Querido admirado y siempre recordado David:
Después de haber tenido el zejut de coordinar junto con mi entrañable Comité de Nuevo Mundo Israelita este póstumo y merecido homenaje a un ser humano de extraordinarias virtudes como tú, solo me queda desarrollar una idea y aprendizaje, que en lo particular siento y quiero expresar a través de estas líneas.
He leído con detenimiento cada uno de los escritos que llegaron a mi teléfono inteligente a través de nuestra querida Mazal, tu esposa y compañera fiel de todos estos años, y de verdad me conmueve profundamente leer de puño y letra de todos tus cercanos esa admiración y descripción emocionada de todas y cada una de tus virtudes y del legado que dejaste tras tu corto pero intenso paso por este mundo.
Tu vida, sin duda alguna, fue una vida con sentido, expresada a través de cada una de tus acciones, en las que combinabas, como tú solo sabias hacerlo, tu sencillez, tu humildad, tus infinitos conocimientos de nuestra Torá Kedoshá y la practica de las mitzvot, de manera natural y espontánea, ganándote así el respeto y cariño sinceros de toda persona que te conocía y trataba.
Eso precisamente es lo que fuiste y lo que serás en nuestras mentes y corazones por toda la eternidad. Tu nombre será de bendita memoria, y tu legado lo será aun mas. ¡Qué bonito, mi querido David! ¡Qué comprensión tan perfecta de lo que significa una vida con sentido y el cumplimiento a cabalidad de la misión que Hakadosh Baruj Hu nos da en este Haolam!
Estabas claro en tu misión, y no desaprovechaste ni un minuto de tu tiempo para cumplirla. Aun en las horas más difíciles de tus últimos momentos, estudiabas y te regocijabas con la Torá y, sobre todo, lo que más te apasionaba: la vida y obra de Maimónides, tu gran inspiración.
Serás siempre recordado con admiración y respeto por tu extraordinario aporte a nuestra comunidad, por todo lo que estudiabas y trasmitías con ese estilo y capacidad únicas en ti. Y ni hablar del David hijo, esposo, padre y abuelo; en cada rol que desempeñaste fuiste realmente excepcional.
Me permito compartir con mis lectores un ejemplo palpable de tu legado a través de tus nietos y tu influencia sobre ellos, de emuná y fortaleza a pesar de todo.
Tu nieto David (hasta 120 años) viajaba para la boda de tu querido hijo Eli, cuando la muerte te venció, justo una semana antes del acontecimiento familiar. El niño, en su inocencia, manifestó su deseo de llevarte un juguete que te quería mostrar con gran ilusión después de tanto tiempo sin ver a su adorado abuelo. Al enterarse de la triste noticia, inocente pero a la vez claro y convencido, expresó: “No importa, yo quiero llevarle el juguete a mi abuelo David, pues cuando llegue el Mashíaj muy pronto, nos volveremos a ver, y a partir de ese momento podré mostrarle todos mis juguetes”.
¡Ese es tu legado, David! ¡Lo hiciste muy bien! Descansa en paz y goza de ese Haolam del Emet (mundo de la verdad) que tanto cultivaste a través de tus mitzvot, estudios de Torá y maasim tovim con tu familia y todos los que tuvimos la inmensa suerte de conocerte y aprender de ti.
¡Hasta siempre y por siempre, nuestro querido David.