Liam Hoare*
A ustria ha “esquivado una bala”: en la segunda vuelta electoral, efectuada el 22 de mayo, los votantes eligieron como nuevo presidente al candidato del Partido Verde, Alexander Van der Bellen, ante el nominado por el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), de extrema derecha, Norbert Hofer.
En una votación que dividió a Austria a lo largo de líneas de género, educación y zonas geográficas, Van der Bellen derrotó a Hofer en el resultado más cerrado de la historia de ese país. Treinta años después de la elección al mismo cargo de Kurt Waldheim, ex miembro de las SA nazis y cómplice de crímenes de guerra cometidos en Serbia como oficial de inteligencia de la Wehrmacht durante la Segunda Guerra Mundial, los votantes austríacos apenas lograron evitar que un neofascista entrara en el palacio de Hofburg.
Solo gracias a los sufragios de los ciudadanos que se encuentran en el exterior, que usualmente favorecen a los candidatos de la izquierda, pudo Van der Bellen conseguir una estrecha victoria de 50,3% frente a 49,7% de Hofer. Este obtuvo altas votaciones en su provincia natal de Burgenland, así como en Kärnten, donde se fundó el FPÖ, sobre todo entre la población masculina y menos educada; esto es algo similar al ascenso de otros candidatos populistas y de extrema derecha, incluyendo a Donald Trump.
En la primera vuelta, a Hofer le fue mucho mejor entre los hombres que entre las mujeres (45% frente a 27%), y entre quienes tienen una educación técnica frente a los que poseen título universitario (51% y 15% respectivamente). Pero su principal base electoral está entre los arbeitern, la clase trabajadora, donde el 72% votó por él y apenas 5% por Van der Bellen. Sin embargo, este triunfó en las principales ciudades: Graz, Linz, Salzburgo, Innsbruck y la capital, Viena.
Van der Bellen, quien anteriormente fue socialista y profesor de Economía, contó con el apoyo del nuevo canciller Christian Kern, del alcalde de Viena Michael Häupl, y de la ex presidenta del Tribunal Supremo, Irmgard Griss. Además, la posibilidad de que un candidato de extrema derecha llegara a la presidencia por primera vez logró movilizar a votantes de todo el país. Su victoria mantendrá la alta magistratura alejada del FPÖ al menos durante dos años y quizá durante seis, puesto que en Austria los candidatos en el poder tradicionalmente resultan reelectos.
No obstante, al día siguiente de la votación el diario Die Presse hablaba de “punto muerto” electoral. Su editor, Rainer Nowak, argumentó que sin importar los resultados, la división que los comicios revelaron en el electorado se mantendrá, haciendo que el país sea más difícil de gobernar.
Los viernes por la noche, la televisión de Alemania emite Heute-Show, un programa satírico sobre las noticias de la semana. Antes de la segunda vuelta en Austria, como una señal de la diversión y condescendencia con que los alemanes ven a sus primos del sur, enviaron un corresponsal a Viena para entrevistar a la gente en la calle. En el programa una pareja mayor termina diciéndole, mientras gesticula con las manos: “Necesitamos un pequeño… Un pequeño, no un gran…”. “¿Hitler?”, les pregunta el corresponsal. Los ancianos ríen, y responden mientras se alejan: “Usted lo dijo, no nosotros”.
*Columnista y escritor estadounidense.
Fragmento de un artículo aparecido en la revista digital Tablet.
Traducción y versión NMI.