A Benny Gantz le tomó un mes entero pronunciar una palabra después de registrar su nuevo partido, Hosen L’Israel (Resiliencia de Israel), el 27 de diciembre.
El discurso inaugural de Gantz, ante una multitud de simpatizantes en Tel Aviv, estuvo perfectamente programado para los noticieros de la noche. Rodeado de globos blancos que llevaban un logo verde oliva para evocar su origen militar, Gantz propinó una serie de golpes al primer ministro Benjamin Netanyahu sin mencionar su nombre. “El liderazgo actual ha cambiado los principios básicos de un estadista israelí por el de una dinastía real francesa», dijo Gantz. “En lugar de servir a la gente, nuestro liderazgo actúa con una actitud de superioridad hacia ella. Una vez hubo un rey —no aquí— que dijo ‘El Estado soy yo’. Pero ningún líder es rey en Israel”.
Estas palabras del ex jefe de Estado Mayor fueron cuidadosamente diseñadas para aprovechar la sensación general de fatiga tras una década de Netanyahu en el cargo. Contaminado por cuatro investigaciones criminales, el actual primer ministro tiene a muchos en Israel anhelando un nuevo líder que pueda mantener los no negociables principios de seguridad, pero sin los constantes escándalos personales. Gantz representa algo que los israelíes aman: un soldado veterano que lleva una rama de olivo.
En una entrevista con el periódico israelí Yediot Aharonot, Gantz insinuó que respaldaría nuevas concesiones territoriales durante las conversaciones de paz. “Como Bibi [Netanyahu] dijo en su discurso de Bar Ilan, no estamos tratando de controlar a otras personas”, dijo. Fue una breve declaración, sin detalles, pero suficiente para generar una tormenta de condenas desde la derecha. Pero las preguntas siguen siendo: ¿Cuáles son los detalles específicos del pensamiento de Gantz sobre el conflicto israelí-palestino? ¿Apoya la solución de dos Estados, o se opone a ella? ¿Es capitalista o socialista? Pocos parecen saber, y a muchos no parece importarle.
“Gantz recuerda a Rabin. Sus palabras han tocado a la gente”, opina el veterano comentarista político de izquierda Amnon Abramovich. “Benny Gantz es un estafador como Rabin”, dice el presentador de radio de derecha Yoram Sheftel. “Él dividirá a Jerusalén si, Dios no lo permita, llega a la oficina del primer ministro”.
Fue Netanyahu quien acusó primero a Gantz de ser izquierdista, una etiqueta que los políticos israelíes tratan de evitar en estos días como la plaga. “No me molesta la forma en que la izquierda divide sus votos”, comentó el primer ministro con indiferencia cuando Gantz apareció en escena.
Otros ministros del Likud intervinieron rápidamente después de que Gantz propusiera enmendar la recientemente aprobada Ley de Estado-Nación, que rebajó el estatus del idioma árabe y se comprometió a alentar los asentamientos.
Pero ahora Bibi tiene un buen motivo para preocuparse. Las encuestas muestran que el discurso de Gantz le ganó al menos siete escaños adicionales en la Knesset, lo que convertiría a Hosen L’Israel en el segundo partido más grande después del Likud. En la competencia para ser primer ministro, Gantz va ahora cuello a cuello con Netanyahu.
El ex general, por su parte, había estado haciendo todo lo posible para sacudirse la marca de “izquierdista”. La primera asociación de Gantz se forjó con su antecesor, el ex Jefe de Estado Mayor y ex Ministro de Defensa Moshe Yaalon, quien dijo, cuando aún estaba de uniforme, que la amenaza palestina había alcanzado “proporciones cancerosas”. Más tarde apodó al jefe de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, como “Abu Mentira”, y públicamente advirtió al presidente Trump contra el relanzamiento de las negociaciones con el líder palestino. Gantz luego reclutó al ex portavoz de Netanyahu, Yoaz Hendel, y al ex secretario del gabinete Zvi Hauser. A partir de ahora, su lista se parece más a una versión moderada de Likud que a un partido tradicional de izquierda.
Pero hubo señales, hace ya unos años, del Gantz que haría una declaración como la de Yediot Aharonot acerca de no gobernar a otra gente. Tras la última operación de las FDI en Gaza, Margen Protector, se llevó a cabo un concierto conmemorativo para las víctimas de ambas partes en el kibbutz Kfar Aza, cerca de la frontera. Una orquesta y coro israelíes interpretaron el Réquiem de Mozart, un tributo adecuado a las miles de víctimas, y la presencia de algunos residentes de Gaza que habían recibido permisos para ingresar a Israel hizo que el evento fuera aún más significativo desde el punto de vista político.
Un asistente al concierto, sin embargo, que entró en silencio y se sentó cerca del frente, no podía dejar de llamar la atención, destacando su cabeza y hombros por encima de los demás. Gantz se había retirado de su puesto como Jefe de Estado Mayor solo cuatro meses antes, en febrero de 2015. Irónicamente, fue el Comandante en Jefe de las fuerzas que entraron en Gaza para frustrar la amenaza de los túneles trasfronterizos excavados por Hamás. ¿Debe entenderse su presencia como una declaración política?, me pregunté en ese momento. En retrospectiva, tal vez lo fue.
Es cierto que Gantz utilizó su primer discurso formal de campaña para amenazar a los principales enemigos de Israel en todo el Medio Oriente: Hasan Rouhani y Qassem Soleimani en Irán, Hassan Nasrala en el Líbano y Yahya Sinwar en Gaza. “En el áspero y violento Medio Oriente que nos rodea, no hay piedad para los débiles. ¡Solo los fuertes sobreviven! ”, declaró.
Pero también, con cuidado, ha comenzado a pronunciar la palabra que la mayoría de los asesores políticos advierten no debe usarse: paz. “Bajo mi liderazgo el gobierno luchará por la paz, y no perderá la oportunidad de lograr un cambio regional”, dijo. “Sin embargo, si resulta que no hay manera de alcanzar la paz en este momento, le daremos forma a una nueva realidad. Israel no perderá su estatus como un Estado fuerte, judío y democrático”. Con eso, Gantz mostró su tendencia al unilateralismo en el frente palestino, una posible recreación de la desconexión de Ariel Sharon de la Franja de Gaza en 2005.
La desconexión, dijo en la entrevista más reciente de Yediot Aharonot, fue “un acto legal adoptado por el gobierno israelí y llevado a cabo por las FDI y los colonos de una manera dolorosa pero apropiada. Necesitamos aprender nuestras lecciones e implementarlas en otros lugares”. Sin embargo, agregó que no se retirará a los colonos de sus hogares de manera unilateral.
Si la historia política de Israel sirve como guía, el enfoque moderado de Gantz es completamente comprensible. Ex jefes de Estado Mayor como Shaúl Mofaz y Amnon Lipkin-Shahak surgieron rápidamente en la escena política local, pero no cumplieron con las expectativas. Dos meses antes de las elecciones generales, Gantz teme con razón el agotamiento temprano. “Surgí en los paracaidistas», declaró al analista político de Haaretz, Yossi Verter. “Si algo aprendí allí, es que cuando llega el momento de cargar hacia adelante, lo haces con toda la fuerza y a corto alcance”.
Gantz comenzó su carrera militar en 1977 como paracaidista y ascendió en el escalafón, llegando a liderar brigadas y divisiones en la frontera con el Líbano y en Cisjordania. Se convirtió en jefe del Comando del Norte de Israel en 2001, luego fue agregado militar en EEUU de 2005 a 2009 y, finalmente llegó a subjefe de Estado Mayor. Su nombramiento en febrero de 2011 resultó natural, luego de que su principal rival, Yoav Galant (actual ministro de Vivienda y miembro del partido Kulanu), fuera descalificado. Durante la gestión de Gantz se llevaron a cabo dos importantes operaciones militares en Gaza: Pilar Defensivo (2012) y Margen Protector (2014).
Pero, ¿cómo ve Gantz la solución al problema actual de Gaza? En octubre de 2018 anunció su respaldo a un nuevo plan estratégico para resolver el conflicto con los palestinos, presentado por el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), un destacado grupo de expertos israelíes. El plan es pesimista sobre la vía diplomática, pero promueve una serie de movimientos unilaterales por parte de Israel para separarse progresivamente de los palestinos. El plan se enfoca en Cisjordania, ignorando intencionalmente a Jerusalén y Gaza.
Si de hecho el plan del INSS refleja la perspectiva de Gantz sobre el conflicto, lo pondría en desacuerdo con Benjamín Netanyahu, quien ha favorecido sistemáticamente el status quo sobre el cambio dramático. Sin embargo, tanto Netanyahu como Gantz parecen compartir un sentimiento de pesimismo sobre la posibilidad de renovar las negociaciones con la OLP.
En todo caso, el notable éxito de Gantz en las encuestas indica cuán desconfiados son los israelíes de su sistema político. A la izquierda del Likud, flotando en ese ambiguo espacio conocido como el centro político, decenas de escaños de la Knesset están disponibles para ser ocupados. Pero el nuevo líder, al parecer, debería ser alguien a quien los israelíes conozcan poco, porque a los líderes que sí conocen les ha ido bastante mal.
“Las declaraciones de Gantz no fueron tan diferentes de las de líderes de la oposición como Avi Gabbay, Yair Lapid o Tzipi Livni”, escribe Verter, el analista político de Haaretz. “Sin embargo, en boca de Gantz suenan más auténticos y levantan menos burlas y sospechas. Nos hemos acostumbrado a los demás, hemos tenido suficiente de algunos; son políticos experimentados que han tenido la oportunidad de decepcionarnos. Gantz es el chico nuevo de la cuadra”.
* Periodista basado en Jerusalén, especializado en el mundo árabe.
Fuente: Tablet Magazine. Traducción NMI.