Debido al agravamiento de la crisis política en Israel, NMI publica —por segunda ocasión— dos opiniones divergentes sobre la reforma judicial que ha marcado la vida de los israelíes durante todo este año
Ben Dror Yemini*
Manifestantes bloquean la autopista Tel Aviv-Haifa durante el “Día de disrupción”, este martes 11 de julio
(Foto: AP)
Estos días quedarán registrados en los libros de historia, debido a las heridas abiertas causadas por la legislación destructiva que quiere imponer la coalición, incluso si se detiene el impulso legislativo. Los enemigos de Israel miran con placer esta crisis, pues su trabajo está siendo llevado a cabo por los fanáticos y demagogos israelíes que incendian el país. Las afirmaciones del líder de Hezbolá, Hassan Nasrala, de que la sociedad israelí es débil, no han estado nunca tan cerca de la verdad.
La historia dará nombres y la lista será larga. El primero de ellos será Benjamín Netanyahu. Todos los que afirman que buscan un compromiso, pero en realidad impiden que se alcance, están con los pirómanos. No tendremos que esperar mucho. Una violencia como la que se vio recientemente en Francia, después de que un adolescente fuera asesinado a tiros por la policía, pronto se repetirá aquí, y los fanáticos avanzan para llevarnos allá.
No existe equivalencia. Los que están en el poder cargan con la mayor responsabilidad. El régimen detenta el poder. Los líderes israelíes han olvidado que la democracia es más que el gobierno de la mayoría, mientras que los manifestantes olvidan que, a veces, eso es exactamente lo que significa democracia. Pero la situación de Israel es más complicada de lo que inicialmente se creía, porque la coalición no presenta argumentos de derecha: repiten afirmaciones hechas por expertos legales durante las últimas décadas, quienes advertían sobre un poder judicial hiperactivo y una aplicación de la ley hambrienta de poder.
Pero sustituyen los males del sistema judicial por males mayores y abusos de poder. En lugar de jueces, tendremos operativos del Likud locos por el poder, y hooligans que escupen odio al servicio del gobierno. Ante tal perspectiva, los jueces extralimitados son preferibles. Esta es la protesta más sionista que Israel haya visto jamás, porque lucha por el alma misma del sionismo y contra un futuro oscuro que solo traerá calamidades.
Los líderes israelíes han olvidado que la democracia es más que el gobierno de la mayoría, mientras que los manifestantes olvidan que, a veces, eso es exactamente lo que significa democracia
Por eso la protesta es justa, más que en cualquier otro momento de la historia de Israel. Se enfrenta contra la dictadura de una mayoría compuesta por fanáticos ultraortodoxos que se niegan a servir en el ejército, participar en la fuerza laboral o ser miembros productivos de la sociedad de Israel, junto con nacionalistas radicales.
Ya se pueden ver los primeros signos de la implosión de Israel. Nunca ha habido tanta polarización ni tanta desesperación. Nunca tantos dijeron que se niegan a participar en la defensa de la patria, nunca un gobierno en el poder hizo tanto daño tan rápidamente. En cualquier sistema de medida ha fallado. La deuda de Israel ha crecido, mientras que su PIB cae y las inversiones se reducen. Los manifestantes no tienen la culpa. Netanyahu, quien ostenta todo el poder, ha optado por abandonar el país a los fanáticos.
Qué trágico. Un compromiso estaba al alcance de la mano. Uno que limitaría el activismo judicial y reforzaría el equilibrio de poder entre las autoridades. Uno que abordaría las críticas a los tribunales pero que no perjudicaría el estado de derecho. Con algo de buena voluntad, Netanyahu podría haber sido el que lograra la reconciliación nacional. Podría haber reunido a personas serias que articularan el compromiso. Él sabe quiénes son, y ve las encuestas que indican que la mayoría de los israelíes esperaban tal acuerdo.
Los líderes de la oposición, los manifestantes y Netanyahu deben detener la caída del país en el abismo, y luchar por llegar a un compromiso.
*Periodista y analista político.
Fuente: Ynet (ynetnews.com).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.
Merav Sever*
Una de las reuniones entre los partidos políticos que están a favor y en contra de la reforma, en la residencia presidencial en Jerusalén en marzo pasado
(Foto: GPO)
“Eres una buena persona, pero realmente no entiendes la reforma judicial”, le dijo el teniente coronel Oren Shvil a Tsega Melaku, legislador del Likud, durante un reciente panel sobre la controvertida legislación. Yo también recibí una respuesta similar cuando traté de explicarle a Shvil que las palabras «dictadura» y «régimen» no describen la situación actual en Israel.
Quienes se oponen a la reforma judicial no pueden comprender el hecho de que la otra parte tiene cerebro y es capaz de pensar por sí misma. En la mente de Shvil, no hay manera de que yo estudiado el material y llegado a una decisión informada.
Shvil, quien vino a luchar contra la «dictadura», es miembro del grupo Ajim Laneshek (Hermanos de Armas), que silenció a los representantes del campo que apoya la reforma judicial. No se equivoquen: aquí no hay lucha por la democracia, sino solo la expresión de una única opinión correcta.
Ajim Laneshek lleva a todo Israel sobre sus hombros, declaró el mayor general Guy Zur momentos después de que el mismo canal trasmitiera imágenes del funeral del sargento Shilo Yossef Amir, quien murió en el ataque terrorista de Kedumim. Esto después de unas semanas desgarradoras, en que la comunidad religiosa sionista ha perdido a sus mejores hijos en Beit El, Eli y el kibutz de Meirav. Entre los estudiantes de Hesder Yeshivot, que combinan los estudios de la Torá con el servicio militar, la tasa de alistamiento para el servicio de combate ronda el 80%.
La conducta de los líderes de las protestas contra la reforma y sus representantes en la Knesset demuestra que, en lo que a ellos respecta, solo existe una verdad. Las conversaciones organizadas por el presidente Itzjak Herzog para tratar de llegar a un compromiso sobre la legislación fueron una pérdida de tiempo.
La conducta de los manifestantes y sus representantes en la Knesset muestra que piensan que ellos son los únicos que tienen razón y que todos los demás están equivocados
Pero recordemos que Gideon Saar, ahora miembro de la oposición, se comprometió en 2016 a limitar la “cláusula de razonabilidad”. En 2019, mucho antes de que Yariv Levin se convirtiera en ministro de Justicia y comenzara a impulsar la reforma, el juez de la Corte Suprema Noam Sohlberg dijo que la Corte estaba usando la cláusula de razonabilidad de manera desproporcionada, agregando que el poder judicial estaba asumiendo el papel de formulador de políticas, algo que no está autorizado a hacer.
Cuando se estaban llevando a cabo las conversaciones en la residencia del presidente para limitar la cláusula de razonabilidad, solo a los funcionarios públicos en el marco del derecho administrativo —en lugar de a los funcionarios electos—, el ex presidente de la Corte Suprema, Aharon Barak, dijo que esa medida sería apropiada.
Los partidarios del proyecto de ley se basan en decenas de casos en que la Corte Suprema ató las manos de los legisladores que buscaban combatir a los terroristas. Pero la forma en que los líderes de la protesta se sientan en estudios con aire acondicionado y anuncian que van a infringir la ley sin repercusiones, ilustra su importancia personal y su creencia de que están por encima de la ley. Son los únicos que pueden decidir lo que es razonable.
El superintendente Avshalom Peled dijo en la Knesset que los manifestantes contra la reforma están siendo tratados con delicadeza, en comparación con muchas otras protestas anteriores en la historia de Israel. Durante años, la policía ha utilizado pistolas paralizantes en manifestaciones de los ultraortodoxos, muchas veces causando graves daños. Pero solo ahora los profesionales médicos han pensado en presentar una petición para evitar su uso contra los manifestantes. Porque cuando se trata de manifestaciones, algunos sectores pueden ser tratados con violencia, pero ciertamente no los manifestantes contra la reforma.
*Periodista.
Fuente: Israel Hayom.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.