Discurso Directora: Eunice Witschi
Discurso graduación 2018 Por primera vez en mis casi 40 años de trabajo en el colegio una graduación se lleva a cabo en este recinto. Lamentablemente tuvimos que esperar a que el número de graduandos disminuyera lo suficiente para que todos ustedes, futuros bachilleres, sus padres, abuelos, tíos, primos y amigos cupieran. Este espacio es el lugar natural para realizar este acto formal de entrega de los títulos de bachiller. Aquí, casi todos pasaron cinco años de su vida creando recuerdos imborrables y formando lazos de amistad.
Aquí se divirtieron en las actividades organizadas por el centro de estudiantes, sufrieron con los exámenes y se rebelaron contra la autoridad. Es aquí, entonces, donde deben despedirse definitivamente de sus años escolares para entrar en el mundo adulto. Algunos ya lo han hecho, unos tardarán un poco más y otros, tal vez llegaran a viejos comportándose como muchachos, pero estoy segura que, de estos espacios que nos rodean ahora, no se olvidarán jamás. Mírenlos bien, porque esas imágenes de tiempos pasados atesoran en cada recuadro momentos y personajes que hoy son historia, quizás en un futuro alguno de ustedes esté allí; tienen para escoger: cantantes como Jim Morrison o Bono, emprendedores en negocios multimillonarios como Bill Gates o Steven Spielberg, militares en el zahal como Moshe Dayan o tal vez como presidente de la República de Venezuela.
Quién quita. Cuando esto ocurra será un éxito que todos celebraremos, el éxito obtenido a través del trabajo honesto, la dedicación al 100%, el compromiso, la constancia, la perseverancia a pesar de los fracasos. Porque van a fracasar, eso no lo duden, todos lo hacemos, pero levantarse de ese fracaso para seguir adelante, eso es lo difícil. Se llama superación. Un ejemplo que reconocerán: A Disney, lo despidieron dos veces de periódicos en los que trabajaba como ilustrador por tener poca imaginación.
El éxito, y ustedes lo saben bien, jamás será completo si no va acompañado de puntualidad, interés, motivación, solidaridad hacia los que menos tienen, respeto hacia todo ser vivo pero especialmente hacia aquellos que te atienden con la mejor intención, y sobre todo gratitud. Dar las gracias, y no automáticamente, es un ejercicio que deberían practicar toda la vida. La ingratitud es la hija de la soberbia decía Miguel de Cervantes. ¿Y cómo se aprende todo eso? Una parte aquí, en la escuela. Aunque les parezca que no fue así, lo que vivieron estos cinco años, los transformó.
El proceso educativo hace algunos milagros. Muchos de ustedes no son los mismos que llegaron en el 2013. Las hormonas hicieron bien su trabajo y el colegio hizo bien el suyo, lo verán en un futuro no muy lejano. Sin embargo los cimientos de lo que ustedes son y serán están en su casa, en la familia que los cobijó en estos cortos 17 años, ustedes son el reflejo de sus padres, de sus valores, de su conducta, de su protección y amor.
Ya lo decía Jean Jacques Rousseau, un buen padre vale por 100 maestros. Nosotros los vemos todos los días. Agradezcan lo que han recibido y sobretodo no olviden. Para terminar una frase de Margarite Yourcenar, tomada de su libro “Memorias de Adriano”:
Hay tres líneas en la vida de todo ser humano, nunca son una horizontal y dos perpendiculares, son líneas sinuosas, perdidas al infinito, constantemente próximas pero también divergentes: lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser y lo que fue….para ustedes y parafraseando: Cuando sean lo que creen ser, traten de ser lo que quieren y mejoren siempre lo que realmente son Que la felicidad se multiplique 18 veces…