En los meses que los terroristas de Gaza llevan lanzando cometas y globos incendiarios hacia territorio israelí, han perfeccionado las técnicas de estos artefactos de destrucción.
El pasado 11 de agosto, la compañía eléctrica nacional de Israel retiró una gigantesca cometa que se había enredado en el cableado de alto voltaje que lleva al kibutz Sufa, antes de que iniciara un incendio. El enorme “papagayo” causó un apagón y se requirió una grúa para retirarlo, según informó el portal Jewish Press. Por su magnitud, esta debe ser una de las cometas más grandes y elaboradas que jamás se hayan construido, y seguramente requirió el trabajo de varias personas durante días. Lástima que los terroristas de Hamás no empleen esa creatividad en tareas que mejoren la calidad de vida de los gazatíes, con los cuantiosos recursos que reciben en donaciones de Occidente y de países como Catar.
El mismo día, la policía neutralizó un globo incendiario que descendió cerca del comedor de una casa en la región de Eshkol, mientras se desataba el fuego en la reserva natural de Nir Am a causa de otro artefacto lanzado desde Gaza.
Mientras, el canal 10 de la televisión israelí reseñó que, durante las últimas semanas, se impidió el ingreso de tres contenedores con decenas de miles de globos a la Franja de Gaza. La confiscación se produjo en el puerto de Ashdod, desde donde normalmente llega la carga con destino al enclave costero.
Las cometas y globos del terror han quemado ya más de 3.000 hectáreas de cultivos y zonas protegidas en Israel, creadas durante décadas de esfuerzos en esa árida zona.