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Rabino Eitan Weisman
E xisten dos tipos de calendario. El primero consiste en una base de cartón, sobre el cual vienen pegadas 365 hojas dispuestas en bloque (una por cada día del año), las cuales arrancamos y desechamos con el trascurrir de los días, y al finalizar el año solo nos queda el cartón vacío, y al no conseguirle utilidad, también lo descartamos.
El otro tipo de calendario del cual queremos hablar es la agenda, donde una persona que es empleada para realizar un proyecto, cuya remuneración depende del tiempo invertido, escribe en cada hoja las horas trabajadas. Cada día que pasa se acumulan más hojas llenas con información de las horas invertidas en el proyecto. Por supuesto que el dueño de este calendario no desecha una sola de las hojas que contiene la información. Al final del año, al ser entregada a sus jefes, recibirá su remuneración según lo que aparezca reflejado en ella. La utilidad de este tipo de calendario no se termina al finalizar el año, todo lo contrario, adquiere más valor.
Podemos extrapolar lo escrito anteriormente en nosotros mismos y hablar de dos tipos de personas.
Existen personas que, cada día que pasa, son como para desecharlas, al igual que lo hacemos con las hojas del primer calendario. Hurgando en su vida, no conseguiremos nada productivo ni trascendental. El resumen de ella consiste en comer, trabajar, ver televisión y dormir. Es como morir un poco cada día.
Por otro lado tenemos las personas que aprovechan al máximo cada segundo, viven la vida con intensidad. Cuando miran hacia atrás para ver lo que hicieron, están satisfechas de sus logros productivos y de lo que dejarán después de su partida física.
Así habla la Torá sobre nuestro primer patriarca Abraham: בימים בא זקן ואברהם - Abraham era zaquen (anciano) y ba bayamim, que en hebreo es sinónimo de anciano. ¿Por qué la Torá nos dice que era zaquen y ba bayamim si ambas fechas tienen el mismo significado? Explican nuestros sabios que ba bayamim no es solo un sinónimo de anciano, sino que es la descripción de cómo vivió su vida hasta llegar a ser anciano. No solo llegó a 100 años, una edad respetable, sino que además aprovechó cada uno de esos días. Ni uno solo pasó en vano, ninguno lo desperdició. Dentro de “su maletín” no había un día que no tuviera valor.
La meta de nosotros debe ser aprovechar cada día de nuestra vida y hacerla productiva. Para eso es esencial tener conciencia de que el tiempo se agota, de que cualquier día podemos abandonar físicamente este mundo; por lo tanto, debemos aprovechar el tiempo mientras lo podamos hacer.
La única manera de no morir es dejar en este mundo cosas productivas para que después de ciento veinte años, cuando ya no estemos aquí físicamente, nuestro legado se quede para siempre. Por ello hay que tener presente que el tiempo se agota y que cada momento es indispensable para dejar ese recuerdo.
Teniendo en cuenta todo esto, podemos entender una historia que a simple vista no tiene sentido en el Talmud.
En el Tratado Berajot, 31, se relata que “llegó Rav Hamnuna a participar en la boda de Mar, hijo de Ravina, y los sabios presentes le pidieron que cantara algo para alegrar a los novios. Rav Hamnuna los complació y estas fueron las palabras de la canción que entonó: ‘Vay Lan Demitnan, Vay Lan Demitnan’ (‘Lástima que al final moriremos, lástima que al final moriremos’)”. ¿Acaso esa era una canción apropiada para cantar en una boda? ¿Con estas palabras pensaba Rav Hamnuna trasmitir felicidad a los novios? ¿Qué alegría puede haber en saber que al final moriremos?
Debemos entenderlo así: la pareja recién casada está comenzando un largo camino juntos y una vida que será complicada, llena de retos y pruebas tanto físicas, como emocionales y espirituales, y es por esto que Rav Hamnuna les aconseja que siempre tengan presente en sus mentes que la vida es temporal, “como una estrella fugaz o como un sueño que se desvanece”. Que aprovechen cada instante para crear una bella familia y crecer juntos cada día. Que sepan que el tiempo que no fue utilizado jamás regresará. Una pareja que tenga presente esto será verdaderamente feliz, por esta razón esa era una canción alegre para el día de la boda.
Estamos en la puerta de un nuevo año. ¿Como será este año? Depende casi exclusivamente de nosotros cómo lo vamos a aprovechar, qué pensamos hacer. Tenemos que estar conscientes de que el tiempo que pasa no va a regresar. Por eso aprovechemos cada momento. No existe nada peor que mirar hacia atrás y ver que todo el tiempo pasó en vano.
Existen dos tipos de calendarios. Mejor es tener un calendario al final del año con todas sus hojas llenas de cosas productivas que utilizamos y aprovechamos al máximo, a tenerlo con todas sus hojas arrancadas, vacías y desechadas.
¡Shaná Tová Umetuká!