Beatriz W. de Rittigstein
El problema entre palestinos e israelíes no es por territorio. En verdad el problema es religioso; lo prueba la permanente incitación de las autoridades palestinas.
Nuevamente el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, expuso sus furibundos sentimientos antijudíos; en esta ocasión, en su discurso ante el Consejo Nacional Palestino en Ramala, en árabe y ante un público propicio. En ese evento, a Abbas lo reeligieron presidente del comité ejecutivo de la OLP y la renovación de los mitos judeófobos le sirvieron de herramienta política.
El antijudaísmo de Abbas es de larga data, y con este último discurso muestra que su afección social es incurable. Siendo encargado de las relaciones exteriores de la OLP, en 1982 Abbas recibió un doctorado del Instituto de Orientalismo de Moscú. En su disertación no solo negó el Holocausto, sino que también, y en forma contradictoria, fantaseó sobre un inexistente nexo entre el nazismo y el sionismo, lo que supuestamente repercutió en la masacre de millones de judíos. Además, adaptó los prejuicios antisemitas gestados durante el oscurantismo medieval y las teorías conspirativas con el fin de acusar al pueblo judío.
Abbas utilizó materiales propagandísticos nazis para desarrollar excéntricas fábulas. En 1984 su libro se imprimió en Jordania. Cabe destacar que la Autoridad Palestina reimprimió dicho texto que falsifica la historia, el cual se escribió hace cerca de cuatro décadas; no lo deben considerar un “error” de juventud.
Esas quimeras son una proyección de su realidad histórica, pues está comprobado que sectores árabes colaboraron con el eje; fue obvia la relación del Gran Mufti de Jerusalén, Haj Amin al-Husseini, con jerarcas nazis.
El problema entre palestinos e israelíes no es por territorio; de hecho, en 2000, bajo el auspicio de Bill Clinton, Ehud Barak ofreció 97% del territorio exigido por Arafat y, en 2008, Ehud Olmert mejoró la propuesta a Abbas; pero él rechazó ambas. En verdad, el problema es religioso, lo prueba la permanente incitación de las autoridades palestinas; Abbas ha repetido que los judíos que visitan el Monte del Templo en Jerusalén “profanan con sus sucios pies” un lugar sagrado del Islam. De ninguna manera aceptan la legitimidad del Estado judío, y por eso fracasaron los Acuerdos de Oslo.
Pese a conocer los auténticos sucesos, los propagandistas de la falsa causa palestina usan los engañosos argumentos engendrados por Abbas