Elías Farache S.
Las artes son una de las áreas más transitadas por los judíos, incluyendo a los israelíes. En lo referente al cine y la televisión, la cantidad de judíos es bastante superior al promedio. Desde hace mucho tiempo, y al parecer por mucho tiempo más.
Aquí y allá, de vez en cuando, se hace referencia al origen judío de un actor o de un director. Otras veces, los que tienen fama y acceso a los medios, dada su condición de celebridades, emiten opiniones a favor o en contra de alguna que otra causa. Estamos acostumbrados.
Hace algunos años, Nathalie Portman rechazó un premio en Israel. Hace unas semanas, Seth Rogen se metió en problemas con sus declaraciones y los intercambios con Isaac Herzog, presidente de la Agencia Judía para Israel. Bueno, estar en la palestra obliga a asumir riesgos, acertar y equivocarse.
Justo cuando estamos celebrando acuerdos de paz entre Israel y países árabes, cuando parece que las cosas han de enderezarse y ciertos complejos y prejudicios están por caer, vemos una noticia contra la eventual interpretación de Gal Gadot como la reina Cleopatra.
La joven y bella actriz, la mujer maravilla de la pantalla y de los corazones de sus admiradores, es descalificada por algunos en atención a sus orígenes. Resulta que su participación como la emblemática y famosa reina de Egipto no cuadra con el perfil étnico de Cleopatra. Y, además, han de haber egipcias autóctonas para interpretar el papel.
No creo que en 1963, cuando Elizabeth Taylor encarnó a Cleopatra, este tema haya surgido. No lo creo. Aunque Taylor era muy americana, tenía unos ojos que difícilmente alguna reina haya tenido, y estuvo casada también con un judío en alguno de sus siete matrimonios.
Aquí nos encontramos con dos asuntos interesantes. Preocupan algo, pero ya no alarman. El primero es el sesgo antiisraelí y antisemita, porque se da un papel a una judía e israelí, de éxito y con buena reputación, en la difícil carrera del séptimo arte. El segundo asunto es la preocupante intromisión de posturas radicales en temas que sí requieren de absoluta liberalidad, y que atentan en buena medida con aquella libertad de expresión que no agrede, no ofende y, además, entretiene y educa.
Los judíos tenemos cierta sensibilidad justificada a los boicots, las discriminaciones y las prohibiciones que se nos hacen en virtud de nuestra condición de judíos, también de israelíes cuando toca. No es nada trivial. En el famoso secuestro del avión que fue rescatado en Entebe, se dejaron como rehenes a los judíos fueran o no israelíes, y a los israelíes. Por no citar ningún episodio de la Segunda Guerra Mundial, las prohibiciones de entrada a clubes a los judíos en varios países, los accesos a universidades, las prohibiciones de ejercer ciertas profesiones… La historia está llena de tristes referencias en todas partes del mundo, con funestas consecuencias. De allí la necesidad de cero tolerancia al respecto de discriminaciones.
El comentario acerca de Gal Gadot como protagonista de Cleopatra puede parecer trivial. Lo es en muy buena medida. A esta maravilla de mujer, un incidente así le da más fama y prestigio, publicidad y atención. Nos sirve también para denunciar a tiempo, evitar y prevenir. Ya en el pasado, hubo países en los cuales no se proyectó La Mujer Maravilla por ser Gal Gadot israelí.
Allá quienes quieran perderse las maravillas por fobias que los afectan solo a ellos. Por nosotros, que Gal Gadot sea Cleopatra es una maravilla.
Fuente y foto: Aurora.
Versión NMI.