Isaac Gabizón Gabizón
No es uno, ya son varios. Esta pandemia me arrebató dos; el otro tributó a la otra enfermedad, el cáncer, que no sé por qué no la califican también tan genéricamente.
Hemos perdido seres íntimos, terriblemente cercanos; entonces nos sentimos hueros, abúlicos para enfrentar la situación. Solo con el transcurrir del tiempo aceptamos la realidad de una ausencia que persiste pertinazmente.
Por orden cronológico se fueron David, Isaac y Jacob.
David, amigo relativamente reciente, me mostró cómo se interpreta el texto bíblico con parámetros actuales, siempre enmarcados en la tradición, pero aceptables para una mentalidad critica. Esto, además de probar, sin alardes, lo que es sinceridad en una amistad sin recovecos. Al momento de su desaparición no me manifesté, me inhibí y tragué duro.
Más recientemente, hace aproximadamente dos meses, hable con Isaac, hospitalizado en Raanana (Israel). Recordamos viejos y lontanos tiempos en Tetuán, cuando vecinos de la misma calle, estudiantes del mismo colegio, del mismo salón y confabulados a menudo para evadir las recomendaciones de nuestros mayores, nos encubríamos mutuamente ante los merecidos reproches por nuestra infantil rebeldía.
Isaac fue un amigo íntimo, disfruté de su compañía en los años cincuenta y sesenta hasta que se radicó en Israel. Lo visité tantas veces, fui a Eretz siempre con la ilusión del reencuentro con alguien querido e inolvidable. Cuando su hermano me comunicó su partida, no pude (esta vez tampoco) más que reprimir mis sentimientos y volver a tragar duro.
Quince días atrás, el tercero nos dejó y partió desde Ramat Bet Shemesh (Israel). También Jacob fue amigo de infancia. Nuestra ciudad natal fue testigo de discusiones teóricas, de corte existencial y espiritual, que manteníamos en largas conversaciones de café. Afortunadamente pude seguir disfrutando de la compañía de Jacob en Caracas, hasta que desde Brasil se trasladó a Israel con todos sus hijos.
Este tercer golpe (posiblemente también las actuales circunstancias de acelerada morbilidad) me motivan a manifestarme.
Cuando un amigo se va, se siente la necesidad de exteriorizar, quizá como expresión de rebeldía, de inconformismo, de no querer aceptar la verdad que nos golpea sin piedad y nos inunda de nostalgia y arcanos recuerdos. Seguramente aquí también, el transcurrir del tiempo remediará; la aceptación y el conformismo tomarán el lugar de esta pasajera rebeldía.
El recuerdo de tan queridos amigos, sea testimonio de una relación donde el interés único fue su disfrute.
Nuestros sabios, con otras palabras, sentenciaron que cuando una relación es producto del interés, dura solo mientras dure el beneficio que dispensa ese interés.
2 Comments
Acabo de leer el escrito de Isaac Gabizon con motivo de la desaparición de tres amigos y comparto su sentir,pues con cada partida de un amigo nuestra soledad se hace más profunda.
Esxcelentemente interpretados los sentimientos de ausencia que nos deja los amigos que se van. Kol akavod Isaac