Me encuentro en la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, participando en nombre de la comunidad judía venezolana en el Primer Encuentro de Líderes Judíos y Musulmanes de América Latina, organizado conjuntamente por el Congreso Judío Mundial y la Liga Islámica Mundial, con el apoyo del Congreso Judío Latinoamericano.
Hicimos presencia más de 40 líderes de 12 países latinoamericanos, e inclusive dos representantes femeninas de la Liga Mundial Islámica venidas desde Arabia Saudita; ellas son Aman Alasmari y Maram Alkarkosh.
Les comento que me siento aún más motivado a continuar con el trabajo que hacemos en Venezuela con las actividades interreligiosas, profundizándolas en grado superlativo, ya que todavía nos encontramos muy distantes de las buenas prácticas que se realizan en otros países entre ambas comunidades religiosas que han llegado a un grado de compenetración asombrosa, como es el caso del Sheik Jihad Sleiman, presidente de la Comunidad Islámica de Córdoba (Argentina) y miembros de la comunidad judía de Córdoba y de Buenos Aires, en donde comparten con mucha frecuencia visitas a la mezquita por parte de los líderes judíos, y a la sinagoga por parte del Sheik y otros miembros de su congregación, y además se encuentran en celebraciones religiosas de ambas confesiones, comidas y un largo etcétera.
Los delegados internacionales que acudieron a la cita en Buenos Aires
(Foto: CJL)
Como estas buenas prácticas, también fuimos testigos de tantas otras, contadas en este encuentro, que me han insuflado una esperanza real de que debemos seguir aunando esfuerzos, recursos y capacidades para cambiar la visión de la gente en cuanto a que hay un conflicto irreconciliable y milenario entre judíos y musulmanes, lo cual no solo es falso, sino que a través de la historia está más que demostrado que han podido vivir en paz y armonía, profesando cada quien su fe, costumbres y tradiciones sin mayores sobresaltos.
Es cierto que como consecuencia de la creación del moderno Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, países árabes vecinos atacaron infructuosamente al joven Estado judío en diferentes ocasiones: en 1948 en la llamada Guerra de Independencia, en 1956 con la Campaña del Sinaí, en 1967 con la Guerra de los Seis Días, cuando Israel logro recuperar la Ciudad Vieja de Jerusalén y su sector oriental, reunificando la capital eterna del pueblo judío. La última gran guerra fue en 1973, en Yom Kipur. Pero esas décadas de hostilidades son solo un paréntesis de las buenas relaciones que se han tenido a lo largo de la historia.
Hoy en día Israel mantiene relaciones diplomáticas con varios enemigos de mediados del siglo XX, como con Egipto desde el 26 de marzo de 1979, cuando se firmó el acuerdo de paz en Washington entre el presidente egipcio Anwar el-Sadat y el primer ministro israelí Menajem Beguin; con el Reino Hachemita de Jordania se firmó la paz el 26 de octubre de 1994 en el Valle de Aravá, que queda en la frontera entre ambos Estados, tratado que contó con la rúbrica del primer ministro jordano Abdesalam Al-Majali y el primer ministro Israelí Itzjak Rabin.
Con Aman Alasmari, representante de la Liga Mundial Islámica, quien acudió al encuentro desde Arabia Saudita
(Foto: Miguel Truzman)
Ambos tratados se encuentran vigentes y gozan de buena salud, así como los Acuerdos de Abraham firmados desde 2020 con los Emiratos Árabes Unidos, el Reino de Bahréin, Sudán y Marruecos. Y existe una lista de países musulmanes que se encuentran a la expectativa de unirse a la coalición por la paz y prosperidad en el Medio Oriente.
El tema que ha llenado los titulares de los últimos años ha sido el conflicto palestino-israelí, aprovechado por grupos islamistas radicales como Hezbolá, Hamás o la Yijad Islámica para crear una tensión continua con el Estado de Israel, y que la gran mayoría del público asocia con un conflicto entre el mundo islámico y el mundo judío, aun cuando a todas luces se ve que estas situaciones se dan entre fracciones de grupos terroristas, que inclusive atentan contra sus propios hermanos de fe si no cumplen al pie de la letra la palabra del profeta expresada en su libro sagrado el Corán, según su restrictiva interpretación.
Distintos pero no distantes será nuestra acción de vida, para acercarnos no solo a nuestros hermanos musulmanes sino a todas las corrientes religiosas y de pensamiento que hacen vida en nuestro país, porque todos somos parte de una misma familia, la familia humana.