Israel está a punto de juramentar un nuevo ejecutivo. Cinco elecciones en menos de tres años, y ahora un largo proceso de negociaciones entre Benjamín Netanyahu y los partidos que lo apoyaron. Luego de ganar las elecciones, el apoyo que dieron ha sido facturado en un precio alto.
La primera coalición de derecha de un gobierno israelí enfrenta críticas de antemano. No sería exacto llamar a todos los partidos de la coalición en ciernes como de derecha, pero el combatido panorama electoral israelí así lo ha determinado. La agenda social del Shas, el partido que se define como sefardita, dista mucho de ser precisamente de derecha. Asunto para otro momento.
Es natural que la coalición de gobierno despierte ciertos temores, que se preste a conjeturas. Es normal. Siendo una novedad su composición, la situación particular del primer ministro y su estatus respecto a un procedimiento judicial. Algunos de los miembros de la coalición nunca han ocupado un cargo ministerial, tal como ocurrió en pasadas coaliciones. Y algunos partidos acceden a una posición de poder de negociación que nunca detentaron.
Algunos miembros de la coalición han sido enfáticos en sus posiciones; no menos que sus respectivas contrapartes en coaliciones anteriores. En el libre juego de la democracia es lógico, y hasta bueno, que haya alternancia y las partes confrontadas fuercen el equilibrio necesario.
Itamar Ben Gvir y Betzalel Smotrich, dos de las figuras que generan controversia en el futuro gabinete de Israel
(Foto: AFP)
Son entendibles las suspicacias que pueda levantar Itamar Ben Gvir por su verbo encendido y sus actuaciones pasadas. También las posiciones de Betzalel Smotrich y su tenacidad negociadora. De nuevo, nada que no se haya visto en el pasado y en la corta pero intensa historia de Israel. Cuando Amir Péretz fue ministro de Defensa, su nominación, producto de las negociaciones de coalición, fue duramente criticada. Un sindicalista de primera en un puesto de seguridad vital no era lo esperado. A Péretz se le atribuye buena parte de la iniciativa que concluyó en el sistema Cúpula de Hierro, el mismo que ha garantizado la seguridad de Israel ante las varias y frecuentes andanadas de cohetes que han sido disparadas contra el país.
Los Estados Unidos y algunos países de Europa han expresado sus reservas respecto a la nueva coalición. Dentro de Israel, quienes adversan a Netanyahu y a sus socios han sido muy críticos. Un grado de preocupación y un elegante número y tono de advertencias son recomendables. Todos en Israel están conscientes de la responsabilidad de su gobierno, y es oportuna la preocupación.
La vara con la cual se mide a Israel es estricta. No habría ningún inconveniente con esto si se aplicara la misma escala respecto a sus contrapartes en lo relacionado a la necesidad de concertar los acuerdos de paz y un modus vivendi aceptable. Los miembros de la coalición futura son todos elegidos en elecciones libres y limpias, sus credenciales aceptadas por los entes legales que regulan el proceso. Esto da garantías en muchos aspectos, algo que no sucede en muchos de los países que critican y adversan a Israel.
Los miembros de la coalición futura son todos elegidos en elecciones libres y limpias, sus credenciales aceptadas por los entes legales que regulan el proceso. Esto da garantías en muchos aspectos, algo que no sucede en muchos de los países que critican y adversan a Israel
Israel y su electorado, la institucionalidad misma del país, son muy estrictos. No hay problema con ello. Es bueno. Preferible. Las exigencias y comentarios que se le hacen a la eventual nueva coalición, las advertencias tempranas y preventivas, serían mucho más honestas y mejor recibidas si se le hicieran también a la Autoridad Nacional Palestina y al gobierno de Gaza. Las preocupaciones respecto a Bibi y sus socios serían también más genuinas si se expresaran fuerte y claro a todas y cada una de aquellas contrapartes a las cuales se les anuncia la conveniencia de la solución de dos Estados, sin que se les hagan mayores exigencias ni mucho menos condenas a quienes usan la violencia indiscriminadamente.
Israel es medido con una vara muy estricta. Sería muy constructivo y daría buenos resultados si se usara la misma vara para todos.
Eso de “con la vara que midas serás medido” no parece aplicar para Israel y sus vecinos.