La zona del mundo más conflictiva en la historia ha de ser el Medio Oriente. Incluso su nombre genera disputas entre historiadores y cartógrafos, que difieren acerca de la exacta composición del famoso enclave.
El Medio Oriente tiene el honor de ser la cuna de la civilización judeocristiana tal como la conocemos, y también del Islam. Con todo y los grandes problemas que tiene cada componente de este conjunto, entre cada uno de ellos mismos y los unos con los otros. Enfrentamientos religiosos, ideológicos, territoriales y de pretendidas hegemonías, desde antes del patriarca Abraham y hasta nuestros días. Con períodos de relativa calma que nunca perduran.
En pleno siglo XXI, hubo alguna esperanza en cuanto a una pacificación de la zona. Los conflictos entre los diferentes componentes del amplio enclave, a pesar de sus marcadas diferencias y enemistades, de enfrentamientos milenarios, parecían algo así como mantener un equilibro de virtual disuasión entre unos y otros. Si bien es cierto que los ambientes internos en muchos países no estaban calmados, ni los enfrentamientos entre unos y otros se habían resuelto, parecía haber cierto aplacamiento. ¿La administración de Obama había regulado el desarrollo nuclear de Irán? ¿La administración de Trump había desactivado conflictos gracias a los Acuerdos de Abraham? ¿La aparente sensatez de la administración Biden había calmado los ánimos de palestinos e israelíes?
La propia definición de qué países pertenecen al Medio Oriente es a veces discutida
(Imagen: mapas-del-mundo.net)
Hasta el 7 de octubre de 2023, todo lo anterior parecía probable, no imposible. La lógica del momento parecía señalar que, aunque nada estaba completamente resuelto, se avanzaba en un terreno de menos beligerancia. Siria estaba complicada, el conflicto palestino-israelí continuaba, Líbano era difícil, Hamás gobernaba en Gaza y Mahmud Abbas en Cisjordania cual dos entes separados; Israel se debatía internamente respecto a una propuesta de reforma legal que dividía al país en dos mitades poco menos que irreconciliables. Con todo y lo mencionado ¿Alguno de quienes iniciaron los acontecimientos del 7 de octubre de 2023, y de quienes los apoyaron, están en mejor situación en diciembre de 2024?
Israel sufrió un golpe decisivo a su imagen y su presunta imbatibilidad. Sus sistemas de inteligencia y defensa no pudieron prever ni evitar la catástrofe del 7 de octubre de 2023. Esta es, en principio, su derrota inicial y la victoria virtual permanente de quienes atacaron. Hasta allí. En estos momentos, la fisonomía del Medio Oriente es muy distinta a la de 2023, muy distinta incluso a la de hace tan solo una semana. ¿Está el Medio Oriente mejor? ¿Es el mundo más seguro? Eso está por verse.
La sociedad israelí en pleno exige una investigación que explique la tremenda falla que permitió el ataque del 7 de octubre de 2023, los muertos, los secuestrados y todas las consecuencias. Atribuir lo ocurrido y los dramas subsiguientes a una falla militar es natural, más aún en un país que presumía días antes de tener a sus enemigos disuadidos, sin ánimos de lanzarse a una aventura que les resultaría desastrosa.
¿Alguno de quienes iniciaron los acontecimientos del 7 de octubre de 2023, y de quienes los apoyaron, están en mejor situación en diciembre de 2024?
Después de los acontecimientos de Siria hace una semana, luego de lo acontecido con Hezbolá en el Líbano y la suerte que ha corrido Hamás en Gaza, quizás la pregunta de todos debería ser ¿A quién se le ocurrió atentar contra el estatus que privaba justo antes del 7 de octubre de 2023? ¿Quiénes tuvieron la percepción de que Israel sería derrotado en el frente militar y en la arena diplomática internacional, y conseguirían una victoria colosal? Israel pecó por considerar disuadidos a sus enemigos, sus enemigos pecaron por considerar derrotado de antemano a Israel. Pecaron por no mantener una situación que no era ideal, pero mucho mejor y con mejores perspectivas que esta que se vive en diciembre de 2024.
Todo lo narrado antes, sin mayores detalles, constituye un episodio más de la larga, interesante y a veces poco alegre historia del Medio Oriente, sus países, sus causas y sus habitantes. Ser la cuna de la humanidad, tener el patrimonio de las tres religiones monoteístas en su territorio, no ha sido una garantía de paz en ningún momento. Al contrario, todas las corrientes parecen luchar unas contra otras en aras de demostrar una supremacía que no se logra, porque quizá la solución sea la convivencia y el respeto entre todos sin mayores ínfulas, cada uno y cada cual en su ambiente específico.
Shimón Peres describía en los años noventa un “Nuevo Medio Oriente” que nunca terminó de cristalizar. Los Acuerdos de Abraham parecían presagiar otro “Nuevo Medio Oriente” que ha sido desdibujado desde el 2023. La verdad es que el eterno Medio Oriente es la cuna de la humanidad, y todos deben evitar que sea la tumba de la misma.
El eterno drama del eterno Medio Oriente.