Una exposición en el corazón de París sirve como catalizador para otra campaña mediática palestina
Laurent Hayem*
Hace varias semanas, cuando un policía disparó y mató a Nahel M., un delincuente de 17 años de ascendencia norafricana, estallaron disturbios en toda Francia. El Collectif Palestina Vaincra, organización francesa vinculada al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), llamó a una “intifada” para vengar la muerte del joven. Aunque la violencia atacó a la sociedad francesa en su conjunto, a menudo se cebó en los judíos. Algunas tiendas de propiedad judía fueron saqueadas, y se profanó un monumento al Holocausto.
Francia se enfrenta a su propia versión del dilema israelí: una población musulmana violentamente hostil y separatista. Y sin embargo dedica considerables recursos a promover una de las causas que encienden y unen a los rebeldes de la banlieue.
En París, al lado de una gran universidad por la que pasan miles de estudiantes a diario, un cartel de color rosa proclama: Ce que la Palestine apporte au monde? Es decir, “¿Qué ha aportado Palestina al mundo?”. El visitante interesado puede ingresar al Instituto del Mundo Árabe, un museo y centro cultural financiado con fondos públicos, centrado en la cultura árabe, para ver la exposición.
La primera sala ofrece de inmediato una respuesta desconcertante a esa pregunta. Con un giro feminista que contrasta con el estatus de la mujer en el mundo árabe, Palestiniennes et Palestiniens en leurs musées pretende exhibir la colección de un futuro museo nacional palestino de arte moderno, un «Museo en el exilio», que curiosamente rima mucho con la historia judía.
La policía de París toma posiciones durante los violentos disturbios de semanas recientes en toda Francia
(Foto: Reuters)
Hay un problema: la mayor parte del arte que se muestra en esa sala es obra de artistas internacionales, y apenas representa la vida de los palestinos. En otras palabras, a pesar de las secciones adicionales dedicadas al poeta Mahmoud Darwiche y al escritor (francés) Jean Genet, quienes abrazaron a los palestinos que se enfrentaban a Israel, la exposición es en gran medida un cascarón vacío, lo que no sorprende, dado que no existía una identidad árabe palestina diferenciada antes de la década de 1960.
Sin embargo, subestimar el impacto de este evento sería un error. Los medios franceses dieron una amplia cobertura a la exposición cuando se inauguró el 31 de mayo. El curador y dignatario palestino Elias Sanbar, y varios invitados simpatizantes, se presentaron en una trasmisión de alto perfil en Radio Francia.
La exposición también fue cubierta por los principales periódicos y revistas. Se publicó un catálogo oficial, y se celebraron conferencias en las que se elogiaron los logros culturales palestinos expuestos en la exposición. La muestra en sí es patrocinada por la emisora de radio pública France Culture, los diarios L’Obs y Libération, y dos revistas de arte. El mismo mensaje se difundió en todas partes: los palestinos son un pueblo antiguo con raíces profundas y una rica cultura.
En Francia, como en Europa en general, los medios de comunicación se centran constantemente en Israel, casi siempre retratado como un Estado ocupante y “colono” que “roba tierra palestina”, como si Israel estuviera donde una vez hubo una nación soberana árabe palestina
Para construir legitimidad a partir de una cáscara vacía se necesita un megáfono. Los medios de comunicación se aseguraron de que el mensaje llegara a una audiencia mucho más amplia que la exposición misma.
Este esfuerzo no ocurre en el vacío. En Francia, como en Europa en general, los medios de comunicación se centran constantemente en Israel, casi siempre retratado como un Estado ocupante y “colono” que “roba tierra palestina”, como si Israel estuviera donde una vez hubo una nación soberana árabe palestina. Por supuesto, uno puede desear una solución de dos Estados. Pero esta terminología estereotipada se traduce en una ecuación que coloca a los opresores judíos sobre las víctimas árabes.
Esto es bastante peligroso en un país como Francia, que cuenta con importantes minorías judías y árabes, y donde los judíos han sido víctimas de ataques terroristas debido a esa acusación. El asesino que le disparó a tres niños judíos en Toulouse en 2012 justificó su acto como represalia por el “asesinato israelí de niños palestinos”.
Legitimar a Palestina con esta exposición va de la mano con negar la presencia legítima de los judíos en su patria ancestral. Es una confrontación en la batalla por el derecho de Israel a existir como Estado judío.
Una representación falsa del pasado no fomentará un mejor futuro. Sería maravilloso si los palestinos, en lugar de luchar contra la dura verdad, comenzarán su propia creación original para construir una gran cultura
En este contexto, la exposición y la campaña mediática que amplía su impacto otorgan una legitimidad histórica infundada a los palestinos, y refuerzan la creencia de que los judíos son responsables del sufrimiento palestino. Esto pone en peligro a los judíos, no solo en Israel sino también en la diáspora.
Una representación falsa del pasado no fomentará un mejor futuro mejor. Sería maravilloso si los palestinos, en lugar de luchar contra la dura verdad, comenzaran su propia creación original para construir una gran cultura. Sí, 3000 años de historia judía en el Medio Oriente confieren legitimidad. Pero, ¿por qué los palestinos no pueden ganarse esa legitimidad en forma honesta?
Francia misma tiene una larga historia. Seguramente podría hacer un mejor uso de sus medios si realmente quisiera alentar el advenimiento de un Medio Oriente pacífico, aparte de evitar avivar las llamas en su propia casa.
*Fundador de InfoEquitable, sitio web que monitorea la cobertura de Israel en los medios de habla francesa.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.