Ana Jerozolimski*
La decisión de la Corte Suprema de Justicia de Israel anunciada este lunes, reconociendo las conversiones reformista y conservadora al judaísmo a los efectos de la Ley del Retorno, es histórica. Pone fin a una saga de muchos años, pero por cierto no pone fin a la polémica.
El punto central de fondo va más allá de las conversiones. Se refiere a la legitimidad que tienen o de la que carecen —según a quién se pregunte— las distintas corrientes del judaísmo. En Israel, donde el rabino central, ultraortodoxo, determina los asuntos relacionados con el matrimonio y la familia en general, el establishment oficial no reconoce la legitimidad de las otras corrientes judías, la conservadora y la reformista. Estos sostienen, por su parte, que tienen derecho a gozar de la misma legitimidad, aparte de destacar lo amplio de dichas comunidades fuera de Israel, especialmente en Estados Unidos, la comunidad judía más grande del mundo fuera de la israelí.
El anuncio formulado este lunes significa que la Corte Suprema reconoce a los conversos al judaísmo a través del movimiento reformista y el conservador, y que al llegar a Israel serán reconocidos automáticamente como olim (plural de olé, inmigrante) y recibirán la ciudadanía israelí.
Edificio sede de la Corte Suprema de Israel, en Jerusalén
(Foto: Wikimedia Commons)
Este es el corolario de 15 años de una lucha librada por los movimientos en cuestión, que han presentado numerosas apelaciones, sin lograr hasta ahora el objetivo deseado.
La jueza del Supremo Dafna Barak dijo que “quién es judío converso, en lo relativo a la Ley del Retorno, no es un tema religioso sino cívico y público”. Pero la profunda polémica de fondo sí es religiosa, ya que el Rabinato Central no reconoce conversiones que no sean hechas con base en la Halajá, la ley religiosa judía, en su visión ortodoxa. “No son conversiones sino falsificaciones”, dijeron este lunes en el Rabinato. Y la polémica no terminará a pesar de la decisión de los jueces supremos. Quizá, de hecho, se acentúe.
En opinión de la rabina Noa Satat, directora del Centro Reformista de Religión y Estado, “la Corte Suprema se puso del lado de mujeres y hombres que decidieron ser judíos, determinando que Israel es el Estado de los judíos, y que hay más de una forma de ser judíos”.
Para la ortodoxia, el paso es peligroso y abre una grieta inaceptable en lo relacionado con el cumplimiento de la Halajá.
*Periodista, directora de Semanario Hebreo (Montevideo) y Semanario Hebreo Jai.
Fuente: Semanario Hebreo Jai.
Versión NMI.