El judaísmo es una religión gregaria. Se requiere un minyán (10 hombres mayores de 13 años) para realizar la mayoría de las plegarias y rituales, y durante las festividades se suele reunir la familia extendida. En tiempos de contagio, las normas obligatorias de “distanciamiento social” han generado tensiones
Sami Rozenbaum
La primera pandemia de los tiempos modernos ha tomado por sorpresa al mundo entero. Las generaciones actuales nunca habían vivido una experiencia de este tipo, que parece sacada de leyendas medievales. La principal recomendación de los científicos, asumida por las autoridades en casi todos los países, es el “distanciamiento social”: evitar que el virus se difunda reduciendo al mínimo el contacto entre las personas. Medida difícil, dolorosa, económicamente desastrosa, pero necesaria durante la época más crítica de la epidemia, para que no colapsen los servicios de salud.
Según se observa en las noticias, esta medida ha resultado muy difícil de seguir para las personas más observantes de las grandes religiones, quienes están convencidas de que la fe y la oración colectiva harán que Dios las proteja de la enfermedad. Aunque la Iglesia Católica ordenó rápidamente el cierre de los templos, así como de santuarios como los de Fátima (Portugal) y Lourdes (Francia) para evitar aglomeraciones, muchos católicos siguieron reuniéndose en algunas iglesias. También en los países musulmanes se han producido rezos masivos, tras lo cual cientos de personas resultaron infectadas.
Entre los judíos ha sucedido algo similar. Por ejemplo, los rabinos del movimiento Jabad Lubavitch ordenaron el cierre de su sede mundial en Crown Heights, Brooklyn —por primera vez en la historia—, y emitieron órdenes específicas para que no se realizaran reuniones fuera del edificio. Sin embargo, numerosos fieles continuaron acudiendo para formar minyanim frente a la sede, hasta que la policía de Nueva York los amenazó con llevarlos a prisión. La difusión del Covid-19 ha sido más alta en ese vecindario que el promedio del estado de Nueva York.
Miembros del movimiento Jabad Lubavitch reunidos a pesar de la cuarentena frente a su sede mundial en Crown Heights, Nueva York, y volantes que los convocaban. La policía se vio obligada a desalojarlos.
(Foto: collive.com)
La noche del 28 de marzo, en Bnei Brak, ciudad habitada por haredim (ultraortodoxos) cerca de Jerusalén, se realizó un funeral al que asistieron más de 300 personas, violando la estricta cuarentena ordenada por el gobierno israelí; se trataba del entierro del rabino Tzvi Shinker, jefe de la yeshivá Beit David. Había policías en el funeral, pero de acuerdo con el portal Walla no se intentó multar a los asistentes ni detener el evento. Según trascendió, la policía trató de llegar a un acuerdo con los líderes de la comunidad, pero sin éxito. El ministro de Seguridad Pública, Gilad Erdan, mostró su preocupación, diciendo que se trató de “un incidente extremadamente grave que pone en peligro la vida y perjudica al público”.
Un funeral realizado en Bnei Brak reunió a más de 300 personas. Esa localidad presenta la mayor proporción de contagios de Covid-19 en todo Israel.
(Foto: Haaretz)
La mañana del 29 de marzo, la policía encontró a 30 hombres rezando en una sinagoga de la localidad ultraortodoxa de Modiin Ilit. Los exhortaron varias veces a que se dispersaran pero los fieles los ignoraron, por lo que debieron actuar arrestando a siete personas. La policía se vio también obligada a actuar el 31 de marzo ante un minyán en el famoso barrio haredi jerosolimitano de Mea Shearim, un día después de que el gobierno aprobara medidas que requieren que las personas recen solas.
Las estadísticas más recientes indican ahora que Bnei Brak es el lugar de Israel con mayor proporción de contagios del coronavirus: 34%, es decir una de cada tres personas a las que se ha realizado la prueba, han sido diagnosticadas con Covid-19, según datos del Ministerio de Salud. En Jerusalén el promedio ronda el 10% y en Tel Aviv el 6%.
El director general del Ministerio de Finanzas de Israel, Shai Babad, señaló que el gobierno está considerando imponer una cuarentena total en Bnei Brak y otros lugares predominantemente ultraortodoxos, reiterando que allí las tasas de infección de coronavirus son especialmente altas.
Tras la publicación de los preocupantes datos estadísticos, el líder de mayor rango del sector ultraortodoxo, rabino Chaim Kanievsky, dio finalmente la orden de dejar de hacer minyanim. Por otra parte, el Ministerio de Salud está imprimiendo los reglamentos sobre cómo actuar durante la pandemia en idish, idioma predominante en las comunidades ultraortodoxas; los volantes no están identificados como provenientes del gobierno, para evitar que sean rechazados por las comunidades más estrictas que no reconocen al Estado de Israel.
¿Flexibilización de la halajá?
Una noticia que causó revuelo el 25 de marzo fue la declaración de un grupo de 14 rabinos sefardíes ortodoxos de Jerusalén, según la cual se permitiría el uso de videoconferencias durante el Séder de Pésaj, para que los familiares estuvieran “conectados” en esta importante ceremonia.
Entre los rabinos que emitieron esta declaración se cuenta Eliahu Abergel, jefe de la Corte Rabínica de Jerusalén; Shlomo ben Hamo, rabino jefe de Kiriat Gat; y Eyal Vered, rabino de la yeshivá Majón Meir de Jerusalén. Su argumento fue que así se podría cumplir la mitzvá de estar todos juntos, y “aliviar la tristeza de los mayores y los más necesitados”. Pero explicaron que sería necesario activar los dispositivos antes de comenzar la festividad, y dejarlos encendidos hasta que ya no fuera yom tov. Citaron como precedente que está permitido violar las normas de Shabat en caso de enfermedad.
Sin embargo, esta declaración fue rechazada de inmediato por el rabino jefe asquenazí David Lau, quien la calificó como “irresponsable y más que ridícula”, agregando que “carece de la más mínima comprensión del significado de las normas halájicas”. Dirigentes de la “ortodoxia moderna” se mostraron más inclinados a aceptar la flexibilización.
Los grandes rabinos de Israel, Itzjak Yosef e Israel Lau.
(Foto: VisÁVis)
Finalmente, decisión del Gran Rabinato
Tras una larga espera, el Gran Rabinato de Israel, liderado por los grandes rabinos sefardí y asquenazi, Itzjak Yosef y David Lau respectivamente, publicó el 31 de marzo los lineamientos temporales que deberán seguirse durante la crisis del coronavirus. La autoridad religiosa dejó en claro que las nuevas pautas fueron definidas tras consultas con el Ministerio de Salud de Israel y el Consejo Nacional de Seguridad.
El Gran Rabinato instruye a no rezar en ningún tipo de minyán, instando a hacerlo de forma individual. Las mikvaot (baños rituales) para hombres deberán permanecer cerradas, pero las de las mujeres pueden seguir abiertas, siempre y cuando se mantengan en constante desinfección.
Se instruye la prohibición de llevar a cabo shivá en caso de un fallecimiento; las condolencias y mensajes deben ofrecerse por teléfono o correo electrónico.
En vista de que se aproxima Pésaj, el jametz (material leudado) debe ser “vendido” a través de la página de internet del Gran Rabinato de Israel; estas “ventas” simbólicas deberán concluir el 7 de abril. La quema del jametz está prohibida, por lo que habrá que tirarlo a la basura.
Se enfatiza la prohibición del uso de artefactos eléctricos o electrónicos en el primer día de Pésaj, por lo que queda específicamente vedado el uso de videollamadas durante el Séder.
El rabino Lau comentó: “La soledad es dolorosa y debemos encontrar una solución para ella, tal vez una conversación de video antes de que comience la festividad; pero no violar la festividad misma, lo que solo está permitido en casos en que exista un peligro para la vida humana”.
Con información de The Jewish Press,
The Jerusalem Post, The Times of Israel,
Radio Jai, AJN y Enlace Judío.