Ana Jerozolimski*
El mundo judío todo conmemoró Yom Hashoá, el Día Recordatorio del Holocausto. En Israel, el Estado judío, la fecha se siente de una forma especial, dado que la enorme mayoría de la población es de fe judía, por lo cual los actos y la recordación no se dan en marcos limitados dentro de comunidades puntuales, sino que se captan en la calle, en el espacio público. Todos los medios de comunicación dedican la jornada al tema, y desde todos los canales de televisión y páginas de los diarios nos miran los rostros de sobrevivientes, contando sobre lo que perdieron, pero también sobre lo que alcanzaron a vivir luego de terminar la guerra.
En Israel, el Día del Holocausto es especialmente conmovedor. Y este año, con la crisis del coronavirus por la cual justamente la generación mayor, en la que no hay pocos sobrevivientes, es la que está más en riesgo, esto tuvo circunstancias especiales.
Policías ofrecen un saludo especial a sobrevivientes del Holocausto que residen en un hogar de ancianos durante Yom Hashoá, 21 de abril de 2020.
(Foto: Policía de Israel)
La policía israelí dedicó un homenaje especial a la tercera edad, y mandó a sus efectivos a 180 puntos del país, tanto casas de ancianos como pensiones y casas particulares, a saludarlos. “Estamos aquí para honrarlos y para agradecerles por lo que han aportado al país y al pueblo”, decía en cada lugar uno de los oficiales, usando el parlante de su auto patrullero. “Les deseamos a todos mucha salud .Y aquí, de pie, estaremos junto a ustedes durante la sirena, en memoria de los millones asesinados en la Shoá”. Hicieron la venia en homenaje a los ancianos que, de niños o jovencitos, vivieron el infierno sobre la tierra, y que tras sobrevivir, al llegar al entonces naciente Estado de Israel, se dedicaron a construir y desarrollar, no a buscar venganza.
Los sobrevivientes participaron en todos los ámbitos de la vida en Israel: la seguridad, la ciencia, la cultura, las artes. Se abocaron a empujar hacia adelante, después de haber pasado lo peor.
Los homenajes de este martes erizaban la piel.
“Recordamos de cerca, abrazamos de lejos”, decían numerosos carteles en manos de ciudadanos de todas las edades, que salieron a los balcones o fueron especialmente a mostrarlos junto a residencias de ancianos. La misma frase fue dibujada en asfalto en las calles por todo el país, para que los sobrevivientes, confinados en sus hogares, los pudieran ver desde sus balcones. En uno de esos balcones, un hombre vestido con un pijama a rayas como los de un prisionero en un campo, se mantenía firme mirando hacia abajo. Y todos, los jóvenes con los carteles afuera, y los mayores ya grandes confinados en sus casas, estaban rodeados por la siempre emotiva sirena de dos minutos que cruzaba el aire a lo largo y ancho de Israel.
Paramédicos del Maguén David Adom, el equivalente israelí de la Cruz Roja, realizaron sus ceremonias. Lo mismo soldados del ejército. Y grupos de distinta entidad, todos con el mismo común denominador: no olvidar.
En un mundo en el que el antisemitismo levanta cabeza, en el que el odio, la intolerancia y el racismo discriminan como si no supieran a qué conducen las atrocidades, la memoria no mira solo hacia atrás. La memoria debe mirar también hacia adelante
En un mundo en el que el antisemitismo levanta cabeza, en el que el odio, la intolerancia y el racismo discriminan como si no supieran a qué conducen las atrocidades, la memoria no mira solo hacia atrás. La memoria debe mirar también hacia adelante. Como advertencia. Es a eso que se refiere el “nunca más”.
La historia de la Shoá debe enseñarse en el mundo todo, porque si bien fue el mayor genocidio de la era moderna, no fue el único, lo cual significa que el hombre es capaz de grandes horrores. Y aunque la Shoá fue el Holocausto del pueblo judío, el mensaje es universal: no se puede subestimar la discriminación, que siempre empieza a lo chico pero puede terminar en lo peor. Y el mundo todo debe tener presente que el Holocausto no comenzó con las cámaras de gas, sino con palabras de odio. Los discursos demonizadores conducen a tragedia. Las palabras prenden fuego.
El mundo lo debe recordar.
*Directora de Semanario Hebreo (Montevideo)
y Semanario Hebreo Jai.
Fuente: Semanario Hebreo Jai. Versión NMI.