Hoy 18 de junio, al escribir este artículo, nos encontramos con que es el Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio, según resolución de las Naciones Unidas del año 2021, que tiene por finalidad promover el diálogo y la tolerancia interreligiosa e intercultural.
Las Naciones Unidas definen el discurso de odio como “cualquier tipo de comunicación de palabra, por escrito o a través del comportamiento, que ataque o utilice lenguaje peyorativo o discriminatorio en relación con una persona o grupo de personas, sobre la base de quiénes son, en razón a su religión, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad”.
En Venezuela contamos con la Ley Orgánica Contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia, promulgada en el año 2017, que cuenta con 25 artículos y el N° 20 establece:
“Quien públicamente incite al odio, la discriminación o la violencia contra una persona o conjunto de personas en razón de su pertenencia real o presunta a determinado grupo social, étnico, religioso o político, será sancionado con prisión de 10 a 20 años”.
Si bien es cierto que las Naciones Unidas han ideado un conjunto de medidas y estrategias en la prevención y combate de este fenómeno, como por ejemplo:
La verdad es que a la vista de lo que viene sucediendo en el caso del conflicto entre Israel y los grupos terroristas tanto en Gaza como en el Líbano, Yemen y Siria, desde la invasión y masacre cometida por Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre pasado, la respuesta de la ONU ante la inmensa ola de antisemitismo proferida por todo tipo de medios, que ha conllevado millones de mensajes muy explícitos de odio contra Israel o los judíos, este organismo paquidérmico e ideologizado ha sido un total fracaso, tanto en su estrategia como en el plan de acción.
Por si fuera poco, mañana 19 de junio al publicarse este artículo, las Naciones Unidas celebran el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos Armados, que tiene por finalidad concienciar sobre este fenómeno, honrar a las víctimas y rendir tributo a todas las personas y organizaciones que combaten este flagelo.
Pasaron casi dos meses para que la sección Mujeres de la ONU emitiera una escueta declaración solicitando investigar los sucesos del 7 de octubre, lo cual se produjo a finales de enero de este año, cuando la representante especial del Secretario General de la ONU, Pramila Patten, viajó a Israel por 17 días para recopilar información sobre este tema, contando con un equipo de expertos compuesto por nueve personas. Ellos visitaron todas las localidades donde se produjeron los ataques, así como Ramala en Cisjordania; se reunieron con funcionarios y sociedad civil palestina, revisaron 5000 imágenes fotográficas de la masacre en el sur de Israel, entrevistaron a 34 personas entre sobrevivientes, rehenes liberados y testigos, médicos y paramédicos que arribaron a los sitios de la masacre, y concluyeron en forma clara y convincente que se utilizó en forma general y como un patrón común ya preestablecido por los terroristas, la violencia sexual como elemento desmoralizador de la nación judía, y en definitiva como arma de guerra.
A pesar de que estos temas están actualmente en el calendario de la ONU para su observancia, estudio e implementación de políticas, estamos muy lejos, a años luz, de que tanto el discurso de odio como la violencia sexual aplicada en los conflictos armados disminuyan
Como podemos observar, a pesar de que estos temas están actualmente en el calendario de la ONU para su observancia, estudio e implementación de políticas, estamos muy lejos, a años luz, de que tanto el discurso de odio como la violencia sexual aplicada en los conflictos armados disminuyan; todo lo contrario, ya que mientras la ideología y los intereses políticos o económicos sigan siendo lo que prevalezca en la toma de decisiones, nada cambiará.
Debemos hacer un esfuerzo sublime para educar en la paz, en la fraternidad, en aislar a los radicales, a los extremistas que son los que empujan a la sociedad hacia el caos. Definitivamente los buenos somos más, pero si no hacemos lo correcto, si miramos para otro lado, si somos indiferentes, esa mayoría solo será en números. Vamos todos a esa misión de vida, de libertad; nuestros hijos y nietos merecen un planeta sin odios y rencores, tanto milenarios como de nueva data.