Rabino principal de la AIV
Guevurá sin Jésed no funciona. Guevurá es fuerza, rigor y Din (juicio). Jésed, su contraparte, es bondad, Guemilut Jasadim (buenas acciones) y amor al prójimo.
El rigor absoluto, y no matizado por la adecuada dosis de tolerancia, hace que el mundo se torne tan rígido que termina por quebrarse. No por casualidad la palmera (tamar) representa a Am Israel, pues la palmera tiene un tronco firme pero también flexible, que resiste la fuerza del viento que no consigue fácilmente arrancarla de raíz, como sucede con otros árboles más sólidos y pesados, y por eso mismo más rígidos. Además, la palmera da el delicioso fruto del dátil, uno de los siete productos por los cuales es distinguida y alabada la tierra de Israel (Devarim 8:8), y que simboliza la dulzura de la Torá.
Está escrito 24 veces en el Tanáj (la primera vez en Shemot 3:8) que la tierra de Israel Zavát jaláv udvásh, “mana leche y miel”. Pero aquí “miel”, como explican los jajamim, se refiere en realidad al dátil. La leche es símbolo de la vida, y por eso también símbolo de la Torá, pero el dátil, aquí mencionado como miel, simboliza específicamente sus mitzvot. La práctica de la Torá de ninguna manera debe resultar amarga, sino reconfortante y placentera como el sabor del dátil. Abraham Avinu, que representa el Jésed, fundó el legado. Su hijo Itzjak, que representa la Guevurá, lo consolidó. Pero Yaakov, hijo de Itzjak, que representa el Tiféret —la belleza del equilibrio entre Jésed y Guevurá—, lo preservó. Por eso, Yaakov tuvo el Zejut de ser llamado Israel, y de que sus hijos, encarnación de las 12 tribus, conformasen al pueblo de Israel que recibió la Torá ante el Sinai.
Esto es precisamente lo que conmemoramos todos los años, desde hace ya casi 3500, en la festividad de Shavuot. Y a pesar del tiempo trascurrido, la Torá mantiene su vigencia ahora más que nunca. ¿Acaso no fue ante el Sinai cuando se comenzó a hablar y a poner en práctica en el seno del Am Israel, de manera colectiva y sistemática, todo un conjunto de valores y principios que ahora nos resultan familiares, y en apariencia sumamente modernos? Valores y principios como la pureza de los alimentos, el aseo y la higiene personal, la importancia del estudio y la educación, la erradicación de la crueldad contra los animales, el monoteísmo como fundamento de la fraternidad universal, la atención activa y constante al pobre y necesitado en el amplio marco del concepto de Justicia Social; la igualdad ante la ley, la implementación de tribunales de justicia como órganos públicos de jurisdicción y competencia global y colectiva, la presunción de inocencia hasta que no se demuestre lo contrario, el respeto a la vida y la dignidad del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios (Bereshit 1:26); el matrimonio y la familia como piedras angulares de la sociedad; el derecho a un salario justo y devengado puntualmente por el trabajador, el derecho al reposo laboral (Shabat), la implementación del tiempo libre para dedicarlo al cultivo de la espiritualidad del ser humano, la solidaridad y el amor al prójimo, el respeto a los padres, maestros y ancianos; la honestidad y la sinceridad como base del comportamiento; y la búsqueda de la paz (Shalom) como propósito fundamental de la humanidad. Todo esto y mucho más se encuentra en la Torá, conformando un sinfín de normas y estatutos que despiertan, hoy en día, el reconocimiento y la admiración hacia Am Israel por parte de todas las personas sabias y justas de las demás naciones de la tierra. Pues así está escrito con respecto a las mitzvot (Devarim 5-6): “Guárdalas y cúmplelas, porque esta es vuestra sabiduría e inteligencia ante los ojos de los demás pueblos, que al escuchar de todos estos estatutos se dirán: ‘Ciertamente pueblo sabio y entendido, y nación grande es esta”.
Las palabras de Hashem dirigidas al pueblo de Israel ante el Sinai, que más de tres milenios después aún resuenan en los oídos de toda la humanidad, se inician con la impresionante declaración (Shemot 20:2): “Yo soy Hashem tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la Casa de la Servidumbre”, y justo a continuación se añade (Ibídem 20:3): “No tendrás otros dioses ante Mí”. Es decir, que primero se nos menciona el bien recibido, la libertad, pero luego se nos exige ser fieles y leales. Lo que significa que Hashem cuida de nosotros como un padre cuida de sus hijos (Jésed), pero que por nuestra parte debemos tener la firmeza y la constancia (Guevurá) de no abandonarnos al egoísmo y la frivolidad, que nos seducen y nos alejan de Él.
Esto nos enseña que para Hashem primero es el Jésed, y segundo la Guevurá. Pero también nos recuerda que lo uno sin lo otro conduce por un lado a la complacencia y el libertinaje, y por el otro a la intransigencia y el fanatismo. Por eso, los principios de Jésed y Guevurá están mencionados uno a continuación del otro. Justo después de Abraham, que es Jésed, vino Itzjak que es Guevurá. No sirve de nada reprender a un hijo a quien no hemos conseguido demostrarle el amor que realmente le profesamos.
También de estas palabras se aprende que en Hashem, y en ningún otro lugar, hallará el yehudí la verdadera solución a sus problemas, y la genuina senda de la realización personal. “Yo soy tu Dios” significa que en Hashem encontraremos la respuesta, y “No tendrás otros dioses” significa que no perdamos el tiempo buscándola inútilmente en otro lugar.
Shavuot nos recuerda que más allá de complejas filosofías, de ingeniosas ideologías, de atrayentes modas o de volubles caprichos, la vida debe ser conducida ante todo con Jésed pero también con la necesaria Guevurá, en su justa y exacta medida. Y ese constituye uno de los principios éticos fundamentales del judaísmo. En el Pérek 6 del Pirké Avot que leeremos el próximo Shabat, víspera de Shavuot, está una de esas cosas bellas que enseñaba Rabí Yeoshúa ben Levi: “Está dicho: ‘La escritura era escritura de Dios, grabada [Jarut] sobre las Tablas’ (Shemot 32:16). Pero no debes leer Jarut sino Jerut (libertad), pues libre es quien se dedica a la Torá, y a través de ella será enaltecido”. Solo a través de la Torá el judío alcanza la auténtica libertad, que es la libertad espiritual, el bien más preciado que le da la posibilidad de sentirse plenamente judío y comportarse como tal por encima de las presiones sociales y culturales.
3 Comments
Por favor, les agradezco me incluyan la sección de Obituarios en todos los envíos.
Gracias.
Michele Kolodner
Buenos días, gracias por comunicarse con NMI. Lamentablemente no disponemos del servicio de envío de obituarios.
Mis respetos, director. Interesante, esta exposición del rabino I.Cohen sobre Shavuot. Con el necesario contrapunteo permanente entre Bondad y Fuerza, para mantener un cierto equilibrio y una cierta justicia en las relaciones de todos tipos en nuestras familias, nuestras comunidades, nuestras sociedades, nuestras naciones. Muchas gracias. Feliz fiesta de Shavuot. J.P.Luneau, Periodista.