Los barrios judíos de Damasco y Alepo eran centros de una vibrante vida comunitaria, adornados con estructuras únicas como sinagogas, escuelas y talleres
Lidor Sultan*
La comunidad judía de Siria, una de las más antiguas del mundo, es un testimonio conmovedor de resiliencia y riqueza cultural. Con raíces que se remontan al período del Segundo Templo, la comunidad floreció durante siglos antes de sucumbir a la persecución y la guerra, dejando solo débiles rastros de su otrora próspera presencia.
Durante siglos, Damasco y Alepo fueron pilares del patrimonio judío en Siria. Los barrios judíos de ambas ciudades fueron centros de una vibrante vida comunitaria, adornados con estructuras únicas como sinagogas, escuelas y talleres. Los hallazgos arqueológicos en estas áreas descubrieron lámparas de Shabat, instalaciones de almacenamiento kosher y baños rituales, lo que ofrece una visión de la vida cotidiana de la comunidad.
La ciudad de Dura-Europos nos brinda otra ventana a la antigua vida judía. Aunque no era una ciudad predominantemente judía, albergaba una sinagoga espectacular con murales de historias bíblicas, como el Éxodo y la entrega de la Torá. Estos murales subrayaban la interacción cultural entre los residentes judíos y no judíos.
Esplendor de la sinagoga Eliahu Hanaví, en el barrio de Jobar de Damasco, que fue construida hace casi 2000 años en el lugar donde, según la leyenda, ese profeta designó a Elisha como su sucesor. Fue saqueada y destruida en 2013 durante la guerra civil siria
(Foto: JTA / Forward)
El siglo XX trajo consigo agitación, comenzando con el sentimiento antijudío durante la Segunda Guerra Mundial. En 1942, violentos disturbios se dirigieron al barrio judío de Damasco, alimentados por rumores de una supuesta anexión siria al futuro Estado judío. Las secuelas de la votación de partición de la ONU en 1947 trajeron una destrucción aún mayor. Los disturbios arrasaron Alepo y Damasco, dejando sinagogas en ruinas y muchos judíos desplazados.
La sinagoga Al-Manshiyeh en Damasco se convirtió en el escenario de un terrible ataque en 1949, cuando le lanzaron granadas que mataron a doce fieles, la mayoría de ellos niños. Este evento marcó un trágico punto de inflexión para la comunidad judía de Siria.
Más recientemente, la guerra civil siria ha tenido un efecto aún mayor. La sinagoga Eliahu Hanaví en Jobar, un lugar vinculado al profeta Elías, fue destruida por los bombardeos. Los cementerios, que antaño eran lugares sagrados fueron profanados, y las lápidas han sido vandalizadas o robadas.
Hoy, la población judía de Siria se ha reducido a unos pocos individuos. Sin embargo, los descendientes de los judíos sirios, particularmente en Israel, siguen honrando su herencia a través de tradiciones y oraciones únicas. Se aferran a la esperanza de reunificar su comunidad fragmentada, manteniendo vivo el espíritu del judaísmo sirio.
*Periodista.
Fuente: Israel Hayom.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita,