El sensor es capaz de encriptar y codificar mensajes escritos a través del uso de diferentes elementos químicos comunes
L a investigación, desarrollada por expertos del Departamento de Química Orgánica del Instituto de Ciencia Weizmann de Rehovot, destaca que a través de un sensor molecular, que actuaría como la versión moderna de la “tinta secreta”, se logra un nuevo instrumento de comunicación segura entre usuarios. Los autores destacan que su hallazgo representa un avance en este campo, el cual ha cobrado especial importancia ante el auge de la vigilancia electrónica a nivel global.
En el pasado, recuerdan los investigadores, los productos químicos han constituido la base de las llamadas “tintas secretas”, pero el continuo proceso de sofisticación de los métodos de detección ha favorecido el acceso no autorizado a determinados contenidos.
El experto David Margulies y sus colegas del Instituto Weizmann creen que han solucionado este problema con el desarrollo de un sensor molecular luminoso capaz de distinguir diferentes productos químicos a través de la emisión de espectros fluorescentes.
Los investigadores detallan que este método permite a una persona ocultar múltiples mensajes diferentes dentro de la emisión de espectros de un sensor unimolecular fluorescente.
Este sensor de mensajería de escala molecular (m-SMS, sus siglas en inglés), señalan los expertos, pueden esconderse en un papel normal y los mensajes pueden ser codificados y decodificados en cuestión de segundos, usando productos químicos convencionales, incluidos aquellos que pueden comprarse en cualquier farmacia o supermercado.
A diferencia de las “tintas invisibles”, este sistema hace casi imposible la lectura ilegal de esos mensajes, dado que están protegidos por tres mecanismos de defensa diferentes. Estos son la estenografía, la criptografía y la utilización de contraseñas, usados para ocultar, encriptar y prevenir el acceso a la información, respectivamente”.
Los investigadores explican que para enviar una comunicación el emisor convierte el mensaje escrito en números usando un código alfanumérico accesible a todo público. Después, añade al mensaje original una clave de encriptación —un patrón único generado por la adición al citado sensor de un producto químico elegido al azar— y lo envía al receptor por correo electrónico, correo ordinario u otras vías. El receptor, que debe tener un dispositivo idéntico y conocer la identidad del producto químico elegido al azar, puede descifrar el mensaje añadiendo el mismo producto químico para decodificarlo.
Los autores comprobaron la eficacia de este método con 10 individuos, incluidos diez sin experiencia previa, que descifraron con éxito los 23 mensajes codificados con este revolucionario sensor molecular.
Fuente: EFE.
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