¡Querido Amigo David!
Te volví a encontrar después de tantos años, cuando la vida me sorprendió con la pérdida de mi adorado hijo Salomón Z’L. Fuiste un regalo precioso de Hashem, tal cual Su presencia a través de palabras de Torá trasmitidas con sabiduría divina. Cada shiur fue alimento nutrido para mi alma. Un descubrimiento y despertar profundo y significativo. Una conclusión y esclarecimiento personal, al día siguiente de cada clase. Mi emisario del Todopoderoso, quien arropó y acarició mi gran dolor para acompañarlo de resignación y fuerza, para abrir los ojos cada mañana y emprender un nuevo día con esperanza, fe y humildad.
¡Cuánto diste! No eras un erudito común. Eras un ángel que se expresaba con un lenguaje llano pero muy especial. Maestro: la riqueza de tu conocimiento puro y razonado cuidadosamente, legado a tu fiel alumna (servidora), quien aprendió, gracias a tu enseñanza, que las respuestas a nuestra existencia solo pueden encontrarse en los mensajes ocultos de los delicados y sofisticados rollos sagrados que nos fueron entregados por Él, y que nos quedan tan grandes, como tú acertadamente me llamabas la atención en cada oportunidad para increpar: “Gilda, tienes mucho que escuchar aún”. Me confieso ignorante en la búsqueda constante del mensaje.
¡Gracias, Hashem por David Z’L!. Un regalo tuyo es tan rico que solo puede durar poco tiempo, pero deja huella de por vida.