David Mandel
Daniel Kahneman, sicólogo israelí ganador del Premio Nobel de Economía, escribió que la forma más efectiva para lograr que la gente crea en falsedades es la repetición frecuente.
Ese hecho ya había sido empíricamente descubierto y puesto en práctica por Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler, y por Julius Streicher, el dueño y editor de Der Stürmer, tabloide semanal de ideología nazi y antisemita, cuyo subtitulo decía Die Juden sind unser Unglück! (“¡Los judíos son nuestra desgracia!”).
[Saliéndome momentáneamente del tema, aquí va una anécdota que me contó mi madre: ella estudiaba en un colegio de niñas judías en Núremberg. Al lado estaban las oficinas de Der Stürmer. Un día, al final de las clases, se cruzó en la calle con Julius Streicher. El nazi la miró fijamente y lentamente se pasó la mano por la garganta, dándole a entender que, si dependía de él, la degollaba. La historia tiene un final feliz: mi madre llegó al Perú y las últimas décadas de su existencia vivió una vida maravillosa en Israel, con sus hijos y nietos. El final de Streicher no fue tan feliz: fue juzgado por crímenes contra la humanidad por su papel en incitar a los alemanes a exterminar a los judíos. Fue declarado culpable y murió en la horca. Y ahora regreso al tema principal del artículo].
El New York Times fue considerado, en el pasado, el periódico más prestigioso del mundo. Sus fundadores habían sido judíos pero, en el curso de las siguientes generaciones, se convirtieron en cristianos episcopales. No sé si el cambio de religión haya tenido alguna influencia, pero hoy el New York Times, en un estilo más sutil y elegante que Der Stürmer, y sin incluir caricaturas antisemitas (con una excepción hace dos años, donde se ve a Netanyahu como perro llevando una Estrella de David como collar conduciendo al ciego Trump), tiene como objetivo demonizar al Estado judío.
Desde el 10 de mayo, cuando Hamás disparó los primeros cohetes, hasta el 27 de mayo, cuando algún pro palestino escribió en la fachada del Museo del Holocausto de Florida la frase “los judíos son culpables”, el New York Times publicó nueve artículos demonizando a Israel, tres artículos más o menos imparciales y ningún artículo criticando a Hamás.
En los primeros cinco días del conflicto el periódico publicó cuatro artículos anti-Israel, incluyendo el de un judío Peter Beinart que acusó a Israel de crímenes y abogó por el derecho al retorno de los millones de descendientes de los refugiados árabes de 1948, equivalente a pedir la destrucción demográfica del Estado Judío. El 13 de mayo el New York Times publicó un artículo que describía a los comandantes israelíes decidiendo con un juego de dados qué áreas de Gaza iban a bombardear. El judío antisemita Bernie Sanders también publico un artículo, en el cual no menciona los objetivos genocidas de Hamás y condena al gobierno de Israel. El 19 de mayo publicaron un artículo de un árabe antiisraelí que acusó a Israel de opresión, apartheid, brutalidad y propuso borrar a Israel del mapa. El 24 de mayo un artículo defendió los 4.300 cohetes disparados contra ciudades y pueblos israelíes como “resistencia legitima”.
Desde el 10 de mayo, cuando Hamás disparó los primeros cohetes, hasta el 27 de mayo, el New York Times publicó nueve artículos demonizando a Israel, tres artículos más o menos imparciales y ningún artículo criticando a Hamás
Al siguiente día, el New York Times publicó un artículo escrito por un miembro de la OLP en la cual acusa a Israel de haber promulgado más de 60 leyes discriminatorias contra la población árabe israelí, incluyendo una ley que describe la bandera israelí, otra que quita la pensión a parlamentarios que huyan acusados de crímenes, una ley que establece a Jerusalén como capital de Israel, y una que promueve la vacunación.
En todos los artículos y fotos, los palestinos son mencionados con sus nombres. Los israelíes, en los artículos del New York Times, no tienen edades ni caras, ni hermanos ni padres.
Julius Streicher, el dueño y editor de Der Stürmer, fue condenado a la horca por promover en su periódico el odio y la demonización de los judíos, lo cual incitó a los alemanes a exterminarlos sin problemas de conciencia. El New York Times no ha llegado a ese extremo (¿todavía?), pero no hay duda de que sus artículos y su política han contribuido a la ola de antisemitismo verbal y físico en los Estados Unidos.
*Autor del popular blog “Mi Enfoque desde Israel”.
Versión NMI.