E ste es un tema de gran actualidad, una tragedia humana de dimensión creciente y vergonzante para los países que presumen de defender los derechos humanos.
Siempre, a través de la historia, ha habido desplazamientos de personas dentro de su propio país o hacia otras naciones en búsqueda de un mejor futuro. Las migraciones internas se han dado, principalmente, por el fenómeno del abandono del campo por las grandes ciudades, por las oportunidades ofrecidas por el desarrollo humano, con consecuencias que no trataremos en este espacio, y que son bien conocidas y sufridas.
De lo que se trata ahora es que después del avance de las relaciones entre los hombres, de leyes, tratados, alianzas en defensa de nobles ideales (sin descartar las de otro tipo), asistimos al triste espectáculo universal de los actuales migrantes de África, el Medio Oriente, América Central, del norte y del sur, y de la misma Europa.
Nos referimos a los migrantes, desplazados forzados, refugiados que, aparte del desarraigo, sufren violencia. En su errancia, pierden la vida o a sus seres queridos, hombres, mujeres y niños, ancianos y jóvenes ahogados al zozobrar las frágiles embarcaciones que los trasportan a la seguridad de una playa, desde la cual continuar su odisea a pie o en precarios medios de trasporte.
Estos pobres seres mueren también por hambre o sed, duermen a la intemperie, agobiados por el calor o ateridos de frío, por las deficientes o nulas condiciones higiénicas en los campamentos improvisados para atenderlos, perseguidos por los guardias fronterizos, escalando muros y esquilmados por los que se lucran con la desgracia ajena, despojándolos de sus míseros haberes hasta el último centavo para facilitarles el paso hacia el otro lado.
Los desarraigados son personas con nombres y apellidos, de carne y hueso, con sus vidas arruinadas por esta civilización tan poco civilizada, expulsados de un lugar a otro y tratados como animales en su afán por llegar a un espacio en el que comenzar a ser.
Hanna Arendt escribió que “estar desarraigado significa no tener en el mundo un lugar reconocido y garantizado por los demás; ser superfluo significa no pertenecer en absoluto al mundo”. Estas personas están pasando de desarraigadas a superfluas.
Las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, nacionales e internacionales, las que defienden una justicia ecuánime para todas las personas y penalizan a los infractores de las leyes, deben incrementar su movilización y sus esfuerzos para recuperar para la vida a los migrantes forzados por las guerras, el odio, la discriminación, el terrorismo, el hambre, la desocupación, el miedo, la carencia de esperanza de un futuro digno, ahora sin patria y sin legalidad vigente a la que aferrarse, algunos separados de sus familias para iniciar su aventura llena de incertidumbre y de peligros.
También, en esta triste y compleja situación, de lo que se trata es que todos tomemos conciencia de que esos migrantes refugiados necesitan nuestro respaldo. No importa quiénes sean, excepto si son sospechosos o reconocidos actores e impulsores del terrorismo inspirado en el odio y el fanatismo. Lo que importa es que son seres humanos, y debemos estar al lado de los que nos necesitan. Si hoy no nos identificamos con ellos y somos con ellos una masa solidaria con cada nombre y con cada sufrimiento, como un nombre y un sufrimiento propios, mañana sentiremos vergüenza de nosotros mismos.
Puede haber fronteras entre los países, pero no entre nosotros y los migrantes, porque ellos son personas, y entre nuestras almas no puede haber fronteras.
Reivindiquemos los “deshechos” humanos, y no olvidemos que los derechos humanos son para todos.
1 Comment
Shalom!
En este mundo desde la creación entiendo han surgido muchos desplazamientos y migraciones humanas, nada mas días antes hemos conmemorado en las parashot la travesía del éxodo con todos sus detalles; pero las que están sucediendo ahora y a las que se refiere este articulo son por demás desgarradoras. En aquel tiempo solo Hashem guió al pueblo y lo emancipó. Hoy existe la ONU, UNICEF, OLP, OMS, CRUZ ROJA, UE y tantas mas y no se observa un alivio a las penurias de estos hermanos en desarraigo.