En primer lugar, quiero agradecerle a Hashem el hecho de que todos nos encontremos presentes, tomando en cuenta la situación que estamos viviendo por la pandemia del Covid-19. También quiero dar las gracias a los directivos, profesores, representantes y familiares en nombre de la promoción LXI “Unidos a pesar de la distancia”, por hacer posible este día tan esperado por nosotros.
Hoy miramos hacia el futuro, ansiosos por saber qué nos depara ese lugar que veíamos tan lejano el primer día que entramos al liceo con nuestra camisa azul, cuando nos sentíamos tan extraños ante todos los cambios que estaban pasando a nuestro alrededor. Todos emocionados y llenos de nervios por entrar al liceo, pensando que el primer día recibiríamos una bienvenida no tan especial por parte de los niños mayores, pero al saber que solo iba a estar primer año nuestras preocupaciones se fueron, al igual que nuestros padres al terminar la introducción de bienvenida.
Pasó el tiempo, y llegaron las fechas más estresantes para un alumno de primer año, EXÁMENES, para los cuales algunos nos desvelamos estudiando y otros no tanto. Sin embargo, siempre teniendo presente el apoyo por parte de nuestros profesores en esta nueva etapa de nuestras vidas. Luego llegaron los seminarios, donde disfrutamos y nos conocimos más como promoción. Después llegaron los viajes: Mérida, la Gira, Chuao donde tuvimos la oportunidad de conocernos en otros ambientes.
También estuvieron presentes las planchas, donde los que formaban parte de este grupo no dormían en la semana electoral, preparando todo para que saliera perfecto. Los demás apoyando desde las gradas, gritando como nunca, causando que después estuviéramos roncos. Y por supuesto, nuestro quinto año, en donde empezamos con los gritos de la Gira, cosa que veíamos tan lejana y se convirtió en una realidad. Algunos pensamos que este quinto año iba a ser difícil y que iba a pasar lentísimo, pero la realidad fue otra. Sí, fue más difícil de lo que pensábamos, y no por el hecho académico, sino porque no nos imaginábamos que nuestros últimos meses juntos los tendríamos que pasar separados. Sin embargo, hoy al estar aquí enfrente de todos ustedes se puede ver que está presente un sentimiento de perseverancia, el cual como promoción, y como personas que se dirigen hacia diferentes partes del mundo, nos dota con muchas herramientas.
Nos tocó ser compañeros por casualidad, pero a través de estos años nos convertimos en amigos por elección. A lo largo de este tiempo nos hemos transformado en los individuos que somos hoy en día, por las experiencias que hemos vivido en esta etapa de nuestras vidas. Donde reímos, lloramos y compartimos muchísimas cosas, lo cual nos convierte en tripulantes de un mismo barco, el cual está a punto de llegar a la costa y sus pasajeros están por separarse para tomar su propio camino, pero hay que darle valor a lo vivido porque experiencias como las nuestras dejan huella. Juntos hemos hecho que esta etapa de nuestras vidas se vuelva inolvidable.
Aunque nos separemos y vayamos a diferentes lugares, debemos ser fieles a nosotros mismos y no dejar que el mundo exterior nos diga qué hacer. El cambio es inevitable y el tiempo no se detiene, por lo que debemos construir un camino hacia el futuro donde hallan valores y principios.
Puede que suene un poco cliché, pero a lo largo de estos años en el colegio me di cuenta de que “el conocimiento es poder”. Como dijo Oprah Winfrey, “la educación es la llave para abrir el mundo, un pasaporte a la libertad”. Y sí, es completamente cierto, el saber ayuda a que tengamos herramientas y no vivamos en una ignorancia que nos limite. Cuán importante es el colegio, pero a medida que íbamos avanzando queríamos que finalizara. Sin embargo, ahora que llegó el momento deseado queremos regresar el tiempo. Lo que debemos tener presente es que ese conocimiento y ese desempeño que hemos tenido a lo largo de esta etapa no habrían sido posibles sin la excelencia de nuestro maravilloso colegio.
Yo tengo por seguro que cada uno de los integrantes de nuestra promoción LXI vamos a convertirnos en hombres y mujeres exitosos, sin importar la distancia ni lo que elijamos hacer, y parte de ese éxito será retribuido a todos los valores y principios que nos inculcaron nuestros padres y que desarrollamos en el colegio, con ayuda de nuestros profesores y sus enseñanzas, como la formación judía que recibimos y debemos mantener presente para que pronto todos estemos en ÉRETZ ISRAEL.