En vísperas de que se cumplieran la orden del rey Ajashverosh, inspirada por Amán, de que se exterminara a todos los judíos del Imperio Persa, “Y Esther dijo…Ve y junta a todos los judíos y ayunad por mí…Yo también ayunaré con mis doncellas…” (Meguilat Esther, 4:15-16)
Esther comprendía el grave peligro que enfrentaba el pueblo judío. Sí, ella arriesgaría de buen grado la vida por su pueblo. Pero, ¡qué situación desesperada! Aun cuando el rey le concediera gracia y aceptase sus ruegos, los decretos que llevaban el propio sello imperial permanecerían irrevocables. ¡Ni el propio rey podía anularlos! ¡Qué escasa probabilidad de éxito tenía su pobre intento! No obstante, Mordejai tenía razón; no había otra alternativa, y Esther estaba resuelta a no fallarle a su pueblo en la hora de la necesidad.
Mas le hizo este único pedido a Mordejai: “Que todos los judíos, jóvenes y viejos por igual, ayunen y oren durante tres días, hasta que sus ruegos lleguen al cielo y Dios se apiade de nosotros. Aquí en el palacio, yo y mis doncellas ayunaremos y oraremos igualmente, porque nada sino un milagro de Dios puede salvar a nuestro pueblo. Al cabo de tres días iré al rey, contraviniendo la ordenanza, y si perezco, que perezca…”
A Mordejai le fue difícil conceder el justo y juicioso pedido de Esther, porque el ayuno coincidía con la festividad de Pésaj. Pero como el destino del pueblo entero de Israel estaba en la balanza, Mordejai dispuso prontamente el ayuno, que fue aceptado por la totalidad de los judíos que vivían en las 127 satrapías del imperio persa. En todas las partes había gran duelo entre los judíos, ayunos y lamentaciones, y muchos yacían cubiertos de arpillera y cenizas.
En la ciudad de Susa, Mordejai convocó a su alrededor a los niños de los jedarim y las yeshivot. Cubiertos de arpillera y cenizas, a la usanza de los que están de duelo, los niños elevaban sus voces implorando y orando durante todo el día y toda la noche. Y cuando Dios vio a esos puros niños inocentes y oyó sus desgarradoras plegarias, se llenó de merced. “Por causa de los niños, Yo salvaré a Mi pueblo”, dijo el Eterno.
Entretanto, Amán supo que Mordejai había levantado un gran clamor en Susa y corrió al lugar en que este reunió a los niños. Allí le encontró, rodeado de 25.000 pequeños, orando todos con lágrimas en los ojos.
El ayuno de Esther comienza a las 5:32 am y termina a las 7:00 pm de este lunes 9 de marzo (13 de Adar)
No se ablandó el cruel corazón de Amán. “Vuestras oraciones no servirán de nada”, se burló. “¡Nada puede salvarlos!”, y ordenó a sus hombres encadenar a los niños y vigilarlos de cerca. “Los niños serán los primeros en morir”.
Con el corazón acongojado y llenas de pesadumbre, las madres se allegaron a sus amados hijos, llevándoles pan y agua. Pero los bravos pequeñuelos juraron que antes perecerían ayunando. “Aquí continuaremos con nuestro querido Mordejai hasta que se nos aparte de él por la fuerza”, afirmaron resueltamente.
En esos momentos, 12.000 sacerdotes que allí se encontraban, cada uno con su rollo de Torá y un shofar en los brazos, elevaron sus voces con plegarias y súplicas al Todopoderoso: “¡Oh Dios de Israel!”, clamaron, “Si Tu pueblo elegido pereciera, ¿quién estudiaría tu Torá? ¿Quién ensalzará Tu sagrado Nombre? Respóndenos, ¡oh! Dios, ¡respondenos!”. Luego, cada uno de ellos tocó su shofar, y el sonido del cuerno mezclado con las súplicas de los niños traspasaron los mismos cielos.
Fuente: tora.org.ar. Versión NMI.