Un día como hoy 5 de febrero, pero de 1840, se produjo un hecho de mucha trascendencia y muy poco conocido, que lleva por nombre el título de este artículo.
La situación que traemos al conocimiento público se produce tras la desaparición de un fraile capuchino, el italiano Padre Thomás, y su ayudante musulmán Ibrahim Amara.
Como consecuencia de estas misteriosas desapariciones, afloraron los conocidos prejuicios antijudíos del cónsul francés en Damasco, Ulysse Ratti- Menton, quien culpó directamente a los judíos de la ciudad, no solo de asesinar al fraile y su ayudante, sino de haberlos utilizado para un ritual litúrgico.
Evidentemente no era un hecho inusual utilizar a los judíos como chivos expiatorios de cualquier desgracia que ocurriera en un pueblo, ciudad o país; aquí lo extraordinario es que se trasladó al Medio Oriente un libelo de sangre que había sido prolífico en la Europa Medieval, donde los casos más renombrados fueron, por citar algunos ejemplos, el de William de Norwich en la Inglaterra de 1144, cuando se acusó a la comunidad judía de Norwich, sin prueba alguna, de la desaparición del niño William, lo que se tradujo en el inicio de una narrativa judeófoba que se repitió durante los siglos posteriores en Europa.
O como el caso del niño Hugh de Lincoln en la Inglaterra de 1255, donde se encontró el cuerpo del infante arriba citado, y por su puesto se acusó directamente a los judíos de asesinato ritual con el objeto de obtener su sangre para la Pascua judía, por lo cual fueron arrestados casi 100 judíos, ejecutados 18; y también podemos citar el caso del Libelo de Trento en la Italia de 1475, donde por la misma excusa ejecutaron a 15 judíos. Este caso en particular catapultó el antisemitismo en la Europa Central, incluso ese niño fue venerado como San Simón de Trento hasta entrado el siglo XX.
Grabado en madera de 1493 de la historia de Simón de Trento, el niño italiano cuya muerte fue atribuida a los judíos de la ciudad, 15 de los cuales fueron ejecutados; el niño fue beatificado
(Foto: ADL)
Volviendo al caso que nos ocupa, en cuanto a la introducción en el Medio Oriente de los libelos y prejuicios antijudíos, podemos expresar, sin temor a equivocarnos, que el caso de Damasco no quedó confinado a las fronteras de Siria, pues rápidamente se extendió a toda la región, potenciado en muchos casos por diplomáticos europeos que traian consigo ese flagelo venenoso que supieron inocular cuando se presentaba alguna penuria en la que la figura del chivo expiatorio calzaba a la perfección para culpar a los judíos, por circunstancias tan disímiles como la causa de una peste, el envenenamiento de un pozo de agua, la muerte o desaparición de un infante, la mala fortuna, las malas cosechas, en fin, el abecedario es largo.
Esos prejuicios que se iniciaron en Oriente Medio por el caso de Damasco, los podemos ver reflejados décadas después por líderes como Gamal Abdel Nasser, quien lideró la nación egipcia entre 1956 y 1970 y propició varios conflictos con el Estado de Israel como la Campaña del Sinaí de 1956, y la tan famosa para Israel y tan desastrosa para este personaje, la Guerra de los Seis Días de 1967.
Entre sus frases más virulentas hacia Israel y el pueblo judío, podemos citar: “Israel es una espina en el corazón del mundo árabe, no descansaremos hasta eliminarla” (1965). “Nuestro objetivo no es solo repeler la agresión, sino destruir a Israel” (mayo de 1967). O también “Egipto ha purgado a los elementos sionistas que traicionaron nuestra nación desde adentro”, con la que justificó la expulsión de los judíos que habían habitado en Egipto desde hacía muchos siglos, con una comunidad próspera y cercana a las 100.000 personas.
Ese afán por la destrucción del pueblo judío, y en la modernidad del Estado de Israel, “el judío internacional”, pareciera ser el único objetivo de vida de algunos personajes históricos o grupos; esto lo vemos reflejado hoy en Irán y sus movimientos aliados, cuyos fines son los mismos
Como vemos en la historia, ese afán por la destrucción del pueblo judío, y en la modernidad del Estado de Israel, “el judío internacional”, pareciera ser el único objetivo de vida de algunos personajes históricos o grupos; esto lo vemos reflejado hoy en Irán y sus movimientos aliados, cuyos fines son los mismos: destruir, desaparecer a Israel, un diminuto país de poco más de 20.000 kilómetros cuadrados rodeado de 22 países musulmanes que cuentan con grandes extensiones territoriales y que además poseen inmensos recursos petroleros, de lo cual carece Israel; el que a fuerza de ingenio y creatividad ha desarrollado un portento en tecnología, agricultura, medicina, energía solar, energía hídrica, abastecimiento de agua potable a través de la desalinización de agua marina etc.
El verdadero genocidio que tanto claman los antisemitas no se produce por una razón: porque Israel no tiene la más mínima intención de desaparecer a ningún pueblo o país, a pesar de tener la posibilidad militar para hacerlo. Por el contrario, los verdaderos genocidas, aquellos que no solo tienen la intención sino que —como Irán o Gamal Abdel Nasser— la manifiestan públicamente, desearían fervientemente eliminar al Estado de Israel, y por qué no, a todo el pueblo judío, pero no tienen las herramientas para llevar a cabo tamaña misión.
Recordemos que los verdaderos nazis, aquellos que se aliaron con el régimen fascista y supremacista de la raza aria, fueron el Mufti de Jerusalén, Hajj Amin al Husseini, y sus seguidores durante la Segunda Guerra Mundial, quien incluso se llegó a reunir con Hitler en Berlín el 28 de noviembre de 1941, donde declaró su deseo de que la “solución final” se extendiera a los judíos de Palestina y de todo el mundo árabe. Así como el mismo Gamal Abdel Nasser, quien acogió y protegió a Alois Brunner, un alto oficial nazi responsable de la deportación de más de 120.000 judíos a campos de exterminio, y quien fungió como asesor de Nasser en técnicas de interrogatorio y represión en la década de 1960.
Estas crónicas son solo unos pocos ejemplos de la evolución histórica del antisemitismo de la Europa Medieval al Medio Oriente, primero contra el judío y luego contra Israel, que es el “judío internacional”.
¡Am Israel Jai!
Para sus hijos Anabel y Meyer María Fernanda Mujica Ricardo* Pensar en Miriam Freilich, es recordar a una gran amiga....
1 Comment
Buenos días. Me parece un buen articulo que realiza un recorrido histórico sobre el antisemitismo que se ha ido desarrollando injustamente. Hay otro dato interesante que paso en la España de 1950, cuando el General Franco generaba ideas sobre los enemigos de España y en sus declaraciones hablaba sobre » El contubernio “judeo-masónico”
El dictador Francisco Franco sintió una enorme aversión personal hacia la masonería, que le llevó a denunciarla como uno de los grandes enemigos de España».
De una manera absurda juntaba a los masones con los judíos, esas ideas con el tiempo se fueron difuminando y olvidando, porque mucha gente colaboradores o no, se dieron cuenta que no tenían sentido ni justificación.