Raquel Markus-Finckler*
Hoy Goliat devoró a David
Hoy se lo tragó completo y lo devuelve en pedazos, en jirones de cuerpos
Hoy David permanece en un ataúd blindado y la llave de su candado no funciona
(como si nos hiciera falta otro recordatorio de lo que realmente es)
Hoy habrá que forzar el ataúd para sacar a David de esa jaula de hierro oscura para poder enterrarlo como se merece
Hoy habrá que llamar a un forense para que identifique a quién pertenece qué pedazo de cuerpo,
para que pueda ponerle nombre y apellido a un dedo, a un poco de cabello rojizo, tal vez a algún diente
Hoy estoy parada al lado de la carretera esperando por la caravana que lleva a casa a los cuerpos de David
David de 9 meses
David de 3 años
David madre y mujer
David octogenario que solía trabajar por la paz
Y la única paz que hoy encuentra David es la que envuelve el silencio de los cementerios
¿Acaso los judíos y sionistas merecemos otra clase de paz?
Y no quiero respuestas a esa pregunta
Y hoy no tengo palabras
Hoy más que nunca ellas no alcanzan ni abarcan
Hoy mi alma permanece en silencio
Desolada
Hoy ni la poesía me salva
2 Comments
Para el mundo que mira en silencio:
No hay mayor injusticia que el sufrimiento ignorado. No hay mayor crueldad que el dolor negado.
La familia Bibas no es solo un nombre en las noticias, no son solo cifras en un conflicto. Eran un hogar lleno de risas, sueños y abrazos. Eran un padre y una madre que protegían con amor, dos pequeños con ojos brillantes, ajenos al odio que los arrancaría de la vida.
¿Qué culpa tenían los niños, sino la de haber nacido? ¿Qué crimen cometieron, sino el de existir?
Los tomaron, los arrancaron de los brazos que les daban seguridad, los hicieron desaparecer en la oscuridad de un horror que el mundo se niega a mirar. Y mientras ellos gritaban, el mundo callaba.
Hoy, lloramos por ellos. Por su risa interrumpida, por los abrazos que nunca volverán a dar, por los pasos diminutos que nunca crecerán. Lloramos por cada vida secuestrada, por cada alma asesinada, por cada familia que jamás volverá a ser completa.
Pero el mundo no llora. El mundo debate. El mundo justifica. El mundo se esconde detrás de excusas, de discursos vacíos, de una indiferencia que duele tanto como la violencia misma.
A quienes han elegido mirar hacia otro lado, a quienes justifican el terror, a quienes niegan nuestra humanidad: ¿qué más necesitan para sentir? ¿Cuántas vidas más deben ser arrancadas para que sus corazones se conmuevan?
La sangre que se derrama no pregunta por ideologías. El sufrimiento de una madre que pierde a su hijo no entiende de banderas. El dolor es universal, el horror es absoluto.
Y sin embargo, seguimos aquí. Lloramos, pero no olvidamos. Nos duele, pero no nos rendimos. Porque su luz nunca se apagará, porque su memoria será un testimonio vivo de lo que el mundo quiso negar.
No hay palabras en ningún idioma que puedan borrar el dolor de esta pérdida, ni tinta suficiente para escribir el luto que llevamos en el alma. Las lágrimas son oraciones silenciosas, gritos que el corazón no puede sostener, ecos de una herida que nunca debió abrirse.
El dolor es insoportable, el vacío infinito. Lloramos por los que están, por los que ya no están y por un mundo que permitió que esto sucediera. No hay consuelo suficiente para una pérdida tan grande, pero elevamos nuestro clamor al cielo, pidiendo que Hashém envuelva sus almas y a sus familias con Su infinita misericordia, trayéndoles consuelo, fortaleza y justicia.
Zijronám LiBerajá. Que su recuerdo sea una bendición y que su historia jamás sea silenciada.
-Pepe Patiño-
Comunicador Informativo y Experto en Creador de Estrategias Digitales para el Impulso de Marcas.
Gracias a usted, a su verbo que arde en poesía (aun sin intención), a su indignación que sobrepasa las letras con la que es expresada, gracias a su grito para nada silencioso, a lo profundamente humano que se demuestra en su texto… hoy los judíos alzamos la voz, nos sobreponemos al silencio, y por medio de sus letras logramos gritarle al mundo lo que normalmente solemos callar. No deje usted de gritar, de clamar, de exigir… si yo pudiera hacerlo de la manera en que usted lo hace… tal vez no permanecería en silencio tan a menudo, tal vez no me pelearía con Dios tan a menudo. Gracias por reconciliarme con mi necesidad de seguir escribiendo, de seguir sintiendo, padeciendo, interpretando el mundo a través de mi poesía, aunque ella no siempre logre salvarme… Si usted se inspiró en mi poema para escribir este texto, es mi deber seguir siendo y sintiendo como poeta. Gracias!