Libro y cuchillo se encontraron. El cuchillo corta, termina, acaba. El libro se queda. Es Vida.
El jueves, en un ambiente de duelo nacional y espiritual que nos acompaña los últimos 2000 años por la destrucción del Templo, nos levantábamos sobrecogidos al saber que un chico de tan solo 19 años era asesinado a sangre fría por uno o varios terroristas palestinos. Un joven judío que recientemente comenzó su servicio militar, y que fue a comprar un libro del filósofo y escritor David Grossman para regalárselo a su rabino. Un libro al que Dvir Sorek, Z’L, abrazó hasta sus últimos segundos de su vida. Su abuelo, superviviente del Holocausto, había sido asesinado 19 años antes no muy lejos de donde su nieto nos dejó el jueves.
Durante la madrugada del miércoles al jueves, en una carretera oscura, un cuchillo se topó con un libro. Las ganas y ansias de vivir se toparon con el odio más antisemita y rancio.
David Grossman, el autor del libro de Dvir, lloraba al enterarse del atentado terrorista: “Sé por experiencia el difícil camino que enfrentan la familia y amigos de Dvir, pero también sé que un niño tan especial como Dvir iluminará su dolor”. Grossman sabe de lo que habla. El escritor perdió a su hijo hace 13 años durante la Guerra del Líbano.
Dvir fue a comprar horas antes el libro de David Grossman, muy conocido por su activismo ideológico de izquierda. Una opinión se juntaba con otra opinión contraria. Respeto. Admiración. Saben que son hermanos. Ambos saben que un cuchillo siempre busca matarles. Y eso une. Eso fortalece. Eso les hace eternos.
Como decía Mark Twain: “Los egipcios, los babilonios y los persas se elevaron, llenaron el planeta con sonido y esplendor, después se adormecieron y desaparecieron; les siguieron los griegos y los romanos, hicieron mucho ruido y se fueron; otros pueblos han surgido y mantenido su antorcha en alto por un tiempo, pero esta se quemó y ahora se encuentran en la penumbra o han desaparecido. El judío los vio a todos, los venció a todos. Todas las cosas son mortales menos el judío; todas las otras fuerzas pasan, pero él permanece. ¿Cuál es el secreto de su inmortalidad?”.
Bien podría ser la responsabilidad colectiva, el hecho de que por cada judío que muere fruto del antisemitismo nacen 1000 judíos orgullosos; por cada acto de odio, 100 actos de amor; por cada BDS, 10 medicamentos que salvan vidas; por cada mentira en los medios de comunicación, una luz que solo los que persiguen la verdad la ven.
El único factor común que acompañó a los judíos a través de todas las épocas, en todas las tierras y bajo todas las circunstancias, ha sido y será su amor por los valores judíos. Nunca nadie podrá vencer a un pueblo que trasmite luz y que tiene una obsesión en crecer, puesto que la luz siempre vence a la oscuridad.
Libro y cuchillo se encontraron. El cuchillo corta, termina, acaba. El libro se queda. Es Vida.
* Director Internacional de United with Israel