Hay numerosas situaciones que muestran que, desde hace un par de décadas, varias cadenas de medios de comunicación y agencias de noticias dejaron de lado la cobertura directa, con corresponsales propios en sitios donde se desarrollan los eventos —especialmente en Gaza— y, en cambio, algo más fácil y económico, reproducen lo que ciertos gazatíes devenidos en “periodistas” (muchos ligados a grupos terroristas) cuentan, sin corroborarlo, omitiendo su deber profesional.
En cuanto a la actual guerra que Israel emprendió contra el terrorismo de grupos radicales palestinos, vimos a fines de noviembre del año pasado cómo numerosos medios dieron por cierta la noticia emitida por Hamás acusando a Israel de haber bombardeado el hospital Al-Ahli en Gaza; de inmediato, la maliciosa fuente afirmó que se habían causado 500 muertos. Israel demostró que se había tratado de un cohete de los varios que lanzó la Yijad Islámica sobre ciudades israelíes, que falló y cayó sobre el estacionamiento de dicho sanatorio. Ante la contundencia de las pruebas de las FDI, ya los terroristas no tuvieron más interés en el caso y mucho menos en la cantidad de víctimas. Tampoco los medios, que habían vociferado la falsa noticia con grandes titulares, fueron igual de enérgicos para desmentirla; algunos publicaron una discreta corrección, pero y, como siempre, ese primer título escandaloso quedó grabado en la mente de todo el que lo vio.
Para colmo, a nadie le llamó la atención que Hamás o la Yijad Islámica bombardeen ciudades israelíes; tampoco les parece relevante que, desde hace unas dos décadas, amenazan así la vida de los israelíes, y que Israel ha tenido que crear normas e instrumentos para protección de sus ciudadanos.
A pesar de las dramáticas noticias sobre la destrucción del hospital al-Ahli y un enorme número de muertos por un inexistente bombardeo israelí, las instalaciones están intactas; se trató de un cohete fallido de la Yijad Islámica que cayó en el estacionamiento, donde mató a varias personas
(Foto: https://pwrdf.org)
El recién pasado 29 de febrero, a raíz de la estampida de gazatíes que pretendieron asaltar una caravana de camiones con ayuda humanitaria destinada al norte de la Franja, Hamás volvió a elaborar una narrativa culpando a los soldados israelíes de haber disparado contra la multitud y, nuevamente, sin verificar, diversos medios repitieron el disparate, reproduciendo el ardid del grupo terrorista; sin cumplir con la obligatoria comprobación, le dieron un inmerecido crédito. La realidad es que las muertes se produjeron debido a la propia avalancha de gente, aplastándose unos a otros, y eso es claro en los videos que captan lo acontecido.
En esta guerra, que ya lleva más de cinco meses, el conteo de muertos que indica el Ministerio de Salud de Gaza en manos de Hamás ha sido manipulado con fines propagandísticos, escondiendo la distinción entre terroristas y no combatientes. A través de los análisis de las cifras oficiales, se comprueban inconsistencias y manejos destinados a exagerar las muertes de civiles, sobre todo de mujeres y niños, y a ocultar las bajas de los terroristas; se observan recuentos estadísticamente insostenibles. Tales fraudes delatan el intento de Hamás por ostentar condiciones que favorezcan su narrativa y propicien una pésima imagen de Israel. De hecho, estas cifras no van acompañadas de nombres ni de las circunstancias de los fallecimientos, y menos de imágenes reales, ni de un trabajo forense.
Llama la atención que Hamás no pueda verificar la ubicación de 134 secuestrados, que es el número que se calcula en Israel, pero con ligereza esgrime un abultado número de gazatíes muertos
En este sentido, cuando se está tratando de negociar una larga tregua para la liberación de otro grupo de secuestrados israelíes, el gobierno de Netanyahu exige una lista de los cautivos vivos y Hamas se niega a darla, aduciendo que no sabe dónde están, pues hay un número no especificado en manos de diferentes grupos terroristas. Llama la atención que Hamás no pueda verificar la ubicación de 134 secuestrados, que es el número que se calcula en Israel, pero con ligereza esgrime un abultado número de gazatíes muertos. Adicionalmente, se estima en 1200 los israelíes masacrados el 7 de octubre de 2023, pero trascurridos más de 150 días de esas atrocidades, la suma no es definitiva, pues aún hay personas desaparecidas, por lo que es válido cuestionar cómo es que Hamás da cifras precisas, rápidas, y además le creen.
Resulta incomprensible que haya medios que se sigan nutriendo de datos suministrados por un grupo terrorista, yijadista y genocida, sin cotejar la información de forma independiente, pese a haber tropezado una y otra vez con las reiteradas mentiras de Hamás. Cabe recordar que, en Gaza, Hamás ha gobernado con fiereza y nulo respeto a la libertad de expresión; de tal manera que todos los cuentos de los mal llamados “periodistas” son estrictamente supervisados por sus mandos. Nos preguntamos: ¿Cuál es la responsabilidad de medios como El País, CNN, Reuters, Associated Press y varios más por el creciente antisemitismo en el mundo, cuando colocan todo el poder informativo en manos absolutamente no confiables?