Hace pocas semanas, Deborah Mizrahi de Sananes asumió la presidencia del Sistema Educativo Comunitario. En la presente entrevista expone su visión de esta institución fundamental de nuestra kehilá y los retos que hoy afronta
Sami Rozenbaum
Bueno, desde siempre he sido voluntaria en la comunidad, vengo de los movimientos juveniles como Noar Le Noar. Incluso participé en el grupo Jai de la B’nai B’rith. He pasado por muchas áreas, la comunidad siempre ha sido parte de mi pasión por ayudar, aportar.
Además, desde que tengo niños me he involucrado muchísimo en el colegio. Empecé en la sociedad de padres de la Primaria, y ahí me ofrecieron la oportunidad de formar parte del SEC hace dos años. Entré como vicepresidenta y claro, obviamente adquieres otra visión de lo que es el colegio, una visión mucho más estratégica, de entender cómo vamos, hacia dónde vamos, cómo sostener la educación judía en la comunidad, que todos sabemos que tiene retos muy importantes, no solo en la parte económica sino también en la demográfica.
Soy licenciada en Comunicación Social, pero toda mi experiencia ha estado enfocada hacia el área de mercadeo y comunicaciones estratégicas. De hecho trabajé en transnacionales como L’Oréal y Procter & Gamble. Después de la pandemia quedé embarazada y decidí tomarme una pausa; esa pausa me llevó a trabajar más tiempo en el colegio, a estar aquí.
Aprendí mucho sobre los procesos, sobre cómo funcionan las cosas dentro del colegio desde la perspectiva del personal docente, los padres, ya tienes también la perspectiva de los alumnos. Se puede ver el todo, no solo la visión que tenía desde la sociedad de padres. Entiendes que hay muchas cosas que el colegio necesita de los entes comunitarios, la Asociación y la Unión, eso nunca lo ves cuando estás en la sociedad de padres. La importancia de trabajar en equipo con el resto de las instituciones, y que el colegio no es una institución aislada sino parte de un todo comunitario.
Creo que la mayor dificultad comunitaria son los cambios demográficos. Tenemos una comunidad que está decreciendo, básicamente, y muy pocos nacimientos. La realidad es que ya graduamos a la promoción más grande este año, los niños que entran no suplen a los que salen. Entonces, eventualmente vamos a comenzar a ver una reducción que ya se dio después del año 2013 de manera muy acelerada, que motivó que tuviéramos que cerrar el colegio de San Bernardino. Tuvimos unos años de estabilidad hasta hace dos años, pero con la graduación de esta promoción grande volvemos a estar en negativo. La forma de revertir esto es incorporar al resto de los colegios en uno solo, una visión comunitaria. Porque la realidad es esa, el cambio demográfico se está dando, y no va a revertirse a menos que las condiciones del país cambien drásticamente y regrese gente.
Tenemos una buena infraestructura para seguir manteniendo el nivel de excelencia a tope. Tenemos oportunidades para formar a nuestros niños de la mejor manera. Y con el ideal, por supuesto, de que tras graduarse regresen a construir comunidad, si las condiciones, obviamente, lo permiten.
Sí, siempre hay donantes que colaboran con el colegio. Se trata de dos salas digitales que habían quedado obsoletas, de “digitales” ya no tenían nada. Recibimos una donación para actualizarlas, y ahora están pensadas no solo para dictar clases formales sino también ofrecer entrenamiento para profesores y clases especiales para los alumnos. Es bueno que a pesar de que las circunstancias a veces parecieran muy oscuras, podamos seguir manteniendo los niveles de excelencia que este colegio ha brindado durante tantos años; para muestra, los casos exitosos de exalumnos que tenemos en todo el mundo. Yo he tenido encuentros con exalumnos que te dicen: “Se siente la diferencia, se ve de dónde vengo”. Hay algo con lo que nosotros salimos del colegio que los demás no tienen, que a veces cuesta identificarlo, incluso en los países desarrollados. Lo ves con casos de jóvenes que se graduaron el año pasado, que ya comenzaron en universidades y te dicen: “Esto yo lo vi en tercer año”. Sí, de repente no tenemos computadoras en todos los salones, pero tenemos una calidad educativa tope.
Estamos iniciando un plan de mejoramiento tecnológico, no solo entre los alumnos sino también entre el personal. Se trata de llevar a todo el mundo al siguiente nivel, a entender que tenemos que manejar lenguajes comunes en términos de los programas que utilizamos, cómo hacer uso y beneficio de la inteligencia artificial. Estamos apuntando a crear un eje tecnológico que permita que los estudiantes no solo tengan la formación que están pidiendo las universidades hoy, sino que también los profesores se monten en ese tren y hablemos un mismo lenguaje tecnológico.
En términos de educación judaica, que también es un eje central de lo que somos, estamos tratando de seguir con programas como Kitá Toranit, que es un programa de estudios judaicos avanzados que había comenzado con un solo año y lo hemos ido ampliando; hoy ya lo tenemos de primero a quinto año. Es un programa opcional que incluye materias adicionales que los cursos regulares de hebreo no tratan; se ven con mayor profundidad temas de Torá, discusiones de Guemará, e incluso el nivel de hebreo es superior en esos salones.
Ese es uno de nuestros programas consentidos. Seguimos apostando a sostener el Bachillerato Internacional, y estamos tratando de extender su filosofía al resto de las promociones. Bachillerato Internacional es un programa para cuarto y quinto año nada más, pero compartimos esos profesores también con tercero, segundo y primer año. Entonces, los alumnos pueden ir entendiendo cómo va a ser ese programa cuando llegan a cuarto año. Casi la mitad de los alumnos participan en B.A.
Siento que es un reto personal estar en la Junta Directiva del SEC. Es una responsabilidad enorme mantener y sostener el Sistema Educativo Comunitario de la forma que la comunidad lo necesita y lo espera. Tanto yo como el resto de la Junta Directiva trabajamos 24/7 en este colegio aunque no estemos aquí todo el día, y a veces sí lo estamos… Y bueno, con el objetivo único de seguir dándole a la comunidad la mejor educación judía de calidad que podemos ofrecer, y seguir siendo uno de los mejores colegios del país.