En menos de 30 años, una comunidad completamente funcional se ha desarrollado en Bello, departamento de Antioquia, compuesta principalmente por conversos al judaísmo cuyas familias alguna vez fueron judías
Alrededor de 300 judíos pertenecen a la comunidad judía en Bello, una pequeña ciudad en Colombia. Asisten a la sinagoga, guardan las leyes dietéticas judías y estudian la Torá. Hace menos de 30 años, los miembros de la comunidad no se conisderaban judíos, pero desde entonces muchos han redescubierto sus raíces judías y las tradiciones ocultas que sus abuelos habían camuflado temiendo la persecución, y se embarcaron en un viaje de regreso al judaísmo.
Su sinagoga, que se mezcla con las otras casas de cemento en un vecindario modesto, es utilizada diariamente por los miembros de la congregación como el centro de su vida judía, casa de oración y lugar de reunión.
El proceso de creación de esta comunidad judía en Bello, departamento de Antioquia al noroeste de Colombia, fue dirigido por Elad Villegas, quien se convirtió al judaísmo después de servir como pastor de una iglesia evangélica con 3.000 miembros. «La decisión más importante que tomé fue renunciar como pastor de la iglesia y convertirme al judaísmo», dice Villegas, quien ahora se desempeña como el rabino principal de la comunidad en Bello.
Servicio de oración matutino de la sinagoga del pueblo de Bello, departamento de Antioquia
Villegas explica que viajó a Israel en 1998 en su posición de pastor. «Me sorprendió mucho ver la similitud entre las culturas judía e israelí y la cultura de Antioquia», expresa. Unos años más tarde, Villegas decidió regresar a Israel en busca de respuestas a algunas de sus preguntas teológicas más problemáticas. Después de conversaciones con rabinos israelíes, Villegas decidió convertirse al judaísmo. «Lo que no estaba en mi cálculo es que unas 600 personas de la iglesia me seguirían en el judaísmo».
Antioquia, uno de los 32 departamentos de Colombia, es conocido por haber sido el destino de una gran migración judía desde España durante la Inquisición, hace 500 años. Muchos de los judíos que llegaron a Colombia desde España se habían convertido al catolicismo y continuaron practicando el judaísmo en secreto. Son los conocidos como criptojudíos, o marranos, de la palabra española para cerdo.
En el patio de la casa, recuerda Rodríguez, «mi abuelo construyó un horno de piedra que no se utilizaba durante todo el año, pero para la Pascua, que comúnmente ocurre al mismo tiempo que Pésaj, solía limpiar la casa, nos decía que esa semana debía ser recibida con limpieza, y habilitaba el horno solo para alimentos que no contuvieran trigo»
Alberto Antonio Berón Ospina, profesor especializado en historia latinoamericana en la Universidad Tecnológica de Pereira en Colombia, dice que aunque Antioquia es mayoritariamente cristiana, su cultura está muy influenciada por las tradiciones sefardíes. Señala que el dialecto local usa numerosos términos del ladino, también conocido como judeoespañol, y que los edificios también se parecen a los estilos arquitectónicos judíos sefaradíes.
El rabino Ezra Rodríguez, de 43 años, miembro de la comunidad judía de Bello, afirma que sus abuelos mantenían algunas tradiciones aparentemente judías a pesar de llamarse cristianos. Sus abuelos maternos «tuvieron una vida muy particular», comenta Rodríguez. «Mi abuelo nunca se destapaba la cabeza, argumentando que era un signo de respeto por Dios, y no iba a los servicios dominicales de la iglesia porque lo hacían quitarse el sombrero.
Señala además que su abuelo compraba carne en el mercado solo ocasionalmente, y después de presenciar su matanza. «Tampoco había carne de cerdo en la casa de mis abuelos», agrega. Sus abuelos también le hacían lavarse las manos antes de comer y decir gracias antes y después de las comidas.
Un niño lee la Torá durante su ceremonia de Bar Mitzvá en la sinagoga de Bello
En el patio de la casa, recuerda Rodríguez, «mi abuelo construyó un horno de piedra que no se utilizaba durante todo el año, pero para la Pascua, que comúnmente ocurre al mismo tiempo que Pésaj, solía limpiar la casa, nos decía que esa semana debía ser recibida con limpieza, y habilitaba el horno solo para alimentos que no contuvieran trigo».
Los abuelos de Rodríguez también usaban la interjección «nu», comúnmente utilizada en hebreo y entre las comunidades judías para significar «continuar». «Su idea sobre Jesús era muy diferente de como es concebido en el cristianismo», añade Rodríguez. «Mi abuelo solía decir que Jesús era un hombre que hablaba muy bien sobre la Biblia, eso es todo».
Yehudit Agudelo, de 37 años, esposa de Rodríguez, comparte historias similares sobre sus abuelos. «Mi abuela decía que solía escuchar a su abuela y a su tía hablar en un español extraño», dice refiriéndose al ladino. «Mi abuela solía dar caridad a las personas necesitadas todos los días, pero no los sábados, diciendo que era un día en que no damos caridad».
Agudelo y Rodríguez pertenecían a la comunidad evangélica del rabino Villegas. Eran amigos que compartían una curiosidad sobre el judaísmo y su historia familiar. Cuando Villegas anunció su conversión al judaísmo, decidieron unirse a él. Hoy, Rodríguez se desempeña como rabino de la comunidad judía de Bello, y como director académico. Él escribe los mezuzot, rollos especiales de pergamino en los que está escrita una oración que se colocan en el marco de las puertas. Él revisa la escritura en los rollos de la Torá para asegurarse de que no hayan surgido imperfecciones. También sirve como shojet (matarife) ritual para la comunidad, y ayuda a realizar entierros judíos tradicionales.
“Decidí venir a Colombia especialmente para unirme a esta comunidad que ha hecho un trabajo sólido que sobresale en América Latina. Crucé a Colombia ilegalmente desde Venezuela, huyendo de la policía fronteriza. Cada miembro de mi familia solo traía una mochila”
Avraham David Vila Rodríguez
Su esposa, ingeniera de alimentos, ayuda a Rodríguez con el proceso de certificación de la adhesión al kashrut o ley dietética judía. También da clases a mujeres de la comunidad, y prepara pañuelos judíos tradicionales para que los usen.
La comunidad finalmente encontró un rabino en Miami que ayudó con la educación. Comenzaron a trabajar en el establecimiento de una sinagoga, la compra de los necesarios objetos rituales, y a ahorrar para comprar un rollo de la Torá.
Actualmente, dice, «la comunidad tiene 300 miembros, alrededor de 60 familias, porque muchos ya están en Israel o Estados Unidos, buscando ser parte de comunidades más fuertes y asistir a yeshivot«, instituciones educativas judías tradicionales.
Aunque algunos prefieren incorporarse a comunidades más grandes, la comunidad de Bello proporciona todos los servicios necesarios en la vida judía. Un 80 por ciento de sus miembros vive en el barrio de Las Cabañas, donde guardan todas las leyes judías tradicionales, incluyendo descansar los sábados, observar las normas dietéticas y orar diariamente en un grupo de al menos 10 hombres. Los niños estudian Torá por las tardes, y las clases también se trasmiten en línea. «Actualmente, 90 niños de todo el país asisten virtualmente a estas clases de Torá», comenta Villegas.
Lápida en el cementerio comunitario de Bello
La comunidad adquirió una parcela dentro de un cementerio para usarla en el entierro judío tradicional. Rodeado de miles de tumbas cristianas adornadas con cruces y flores, se puede ver un puñado de lápidas judías grabadas con una estrella de David y rocas esparcidas sobre ellas. «Tiene 60 espacios dobles, por lo que tiene capacidad para 120 personas», informa Villegas, «y de esa manera da una solución para una necesidad tan importante de nuestra comunidad».
La comunidad de Bello también ha absorbido a muchos conversos al judaísmo de diferentes países que esperan formar parte de una comunidad judía. Yosef Baruch Torres, de 54 años, había vivido en Costa Rica por más de 20 años, pero decidió regresar a Colombia para formar parte de esta comunidad judía emergente. Le resultaba difícil practicar el judaísmo en Costa Rica sin ser parte de una congregación.
Torres se había convertido al judaísmo antes de mudarse a Costa Rica. «Siempre estuve cerca del judaísmo», explica. «Mi padre trabajaba con familias judías, así que siempre tuvimos ese afecto cercano por la comunidad judía. Más tarde, descubrimos que mi bisabuela era marroquí. Mi abuela solía cocinarnos comida que no sabíamos que era típica del Medio Oriente».
El Gran Rabino de Colombia, Alfredo Goldschmidt, indica que la tendencia de las comunidades judías compuestas principalmente por conversos arrancó a principios de la década de 2000. Si bien tales comunidades existen en toda América Latina, señala Goldschmidt, Colombia es líder en este fenómeno
Avraham David Vila Rodríguez, de 44 años, llegó a Bello desde Cuba hace ocho meses, buscando mejores condiciones para la práctica judía para él y su familia. Vila ha sido observante durante 10 años. Luchó para practicar el judaísmo en Cuba, dice, debido a la naturaleza comunista del país. «Decidí venir a Colombia especialmente para unirme a esta comunidad que ha hecho un trabajo sólido que sobresale en América Latina. Crucé a Colombia ilegalmente desde Venezuela, huyendo de la policía fronteriza. Cada miembro de mi familia solo traía una mochila «, explica. Señala que en Bello la familia encontró un lugar para vivir, comida kosher y acceso a artículos rituales judíos.
Bello es una de varias comunidades judías emergentes en Colombia. El Gran Rabino de Colombia, Alfredo Goldschmidt, indica que la tendencia de las comunidades judías compuestas principalmente por conversos arrancó a principios de la década de 2000. Si bien tales comunidades existen en toda América Latina, señala Goldschmidt, Colombia es líder en este fenómeno.
Goldschmidt atribuye la tendencia a la centralidad de la religión en la cultura colombiana. «Son creyentes, y un porcentaje importante de los conversos tiene sangre judía. Pero también muchos se sentían frustrados con la Iglesia Católica y se pasaron al [cristianismo] evangélico. Algunos de ellos se convirtieron al mesiánico, que también es un fenómeno bastante local, ya que tratan de mantener el judaísmo pero creen en Jesús».
Estima que existen alrededor de 12 comunidades emergentes de este tipo en toda Colombia, así como muchos otros grupos pequeños que carecen de la estructura de las comunidades más grandes.
Fuente y fotos: The Media Line / Ynet.
Versión NMI.
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Felicito al Nuevo Mundo Israelita, a Sami Rozenbaum y a todo el grupo editorial por su periódico semanal, el cual leo con mucho interés y donde me informo de los últimos acontecimientos de nuestra vida comunitaria y de las noticias mundiales de la semana. Vuestra labor es excelente, con información muy bien escogida y les envío mi reconocimiento a través de estas lineas.