E s una mitzvá prestar dinero al necesitado. Está escrito en la Torá, en Sefer Devarim, 1:8 lo siguiente: “Ki fatóaj tiftáj et yadéja ló vehaavét taaviténu dey majsoró ashér yejesár lo” (“Ábrele tu mano generosamente y dale lo que necesite para sus menesteres”). Pero en nuestra parashá Mishpatim, la Torá afirma: “Im késef talvé et amí et eaní imáj lo tiyé ló jenoshé” (“Si le prestas dinero a mi pueblo, al necesitado que está contigo, no lo presiones para que te salde su deuda”).
De este último pasúk (versículo) se entiende que no es una obligación prestar dinero, sino que es una opción. Si quiere ayudar al menesteroso con un préstamo, existe entonces una ley que establece que no debe ser presionado para cancelar la deuda, así como también se ordena no cobrar intereses. Dado que se tiene la alternativa de otorgar un préstamo, si no se desea hacerlo, no existe entonces la obligación de otorgarlo. Entonces, ¿es una mitzvá el préstamo a un pobre, o es solo una recomendación?
Entre los sabios “moralistas” se desarrolla una discusión sobre la manera en la que se deben cumplir las mitzvot. Una de ellas se refiere a si se debe proceder a su cumplimiento una vez se entiende la idea subyacente en ellas y el objetivo a lograr; el otro enfoque afirma que la acción debe ejecutarse por tratarse de una orden divina, la cual se debe obedecer, pues el Rey de Reyes así lo desea.
Por lo tanto, en este precepto en particular, ¿el préstamo ocurre por la sensibilidad que se tiene ante el necesitado, o por tratarse de una orden emanada del Creador?
De esta mitzvá se puede entender que lo ideal es la combinación de ambas posiciones.
Por una parte, se debe estar consciente de que absolutamente todas las mitzvot provienen de Dios, aun aquellas en las que su lógica, ética y moralidad son asequibles al humano, por lo que su cumplimiento no origina conflicto intelectual alguno. De esta manera, no debiesen existir excusas para su cumplimiento si el prestamista tiene la posibilidad de ayudar a su semejante. Por la otra, no debe existir la posibilidad de perder la sensibilidad y entonces ver al necesitado como un medio para cumplir con una mitzvá; se debe entender su pesar y su necesidad para ayudarlo, de manera que resuelva su problema sin que se sienta disminuido y humillado.
Quizá por ello el texto sagrado afirma: “Im késef talvé et amí et aní imáj”. Los necesitados son para el Creador “amí” (“mi pueblo”). Cada persona fue creada a imagen y semejanza de Dios, quien es el responsable de proveer el sustento para sus creaciones. Es por ello que se ordena ayudar al menesteroso que convive con nosotros, tal como lo establece el texto: “aní imáj”.
Los dos enfoques explicados permiten el cumplimiento de la mitzvá de manera perfecta. Sea la voluntad de Dios que siempre tengamos el poder a ayudar y no necesitar ayuda. Pedimos al Todopoderoso que escuche el ruego de nuestros hermanos, y que llegue en nuestros días el momento en el cual ninguno necesite ser ayudado por sus semejantes, sino que solo requiera la asistencia del Creador.
¡Amén séla!
Eitan Weisman
rabinoeitan@gmail.com
Rabino de la Unión Israelita de Caracas