Ana Jerozolimski*
Habíamos comenzado hace un rato esta nota, con la frase “sabemos de antemano que estas líneas quedarán desactualizadas pronto”. Dicho y hecho. El recuento hasta hace unos minutos era de una decena y media de cohetes disparados desde la Franja de Gaza hacia territorio israelí en lo que iba de este lunes 24 de febrero. Y hasta la apertura tuvimos que cambiar, porque ni alcanzamos a publicar este texto y ya estaban sonando las alarmas de nuevo, esta vez en la ciudad de Ashkelon.
Desde el hospital Barzilai en la ciudad, se informó que han trasladado las incubadoras de recién nacidos prematuros a un refugio protegido. De locos… totalmente.
De los 15 cohetes de mediodía, la enorme mayoría fueron interceptados por el sistema protector “Cúpula de Hierro”. Dos impactaron en tierra, uno junto a una casa particular y otro en un parque de juegos infantiles, que afortunada y lógicamente, estaba vacío. Milagros le llamarán algunos… precaución ineludible, dirán otros. ¿Acaso alguna madre iba a salir con sus hijos a jugar al parque al día siguiente de una jornada colmada de disparos desde Gaza?
Policías buscan restos del cohete que cayó en un parque infantil de Sderot, al sur de Israel, el lunes 24 de febrero.
(Foto: Policía de Israel)
De todos modos, aunque no haya habido muertos, es inconcebible que un país tenga que vivir estas escenas: policías buscando restos de un proyectil entre los toboganes de un parque infantil. ¿Algún otro país del mundo libre vive esta situación? Esto pasa cuando uno tiene a terroristas de vecinos.
La actitud ante la vida y la muerte que tiene esta gente, determina una agenda y un orden de prioridades que en el mundo normal no se puede entender. No es el bien de su gente lo que les impone tal o cual acción, sino su ideología de odio y extremismo. Es que de ningún análisis normal puede llegarse a la conclusión que lo que está haciendo el Yijad Islámico —y lo que hizo en tantas otras ocasiones Hamás— sirva en algo a la población palestina de Gaza. Absolutamente carente de lógica… Al menos, claro, de lógica en términos de gente que quiere vivir y ver a los suyos trabajar, desarrollarse, con normalidad.
Tan solo unos días después de que Israel anunciara que aumenta la cantidad de permisos a palestinos de Gaza para trabajar en Israel de 5 mil a 7 mil, ampliando nuevamente la zona permitida para la pesca y otras medidas, el Yijad Islámico disparó a una posición del ejército del lado israelí de la frontera, y dos días después colocó una carga explosiva junto a la barrera fronteriza. Cuando Israel frustró el atentado matando a los dos terroristas, grito en el cielo de los islamistas, que respondieron con una lluvia de cohetes… Y así estamos hoy, por segundo día consecutivo en esta situación.
Es inconcebible que un país tenga que vivir estas escenas: policías buscando restos de un proyectil entre los toboganes de un parque infantil. ¿Algún otro país del mundo libre vive esta situación?
“No descartamos ningún escenario”, dice el primer ministro Netanyahu, pero claro está que faltando ya menos de una semana para las elecciones, nadie aquí se apresura a lanzar una guerra de gran envergadura contra el terrorismo en Gaza.
Y aquí está el dilema.
No queremos guerras, ni de gran ni de pequeña envergadura. En ese sentido, hemos destacado elogiosamente en varias oportunidades que Netanyahu ha sido responsable, nunca se ha lanzado a aventuras bélicas innecesarias.
Por otro lado, seguir en la situación actual, permitiendo que entren millones de dólares por mes a la Franja de Gaza, introduciendo mercaderías y abasteciéndola de combustible y electricidad mientras del otro lado lanzan globos explosivos en el mejor de los casos, o cohetes en el peor, tampoco es solución.
Nadie tiene la varita mágica. Ni gobierno ni oposición.
La única solución absolutamente incruenta, sin víctimas de ningún lado, sería que en Gaza el destino de la gente estuviera en manos de personas que quieran a su pueblo más de lo que odian a Israel.
*Directora de Semanario Hebreo (Montevideo) y Semanario Hebreo Jai.
Fuente: Semanario Hebreo Jai. Versión NMI.