Un experto en la política de Rusia en el Medio Oriente afirma que “por muy frustrante que sea para nuestros socios ucranianos y occidentales, el bajo perfil de Israel sirve mejor a sus propios intereses”
Israel Kasnett*
La noción imperante en Europa Occidental de que una gran guerra no puede volver a ocurrir en el continente se está disipando rápidamente, a medida que Rusia continúa creando el peligro de una guerra con Ucrania. Incluso entre el frenesí de actividad diplomática por parte de Estados Unidos y Europa para reducir las tensiones, la amenaza no desaparece y podría materializarse en cualquier momento.
“Estamos dentro de una ventana de oportunidad. Cualquier día de estos Rusia podría emprender una acción militar contra Ucrania, o dentro de un par de semanas, o Rusia podría optar por la senda diplomática”, dijo el 6 de febrero el asesor de seguridad nacional de EEUU, Jake Sullivan.
Desde entonces la situación solo se ha agravado, a medida que tropas rusas, además de al menos seis barcos que ingresaron al Mar Negro para aumentar su poder de combate, se trasladaron alrededor de las fronteras norte, este y sur de Ucrania. El único respiro para ese país sigue siendo los países de la OTAN al oeste.
El primer ministro de Israel, Naftali Bennett, conversa con el presidente ruso Vladimir Putin en Moscú el pasado 22 de octubre
(Foto: GPO)
Existen preocupaciones de que una invasión a gran escala por parte de Rusia podría causar hasta 50.000 bajas civiles, y obligar a unos cinco millones de ucranianos a convertirse en refugiados. Israel, en particular, mantiene preparativos para el caso de que surja la necesidad de absorber refugiados judíos ucranianos con poca antelación.
Ksenia Svetlova, investigadora del instituto israelí Mitvim para Políticas Exteriores Regionales y ex miembro de la Knesset, indica que si bien Israel se está preparando cuidadosamente para una posible evacuación de los judíos y ciudadanos israelíes que residen en Ucrania, «también tiene cuidado de no hacer declaraciones que puedan percibirse como un intento de tomar partido».
«En caso de guerra, en la que puede haber muchas bajas, podría ser difícil para Israel mantener este perfil neutral», continúa, y agrega que podría haber «consecuencias para Israel» en las que tendría que apoyar la posición estadounidense o «intervenir por el bien de las comunidades judías allí».
Actualmente Israel mantiene un delicado equilibrio, mientras trabaja para preservar sus relaciones con Rusia y Ucrania.
Dima Course, becaria posdoctoral y profesora del Departamento de Estudios del Medio Oriente y Ciencias Políticas de la Universidad Ariel, comenta que la situación «es específicamente desafiante desde la perspectiva israelí, debido a nuestra alianza con Estados Unidos. Sin embargo, en casi todos los escenarios la dirigencia israelí tendrá suficiente espacio para maniobrar entre los dos bandos». Course añade que esta maniobrabilidad es importante, ya que tanto Rusia como Ucrania son «socios importantes» para Israel.
«El núcleo del problema es que las visiones del mundo occidental y Rusia están llegando a un choque. Para el Kremlin se trata de cambiar fundamentalmente el orden mundial posterior a la Guerra Fría. El problema del Kremlin es que no puede vivir en un mundo dirigido por Estados Unidos”
Anna Borshchevskaya, investigadora principal del Instituto Washington
Este delicado equilibrio se convirtió en el foco de atención el 3 de febrero, cuando el embajador de Ucrania en Israel, Yevgeny Kornichuk, criticó las declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania en un comunicado publicado en Facebook. La cancillería convocó a Kornichuk para una amonestación.
A medida que el mundo se enfoca en Ucrania, muchos expertos tienen claro que para el presidente ruso, Vladimir Putin, Ucrania representa ambiciones más grandes en la región.
Zvi Magen, exembajador israelí en Ucrania y Rusia y actualmente investigador principal en el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS por sus siglas en inglés), afirma que la principal ambición de Putin es «hacer de Rusia una superpotencia mundial». Siguiendo ese objetivo, a Putin le gustaría mantener los antiguos territorios soviéticos bajo control ruso. Como mínimo, Putin quiere posponer el ingreso de Ucrania en la OTAN el mayor tiempo posible, y poner fin a las sanciones contra Rusia.
Al dirigirse a una conferencia del INSS, Magen reconoció que «nadie sabe hacia dónde se dirige Putin o qué tan lejos pretende llegar, incluso aquellos en su entorno inmediato. La probabilidad de que Putin desate una guerra total es baja. Aparentemente, esa es también la suposición en Occidente. La pregunta es qué hará Putin entonces».
Magen considera que Rusia está tratando de demostrar que es una potencia global, como lo hace al operar en Siria. Y aunque Moscú ha mostrado recientemente sus músculos en la frontera entre Siria e Israel, el experto enfatiza que “no hay ningún intento de amenazar a Israel”. Hace hincapié en que a Putin le gustaría un cambio en el orden internacional, con el final del mundo unipolar con una sola superpotencia.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, recibió en Kiev al presidente israelí Itzjak Herzog, quien asistió a la conmemoración de los 80 años de la masacre de Babi Yar en octubre de 2021
(Foto: Twitter de Itzjak Herzog)
“Las naciones occidentales están dispuestas a darle a Rusia una escalera para bajarse del árbol. Nadie sabe cuál es el siguiente paso”, dice Magen. “Putin está montándose descaradamente sobre la mesa del sistema occidental con la esperanza de que parpadee. Ahora hay otra superpotencia llamada Rusia que está dictando el orden mundial”.
Anna Borshchevskaya, investigadora principal del Instituto Washington, participó en una conferencia en línea realizada por el Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén (JISS) el 7 de febrero, durante la cual estuvo de acuerdo con otros expertos en que esta crisis «ha sido creada por Rusia» y no es «una situación nacida de preocupaciones reales». «Esto se trata mucho más que de solo Ucrania», afirmó. «El núcleo del problema es que las visiones del mundo occidental y Rusia están llegando a un choque. Para el Kremlin se trata de cambiar fundamentalmente el orden mundial posterior a la Guerra Fría. El problema del Kremlin es que no puede vivir en un mundo dirigido por Estados Unidos”. Además, añadió, «Rusia está tratando de reestructurar la arquitectura de seguridad europea, y eso tendrá implicaciones globales».
Borshchevskaya agregó que lo que más le preocupa es que Occidente comience a hacer concesiones a Moscú. «Eso sería lo peor, porque no terminaría bien para Ucrania», advirtió. «Necesitamos avanzar hacia la disuasión, que en este caso significa aplicar poder duro».
Dirigiéndose a la misma conferencia, Daniel Rakov, experto en política rusa en el Medio Oriente y miembro de JISS, explicó que esta crisis “ocurre en un mal momento para Israel, porque coincide con las negociaciones sobre Irán en Viena. Para Israel, ese es un problema existencial”, y agregó que para Israel la crisis entre Ucrania y Rusia es una distracción de ese tema, que es mucho más importante.
Esta crisis “ocurre en un mal momento para Israel, porque coincide con las negociaciones sobre Irán en Viena. Para Israel, ese es un problema existencial”
Daniel Rakov, experto en política rusa en el Medio Oriente
Rakov señaló que Rusia está tratando de proyectar poder e influencia, y en las últimas semanas ha enviado señales a Israel y a las potencias occidentales de que puede hacerlo. Por ejemplo, se descubrió que Rusia estaba interfiriendo las señales de GPS desde suelo sirio, lo que afecta a gran parte del norte y centro de Israel. También realizó patrullas terrestres y aéreas conjuntas con los sirios cerca de la frontera con Israel. Según Rakov, «esto genera una tensión que Israel debe considerar».
También señaló que recientemente Rusia ha enviado barcos al Mediterráneo oriental, en lo que fue el primer gran despliegue naval militar ruso allí en años. «Más despliegue ruso trae más despliegue occidental, por lo que el Mediterráneo oriental es un lugar bastante tenso actualmente. Este tipo de tensiones han llevado a Israel a mantener un perfil bajo en la crisis ruso-ucraniana”.
Rakov está de acuerdo con los otros expertos en que este no es un conflicto entre Moscú y Kiev, sino más bien sobre el orden mundial. Ofreciendo consejos a los dirigentes israelíes, sugirió que «por muy frustrante que sea para nuestros socios ucranianos y occidentales, el bajo perfil de Israel sirve mejor a sus propios intereses».
*Periodista del Jewish News Syndicate.
Fuente: Jewish News Syndicate (jns.org).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.