Eduardo Kohn*
A lo largo de la historia, la difusión de teorías de conspiraciones antisemitas como verdad por parte de oradores con ascendencia desde sus cargos (sacerdotes, intelectuales, políticos) ha sido crucial para intentar legitimar esta forma de agresión extremista. Ello se ha modernizado con los medios digitales, y ha encontrado un refugio protector en las redes sociales. En el pasado, reciente y no tanto, los promotores del odio encontraban medios de comunicación masiva para ser atendidos. Ahora, todos son oradores en las redes sociales.
Los que antes escuchaban a una persona en la radio, o la veían por televisión o la aplaudían en una plaza pública, hoy se sienten protagonistas, y a través de un tweet multiplican la mentira y la incitación. Las plataformas permiten que cualquiera tenga una cuenta para presentar mensajes como si fueran ciertos, y llegar a números muy considerables de seguidores.
Hoy las teorías de legitimación del antisemitismo no llegan a unos pocos, con lo cual se ha aumentado la violencia y la incitación. Apenas universalizada la pandemia que nos azota mundialmente sin piedad, una investigación muy sencilla hecha en Twitter en Italia con las palabras “judío” y “coronavirus”, entre el 20 de marzo al 3 de abril de 2020, reveló la existencia de varios tipos diferentes de teorías de conspiración antisemitas que han estado asociando el Covid-19 con la comunidad judía.
Una primera plana de Der Stürmer, periódico nazi dedicado íntegramente a difundir el odio contra los judíos; su director, Julius Streicher, fue condenado a muerte en los Juicios de Núremberg por su responsabilidad en el Holocausto. Hoy en día infundios similares se publican a diario en las redes sociales, cuyos propietarios rara vez los sacan de circulación
(Imagen: Alamy)
La mayor acusación fue que “los judíos crearon el Covid-19 con fines de lucro”. Pero los operadores de Twitter no se detuvieron allí. Acusaron a los judíos de “propagar el virus”, de “crear el virus para despedir trabajadores”, que “se creó el virus para controlar La Meca”, que “es una estrategia de venganza por la Shoá”. ¿Qué hizo la gente que iba leyendo esos tweets? Los que estaban de acuerdo (y fueron muchos) hicieron lo mismo que los que escuchaban a Hitler embelesados en los mitines donde se aullaba contra los judíos: creer la difamación, aceptar la incitación y estar listos para odiar. Pero, ¿qué hizo la empresa dueña de Twitter, que gusta de mostrarse preocupada por presidentes desbocados?. Nada. El antisemitismo no le molesta a Twitter.
Pero el grupo que realizó la investigación extrajo conclusiones bien alarmantes. En los 207 tweets analizados se culpa a los judíos por la fabricación o la propagación del virus. Casi el 80% de los tweets antisemitas estaban escritos en forma de noticias, o sea, una “verdad” y no una opinión personal. Entre esos tweets antisemitas producidos como verdad, cinco tienen sitios web neonazis como fuente. Tres sitios web neonazis fueron usados como fuente de noticias, y esas páginas no tienen símbolos antisemitas explícitos; así intentan aparecer como proveedores de noticias.
Esta semana, y a partir de una iniciativa que comenzó en Londres, cuentas de Twitter de organizaciones judías mundiales y de miles de particulares, judíos y no judíos, decidieron hacer un intento de enfrentar a Twitter y su indiferencia, silenciando las cuentas durante el lunes y martes y promoviendo la protesta a través del hashtag #NoSafeSpaceForJewHate, algo así como “ningún espacio libre para el odio antijudío”.
Los motivos para hacer esta protesta desde Inglaterra fueron la enorme cantidad de mensajes antisemitas del famoso rapero Wiley, de 41 años, cuyo verdadero nombre es Richard Cowie. Wiley publicó una catarata de mensajes diciendo que los judíos estaban asociados al Ku Klux Klan, y haciendo referencias a los judíos y el dinero como lo habría hecho Der Stürmer en la Alemania hitleriana. Esta vez Twitter actuó, pero casi un día después. Mientras tanto, los mensajes estuvieron a la vista, y los que envió a Instagram permanecieron intactos. ¿Cuántos seguidores tiene Wiley? Más de medio millón. ¿Twitter canceló la cuenta y toda conexión con este mensajero antisemita? No. La suspendió. Hoy, Wiley ya puede volver a atacar. Y de hecho, ya lo ha hecho. Ayer abrió una cuenta nueva y en pocos minutos ya tenía cientos de seguidores.
Los organizadores británicos del silencio en Twitter por 48 horas encontraron respuestas favorables en Inglaterra y el resto del mundo. El Congreso Judío Mundial, B’nai B’rith, Centro Simón Wiesenthal, decenas de otras instituciones con afiliados en todo el mundo cumplieron la consigna. Desde Londres se señaló que “Las comunidades judías ya hemos tolerado suficiente desidia y silencio de plataformas como Twitter, que se han convertido en voceros del antisemitismo, llevando la incitación a millones de usuarios en todo el mundo”.En el último mes ha sido notorio que tanto Twitter como Facebook han debido enfrentar el retiro de anunciantes de gran porte, como señal de advertencia de que estos gigantes de la comunicación son indiferentes al discurso del odio en sus redes. Mark Zuckerberg hizo como que reaccionó, y dijo que Facebook iba a tomar medidas. Hasta ahora, los que le retiraron publicidad no le han creído.
Twitter también ha mentido. Sara Personette, vicepresidenta mundial de atención al cliente de la plataforma, dijo que “la misión de Twitter es darle un espacio a la gente para que se pueda informar mejor, pueda comunicarse con libertad, y que la plataforma pueda difundir noticias reales, debidamente verificadas”.
Veamos. En plena pandemia, el ayatolá Alí Jamenei publicó este tweet: ”Algunos dicen que el régimen sionista es una realidad en la región que hay que aceptar. También es hoy una realidad el Covid-19.¿Hay que aceptarlo o se debe eliminar? El viejo virus del sionismo será sin duda erradicado mediante la resolución y la fe de los jóvenes. #Covid 1948”. ¿Esto es lo que los dueños de Twitter llaman “un espacio para informarse mejor”?. Este es el mismo lenguaje de odio que ya se usaba en la época de la peste negra, y que los nazis perfeccionaron para planificar, programar y ejecutar la Shoá. Jamenei ha escrito decenas de tweets de este tenor, y Twitter jamás ha dicho nada.
Otro ejemplo. El actual vicepresidente de España, Pablo Iglesias, escribió en enero de este año: “Se cumplen 75 años desde que las tropas soviéticas liberaron Auschwitz. Allí fueron asesinadas decenas de miles de personas, entre ellas cientos de republicanos españoles. Memoria para no repetir la Historia. Fascismo nunca más”. O sea, para Iglesias no hubo judíos en Auschwitz; pide memoria pero él la tiene selectiva, y aunque diga que no quiere más fascismo, él se comporta como uno. Pero la jerarca de Twitter se jacta de que la plataforma “informa”.
La protesta a través del silencio no solucionará la invasión del odio en las redes, ni a corto ni a mediano plazo, vista la reacción de sus propietarios. Pero es necesaria e imprescindible. Y que cada uno, desde el lugar donde esté, se haga cargo.
*Director de B’nai B’rith Latinoamérica.
Fuente: Radio Jai.