(Foto: cbc.ca)
En una medida trascendental, el SEC se ha sumado a numerosas instituciones educativas de todo el mundo al vedar el empleo de teléfonos por parte de los estudiantes. Nuevo Mundo Israelita quiso explorar las causas y efectos de esta decisión, entrevistando al personal docente durante una de sus reuniones semanales, así como a varios estudiantes del Liceo
Sami Rozenbaum
NMI. ¿Cómo surgió esta iniciativa? ¿Hubo algún antecedente, ocurrió algún evento específico, o fue producto de un análisis que llevó concluir que era necesario?
Eunice Witschi, directora del Liceo. En realidad, ya desde hace varios años recogíamos los teléfonos, se guardaban dentro del aula y se les devolvían durante los recesos. Esa era la normativa, porque los alumnos jugaban con los teléfonos, grababan videos, y nos parecía perjudicial para las clases. Pero a raíz de la pandemia, cuando la situación se puso muy complicada, descubrimos cómo habían perdido el tiempo miserablemente, porque en esa época no aprendieron absolutamente nada, y nos ha costado muchísimo poder recuperar todo ese conocimiento y tiempo perdido. Nos dimos cuenta, y no fuimos nosotros nada más, fue a nivel mundial. Se presentaron muchos problemas con el uso de los teléfonos y las redes sociales, tanto dentro como fuera del colegio.
A mediados del año pasado la situación también estaba ocurriendo en Primaria, y entonces empezó una campaña a nivel mundial, por los resultados de estudios neurocientificos que habían realizado pruebas con los muchachos y hallaron que lo que estábamos haciendo, que era quitar el teléfono y mantenerlo en el aula, no bajaba los niveles de ansiedad de los estudiantes, pues siempre estaban pendientes de que el teléfono estaba ahí en la mesa. Eso generaba un ambiente desagradable en el colegio.
Entonces, alrededor de marzo de 2024 empezamos a discutir seriamente el problema, y lo analizamos en el Consejo Directivo. La decisión fue prohibir los teléfonos, para seguir el patrón que estaban siguiendo en otras partes del mundo. Prácticamente en todos los países están prohibiendo el uso de los celulares, porque las pruebas están allí. El uso constante de los celulares afecta el desarrollo correcto del lóbulo frontal del cerebro; hay pruebas contundentes de eso. Y los padres estuvieron totalmente de acuerdo. Claro, lo único que pidieron fue que pudieran venir con los teléfonos al colegio, porque los necesitan una vez que salen de clases para poder comunicarse con sus hijos.
NMI. ¿Dónde se depositan los teléfonos?
Eunice Witschi. En las coordinaciones. Hay unos casilleros especiales, los profesores los recogen y los metemos en unas bolsitas. Ellos ya no los ven más hasta las tres y media de la tarde cuando se les devuelven. Y hay una normativa: si “cazamos” a alguno con el celular, se le retira y se le entrega a sus padres; la segunda vez se queda una semana guardado aquí en una caja fuerte. Y la siguiente vez un mes. Entonces aprenden que pueden ser libres sin el celular.
Jany Páez, coordinadora de Creatividad, Actividad y Servicio (CAS). A mí me preocupaba mucho también, en general a todos, que las interacciones de los niños en la hora del recreo eran mínimas, estaban con los celulares y no socializaban. Teníamos casos de niños con claros síntomas de adicción. La tecnología estaba haciendo más daño que beneficio. Entonces, como dice Eunice, había estudios que demostraban que todo lo que es la neuroplasticidad, esa capacidad del sistema nervioso que en el caso de ellos está en pleno desarrollo, estaba siendo afectada, y muchas veces de forma irreversible, porque son hitos del desarrollo. Si pasa esa edad y no desarrollan bien el lóbulo frontal, el daño es irreversible.
NMI. ¿Ese problema lo detectaron solamente los profesores, o los padres también se comunicaban con el colegio para decirles que les preocupaba el uso de los teléfonos?
Eunice Witschi. Sí, los padres estaban preocupados, pero tampoco estaban tomando medidas, porque no las toman aún ahora en sus casas. Siguen con la utilización permanente de los celulares. No voy a generalizar, hay padres que sí tienen una supervisión parental con el uso de los celulares, pero la gran mayoría no.
(Foto: edweek.org)
NMI. ¿Algún profesor detectó alguna situación específica que les llamó especialmente la atención para asumir esta medida?
Eunice Witschi. Creo que nos dimos cuenta cuando empezamos a observar el cambio después de tomar las medidas. Eso sí te lo pueden decir, fue algo impresionante.
Ornela Meilijson, profesora de Biología. No solo en las clases. Una de las cosas que me llamó mucho la atención fue que ahora hay ruido de voces en el recreo. Los estudiantes están hablando más. Porque hay niños que son muy tímidos y les cuesta socializar. Antes salían de clases directo con los teléfonos y uno los veía por los pasillos así todo el tiempo. Ahora están obligados a hablar y realmente se oye bulla, se escuchan muchachos conversando.
NMI. ¿Ningún alumno se ha quejado por esta medida?
Liudmila Kariakin, profesora de inglés. Inicialmente había resistencia. “No, ¿cómo me vas a quitar el celular?”. Pero como fue un trabajo consistente y todo el equipo estaba firme con la normativa, llegó un momento en que ya tuvieron que ceder. Pero fue costoso, es como quitarle la droga a un adicto. Y hoy en día uno también tiene que reinventarse, porque antes yo podía mandar una guía en forma digital y ellos la tenían en el celular. Ahora tengo que buscar otras formas de hacer ese acercamiento, estamos regresando al lápiz y papel. Además, la neurociencia nos dice también que tomar apuntes a mano hace la relación mano-cabeza y facilita la memoria del aprendizaje. Para el aprendizaje lo mejor es utilizar la mano. Antes ellos tomaban una foto del pizarrón; ahora tienen que copiar, escribir, decir. Y los niveles de ansiedad en el aula bajaron también muchísimo.
NMI. ¿Cómo notaron esa reducción en los niveles de ansiedad?
Hernán Méndez, profesor de Teoría del Conocimiento para el programa de Bachillerato Internacional. Uno de los grandes cambios fue que antes teníamos la sensación de que el alumno no estaba en el aula. Estaban pendientes del bulto o de la caja donde estaba el celular, y estaban perdidos. ¿Cuál celular sonó? ¿A cuál celular se le encendió la luz? Y el docente seguía hablando sin rumbo. Ahora la sensación general dentro del ambiente escolar es que los niños están socializando. Ahora tenemos un ambiente ruidoso durante los recreos. Descubrieron que entre ellos pueden tener actividades distintas a estar pegados de una pantalla, y tú los oyes bailando, corriendo, jugando pelota, cosas que se habían perdido, porque todo el tiempo estaban con el celular en la mano y arrinconados por allí durante el tiempo de esparcimiento.
Eunice Witschi. Y hay que estar muy pendientes, porque ahora hacen tremenduras de verdad… (risas)
Hernán Méndez. De alguna manera ayudó a que volviéramos a cosas que ya estaban olvidadas. Ahora hay que estar pendientes de qué están haciendo en los baños, dónde se metieron, cosas como esas.
Selva Porley, profesora del Castellano. Antes en mis clases yo mantenía la situación bastante bien, obligándolos a que pusieran el celular dentro del bulto. Pero ¿qué pasaba? Los padres llamaban en horas de clase, y cuando ellos veían el teléfono me decían: “Es mi mamá, es mi papá”. La ansiedad era desesperante. Entonces se interrumpía la clase porque alguien tenía que atender el teléfono; los mandaba para afuera, volvían a entrar. Eso era imposible de manejar. Por eso, para mí fue muy buena la decisión de sacar los teléfonos del salón de clases.
NMI. ¿Entonces es unánime la consideración de que la medida ha sido muy positiva?
Eunice Witschi. Sí, y entre los padres también, desde el inicio. Cuando se planteó en las reuniones de padres la nueva normativa, yo diría que 98% estaban felices. Siempre hay alguien que no está muy de acuerdo, pero eso es normal.
Jany Páez. Los alumnos también. Yo llevo a los niños a hacer actividades fuera del colegio, a paseos, y en los viajes les quitaba los teléfonos. Al principio estaban muy reticentes, pero después al final decían: “Oye, qué bueno. Pudimos pasar unos días sin estar pendientes del teléfono”. Entonces ellos también se dieron cuenta de que estaban dejando de hacer cosas por estar pegados a la pantalla.
Carmen Graterol, profesora de Ciencias Sociales. Hay algo que quiero comentar. A mí me toca dos días por semana repartir los celulares a la hora de la salida. Y cuando los voy a repartir, es impresionante la ansiedad por el celular. A veces me dicen: “Me está llamando mi mamá, me está llamando mi mamá”. La ansiedad por agarrar el teléfono. Y en lo que salen, salen así, pegados al teléfono. Es impresionante. Ellos se “medio controlan” acá, pero una vez que salen el problema continúa. Ahora es en casa que se tienen que tomar las medidas.
NMI. ¿Ustedes le dicen eso a los padres, que en la casa debería controlarse también el uso de los teléfonos?
Carmen Graterol. Claro, siempre.
NMI. ¿Y cuál es el feedback de los padres?
Carmen Graterol. Yo he llegado a sugerir a los padres que apaguen el wi-fi de su casa a determinada hora.
NMI. Cuando nosotros éramos niños también se decía que la televisión nos tenía pegados todo el día a la pantalla.
Jany Páez. Pero esto es otra cosa. Porque los niños no duermen. Llegan aquí somnolientos porque están hasta las dos, tres de la mañana pegados a la pantalla.
Eunice Witschi. Sí, y a esa edad deberían dormir 9 horas o más. Es que es una adicción, el uso del teléfono es una adicción.
(Foto: infobae.com)
Jason Landaeta, profesor de Química. Si te has acostumbrado a criar a tus muchachos, a tus hijos, con un teléfono, que es como la niñera… Y lo digo porque actualmente soy padre, tengo un niño de dos años, y es difícil. A veces para uno lo más cómodo es que le pongo un ratico de televisión y puedo hacer lo que debo hacer en casa. Yo he visto en la calle mamás que andan con un bebé, y para que esté tranquilo en el coche le ponen un teléfono con un soporte especial, que yo nunca había visto, para que vaya tranquilo en el coche. Y pasan todo el rato, en el centro comercial o donde sea, con el niño pegado a la pantalla. Un niño de un año, año y medio. Entonces, ya eso afecta el desarrollo cognitivo. Le estás generando una adicción temprana. Es igual que consumir cocaína, igual que consumir azúcar, de hecho hay estudios que las comparan, cómo la sobreexposición a la pantalla es adictiva.
Doris Egui, coordinadora de primer, segundo y tercer año. Hay una situación bien importante: las conversaciones que se manejan por el celular. Nosotros perdimos el control de la comunicación entre los alumnos. En algunos momentos han llegado padres con unas conversaciones impresas donde se maneja una situación muy difícil, porque se presentan casos de bullying (acoso), comentarios negativos, muchas cosas las desconocemos. Los padres, quienes podrían ser nuestros aliados para canalizar esas situaciones como se les sugiere en las reuniones, a veces no lo hacen porque piensan que eso es algo privado del alumno y que ellos no tienen por qué estar revisando lo que conversa. Pero en las conversaciones entre ellos hay a veces un lenguaje absolutamente inadecuado. El irrespeto que existe entre algunos alumnos es sumamente importante, irrespeto que a veces trasciende hacia los padres del alumno al que le están mandando el mensaje. O sea que es muy algo difícil. Como coordinadora, siempre hago énfasis en que deben revisar los celulares de sus hijos, qué están manejando, qué están viendo, si están viendo pornografía, si están jugando y están apostando. El hecho de que los alumnos, como dijo la profesora Jany Páez, se duermen tarde por la madrugada, que cuando los padres se asoman el celular está debajo de la cobija y ellos siguen usando el teléfono, eso causa un daño ocular sumamente importante.
NMI. El bullying siempre existió, pero esta tecnología lo potencia.
Eunice Witschi. Y también lo oculta, porque no estamos al tanto, no lo vemos.
Los estudiantes responden: ¿Qué opinas de la prohibición de los celulares en el colegio?
Eli Jai González Uziel, segundo año.
Para mí, que hayan quitado el celular mejora algunos ámbitos pero también empeora otros. Si permitieran el celular se podría mejorar el rendimiento académico haciendo actividades online. Lo bueno es que los alumnos se desconcentran menos. Pero en mi opinión deberían regresarlos porque ayuda en las actividades online.
NMI. ¿Esas actividades online no puedes hacerlas en tu casa?
Sí, pero para no hacer las clases tan parecidas siempre, cambiar un poco para hacerlas más divertidas, por ejemplo en una clase al mes estaría bien hacer unos quizzes en el celular para así hacer más creativa la clase y que no sea aburrida.
Samuel Gorenstein, segundo año.
Opino que está mal que nos hayan quitado los teléfonos, ya que son algo que nos ayuda no solamente aquí sino en nuestra vida, y se está implementando más en cada ámbito de la vida, no solo en el colegio. Y si no nos enseñan cómo se usa tal vez nos quedemos atrás. También el teléfono puede tener muchas funcionalidades en clase, como que nos pidan que busquemos cosas de otras maneras. En vez de que tardemos mucho más tiempo, el teléfono hace que lo hagamos “volado”.
Abraham (apellido inaudible), primer año.
A mí me parece que deberían volver a permitir los teléfonos, ya que traen una mejor memoria cuando seas grande, porque te dejan tomar fotos, y porque el uso de los teléfonos cada vez avanza más. Por ejemplo, en clase de Castellano nos ponen a buscar una palabra en el diccionario, con el teléfono lo podemos hacer dos veces, muchísimo más rápido.
Lea Rotter, primer año.
Los niños siguen ocultando el celular en el bulto, así que no hay mucho cambio.
NMI. De todos modos ¿cuál crees que sea el efecto de que no se pueda usar abiertamente como antes?
Lo bueno es que hablamos más entre nosotros. La parte mala es que a nosotros nos gusta mucho usar el celular, y no estar con el celular es como frustrante.
Alice Bersins, primer año.
Yo opino que está bien y mal. Bien porque así los alumnos no se distraen y prestan más atención en las clases, pero mal porque a veces puedes estar aburrido en el recreo.
Lea Benzaquén, primer año.
A mí me parece que está bien no tener los teléfonos, porque eso nos obliga a socializar más y estar más con amigos, pero también es aburrido.
Armando Chocrón, cuarto año.
Depende, porque me parece que los niños se pueden concentrar más en clase, pueden sacar mejores notas, aprenden más. Y me parece malo porque pueden tener un espacio para poder utilizarlo, la comodidad de tenerlo.
Abraham Abayov, cuarto año.
También creo que tiene una parte positiva y una parte negativa. Me parece que los estudiantes se pueden concentrar más. Pero la negativa es que el celular es una forma de distracción. Como ya no lo tienen, no se pueden distraer en el recreo los que no son sociables.
Sharon Serruya, cuarto año.
A simple vista es bueno que nos quiten los celulares, pero también nos tienen que dar el derecho de elegir cuándo no usarlo y cuando sí, cuándo interesarnos en la clase y cuándo no, porque igual en un futuro nadie nos va a quitar el teléfono ni las cosas que nos distraen de nuestros intereses.
NMI. ¿Piensas que el aspecto malo pesa más que el bueno?
Uno tiene que saber cuál es el equilibrio. Estás en un colegio y tienes que aprovechar la educación. Si la vas a dejar por un teléfono, obviamente el teléfono llama más la atención y uno tiene que estar más ahí, pero nosotros tenemos que aprender a saber qué es importante de verdad.
Dov Kis, quinto año de bachillerato internacional (IB)
Opino que tiene sus beneficios, pero sinceramente no creo que estar todo el día sin teléfono es la solución para reducir nuestro uso. Podrían dejarlo usar en los recreos o en algún otro momento, pero estar todo el día sin el teléfono no me parece la mejor forma de reducir nuestro consumo de él, ya que en el momento en que volvemos a nuestras casas lo usamos más que nunca.
NMI. ¿No socializas más al no tenerlo en el recreo, por ejemplo?
Sí, pero hay momentos en los que necesito mi teléfono para poder hacer funciones dentro del colegio, funciones escolares o poder llamar a alguien, o poder buscar algo, que se han complicado más ahora. Por ejemplo, hay profesores que antes nos escribían por el grupo del año de WhatsApp “tenemos clase en tal salón”. Ahora nos quedamos diez minutos sin saber dónde está el profesor.