El 10 de mayo de 1933, es decir un día como hoy pero hace 90 años, se dio inicio a una de las actividades más aberrantes de la Alemania nazi, la llamada “Guerra Cultural”, cuando los mismos estudiantes y profesores fanatizados con la ideología nacionalsocialista quemaron miles de libros en 21 ciudades universitarias en Alemania, la gran mayoría de autores judíos o comunistas.
Hitler tenía pocas semanas en el poder, desde enero de ese año, y los encargados de enseñar, de trasmitir el conocimiento y la cultura en unión a los recipientes de dichos conceptos, es decir los maestros y los educandos, querían demostrarle al propio Hitler su adhesión férrea y absoluta al proyecto ario de raza superior, que tenía como propósito extenderse a toda Europa y luego al resto del planeta.
La ideología nazifascista, esclavista y sanguinaria que represento el III Reich tenía como plataforma juvenil el antisemitismo de las organizaciones estudiantiles, que se venía ventilando con fuerza desde finales de la década de 1920, inclusive alegando que los judíos tuvieron parte importante en la pérdida de la Primera Guerra Mundial. También detestaban a la República de Weimar, encontrando en el nacionalsocialismo un bastión para desarrollar su xenofobia y racismo, por lo que muchos tuvieron cabida en los rangos de varias instituciones nazis.
Toda esta situación fue analizada por el genio malévolo de la propaganda, Joseph Goebbels, quien la aprovechó para articular un gran movimiento en las comunidades culturales, estudiantiles y profesorales, donde se exponía toda la tesis panfletaria antijudía para posteriormente inundar a la sociedad de la misma, originando el desprecio público a lo judío, estigmatizándolo con todo tipo de epítetos negativos y dibujándolo con figuras desgarbadas y grotescas.
Ese día 10 de mayo de 1933 se quemaron más de 25.000 libros, en esa locura orgásmica de la sinrazón, en donde Joseph Goebbels pronunció un discurso en Berlín ante más de 40.000 personas y entre otras cosas dijo: “No a la decadencia y a la corrupción moral”. Qué cosas dicen los dictadores, los asesinos, los genocidas.
Entre otros autores fueron quemados libros de: Ernest Hemingway, Arthur Schnitzler, Karl Marx, Bertolt Brecht, August Bebel, Heinrich Mann, Ernst Glaser, Erich Kästnery, Thomas Mann (Premio Nobel de Literatura en 1929), entre otros.
Estos hechos aberrantes sin duda eran el presagio de que primero quemarían las ideas (o lo intentarían), para después quemar los cuerpos, millones de cuerpos calcinados por la barbarie enloquecida, por la prepotencia de un personaje que despertó la judeofobia acumulada históricamente, convenciendo a las masas acerca de la pureza de su raza: altos, de cabello amarrillo y ojos claros, aun cuando ese individuo perverso era pequeño, de cabello y ojos oscuros y ni siquiera era alemán, lo que demuestra lo peligroso del lenguaje, lo pernicioso para la sociedad de un líder carismático, gran orador, con ideas radicales, divisionistay depredador.
La sociedad debe estar siempre atenta a estos signos, que después de la lujuria que conlleva la victoria electoral, viene con total seguridad el sablazo de la realidad, el hambre, el desempleo, la inflación, la migración de sus habitantes y la desinversión extrajera por la inseguridad jurídica, los conflictos bélicos, la desesperanza, que son algunos de los flagelos más visibles de estas situaciones y que emergen como hongos, aprovechándose de las necesidades primarias de una mayoría poblacional abatida y cansada de tantas penurias.
A contrapeso de todo lo narrado, el pueblo judío, el “pueblo del Libro”, está celebrando esta semana Lag Baomer, donde se encienden hogueras que simbolizan la luz que trajeron las enseñanzas del sabio Shimón Bar Yojai, quien reveló el principal trabajo sobre la mística judía, el Zohar.
Rabí Shimón Bar Yojai nació hacia finales del siglo I en Galilea, actual Israel, y es considerado uno de los grandes eruditos del pueblo judío, autor de la Cábala.
Qué gran diferencia entre el fuego de la creación, inspiración y conocimiento que nos convoca a iluminarnos, a ser faros de luz, con el fuego de la destrucción del ingenio que nos lleva a las tinieblas.