendo el nuevo rabino había miembros que estaban muy felices y orgullosos tener un joven miembro de su aldea listo y preparado para ocupar el cargo, pero había algo que les molestaba: ese candidato no tenia linaje de rabinos. Ni su padre ni su abuelo lo habían sido… Entonces, su padre rico hizo una propuesta: él donaría una sinagoga, y a cambio proclamarían a su hijo como el nuevo rabino. Así se hizo.
Después de muchos años, cuando ese nuevo rabino falleció, era muy natural que su propio hijo mayor, listo y preparado para ser rabino, fuese el sucesor su padre. Pero antes de anunciar la decisión, se levantó uno de los ancianos del comité y dijo que él recordaba que para ser nombrado rabino, el padre del fallecido había donado una sinagoga para la aldea. “¿Por qué ahora nombraríamos a su hijo sin que donara nada a cambio?”. La explicación fue que su padre no había tenido linaje ni dinastía de rabinos en su familia, pero en el caso de su hijo ya no era así. ¡El sí tenía un padre rabino!
Esto es, dice el Maguid Miduvna, Zejut Avot, el mérito de nuestros antepasados. Por eso nosotros recordamos y repetimos muchas veces que Abraham e Itzjak son nuestros patriarcas, y pedimos por ellos el merito del Aketad Itzjak, el casi sacrificio de Itzjak. Es verdad que nosotros no estaríamos dispuestos a hacer lo que hicieron nuestros patriarcas, pero somos sus hijos y utilizamos su mérito.
¿Acaso el mérito de nuestros antepasados es una flecha? Es decir ¿siempre es algo que se puede utilizar? Profundicemos un poco en esto.
En Rosh Hashaná, la mitzvá es hacer sonar el Shofar. Hay varias razones para esto. Por un lado, el sonido de Shofar sirve para “despertarnos”. Shofar viene también de la palabra leshper, mejorar. El Shofar nos recuerda que debemos mejorar nuestras acciones y nuestro comportamiento ante de los días del juicio. Por otro lado, el shofar recuerda el carnero que nuestro patriarca Abraham utilizó a cambio de su hijo Itzjak como sacrificio, para así mostramos su gran mérito.
Hay una gran diferencia entre estas dos razones de hacer sonar del Shofar. El primero viene de Dios a nosotros. En este caso nosotros somos los acusados; para quienes no se comportaron bien, cometieron errores y deben mejorar sus acciones y comportamiento, el Shofar viene para despertarlos a comenzar con el cambio deseado.
Podemos utilizar el argumento del mérito de nuestros antepasados, siempre y cuando sigamos su sendero, su camino. ¿Cómo podríamos por un lado pedir derechos por acciones que hicieron nuestros antepasados, y por otro abandonar su ejemplo del camino de la Torá, de su moral y su tradición?
En cambio, la otra explicación para el Shofar es muy distinta. Esta va de nosotros a Dios. Aquí somos nosotros los que acusamos. Nosotros nos quejamos frente a Dios, diciendo: “Mira, Dios, cómo fueron nuestras acciones y cómo nos pagaron a lo largo la historia. Cuánto sufrimiento, cuánto dolor y sangre tuvo y tiene Am Israel. Al igual que nuestros patriarcas, que estaban dispuestos a sacrificar su vida, así miles y miles de sus hijos lo hicieron igual. Al final de la historia de Akedat Itzjak, Dios, Tú cambiaste a Itzjak por el carnero; pero después, durante la larga historia posterior y hasta hoy mismo, ¿cuántos judíos pagaron con su alma por ser judíos? ¿por qué ellos no fueron cambiados?”. Con este argumento, nosotros acusamos y pedimos justicia y misericordia en este nuevo año.
Es mejor ser el acusador de el acusado. Utilizamos el Zejut Avot para acusar. Pero… debemos cuidarnos de que el argumento para acusar no se vuelva nuestro acusador.
Podemos utilizar el anterior argumento del mérito de nuestros antepasados, siempre y cuando sigamos su sendero, su camino. ¿Cómo podríamos por un lado pedir derechos por acciones que hicieron nuestros antepasados, y por otro abandonar su ejemplo del camino de la Torá, de su moral y su tradición? Sería ridículo reclamar méritos por nuestros antepasados y actuar en forma opuesta. Podría darnos vergüenza ser comparados con ellos, dónde están ellos y dónde estamos nosotros.Zejut Avot sería entonces una espada de doble filo; debemos saber cómo y cuándo utilizarlo. En estos días lo necesitamos; si lo utilizamos, hagámoslo bien y en forma correcta. La mejor manera es apegarse más al camino de nuestros antepasados, ver la tradición como nuestra garantía en estos días, para quedar inscritos y sellados para un nuevo año de salud, alegría y bienestar.
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