Hagay Hacohen*
En un país que se enorgullece de sus impresionantes logros en ciencia y tecnología, traer de vuelta a los científicos que han emigrado está adquiriendo creciente prioridad
Durante un seminario en Tel Aviv, los cerebros más brillantes del país enfrentan una decisión difícil. ¿Pueden traer a casa las habilidades que han adquirido?
Avital Sharir-Ivry me explica la Química Cuántica: “Las reacciones químicas también ocurren a nivel de los electrones. Mi campo eran las enzimas. Cuando una molécula pequeña entra en una enzima grande, hay una reacción. Por ejemplo, algo se rompe muy rápidamente. Este proceso sigue pautas teóricas cuánticas que podemos usar, como lo he hecho, para construir un modelo computarizado que pueda mostrar cómo reaccionará la molécula”.
Esta pausa para el almuerzo forma parte de un taller organizado por la organización Science Abroad (“Ciencia en el exterior”), cuyo objetivo es establecer vínculos entre los científicos israelíes que se encuentran actualmente fuera del país, y presentarles caminos para regresar y encontrar un trabajo significativo.
La investigación en inmunología y cáncer ocupa un lugar destacado en las biografías de los participantes. El taller se realiza en las oficinas de la firma de abogados Pearl Cohen, que gestiona a la firma Lemada, creadora de Rummikub y otros juegos, y es patrocinado por las compañías Delta y Teva.
Nir Shapir, de Teva, se toma un momento para asegurarse de que entiendo lo que son los “biosimilares”. Todas las drogas causan una reacción química dentro del cuerpo del paciente. Por ejemplo, las personas que sufren de malaria pueden tomar quinina para mejorarse. La quinina se produce a partir de la corteza del árbol de la quina, y destruye los patógenos de la malaria.
Una mirada a profundidad revela que el mecanismo de trabajo de la quinina, utilizado por los occidentales desde el siglo XVI, también tiene aspectos químicos únicos, pero no es un fármaco diseñado que requiera un conocimiento profundo del paciente individual, el mecanismo de la enfermedad o la manera en que el principio activo debe ser introducido en el cuerpo. Al menos en teoría, se trata de un medicamento simple. Si estás en los trópicos y sufres de malaria, buscas ese árbol, mueles su corteza para poderla ingerir, y te mejoras.
El cáncer, sin embargo, es una compleja serie de enfermedades, cada una única, que interactúa con cada persona de una manera que corresponde a su herencia genética, su educación e incluso sus hábitos.
Shapir dibuja un receptor dentro de una célula, y un componente activo. “Digamos que cuando el receptor capta el componente activo, reacciona, pero el paciente simplemente no tiene la forma correcta del componente activo. Tal vez su cuerpo lo produce en una forma diferente. Si ese es el caso, no podemos obtener una reacción útil. O quizá el cuerpo del paciente produce demasiado material, y la reacción es mucho más poderosa de lo que quisiéramos. O tal vez la reacción sea perjudicial y quisiéramos detenerla por completo, bloqueando el receptor con otra cosa”.
Tal ajuste fino del sistema biológico no es realmente novedoso; todas las drogas hacen eso, incluso la humilde quinina. Pero por primera vez en la historia de la humanidad, podemos profundizar a ese nivel en el mecanismo de las drogas que necesitamos para curar nuestros cuerpos. Estas son drogas biológicas, y para diseñarlas se requieren mil millones de dólares, dice Shmulik Hess, presidente y fundador de Science Abroad, quien señala que a veces se gasta esa cantidad pero, a pesar de los pronósticos, el medicamento no funciona como se esperaba.
“Herceptin es una droga biológica”, explica Shapir. “Se utiliza en el cáncer de mama”. Lo que él no explica, porque sería terriblemente complejo y requiere un profundo conocimiento científico, es cómo funciona el medicamento. Se conecta a las células a nivel molecular, interactúa con un gen específico (ERBB2), y esa interacción enciende y apaga otros genes; pues resulta que los genes no son como la receta de un pastel que predetermina todo acerca de usted; son posibilidades, y pueden encenderse y apagarse en función de diversos factores. En películas como Gattaca (1997), los genes se presentan como tarjetas secretas de información que, esencialmente, sellan el destino de uno. No es así exactamente como funcionan los genes.
Herceptin, como Rummikub, tiene un fabricante: Genetech. Al igual que el juego, también está protegido por una patente, que destaca cómo son las relaciones entre los nuevos fármacos maravillosos y la propiedad intelectual. Se necesitan mil millones de dólares y el esfuerzo colectivo de gente muy brillante y altamente entrenada como Shapir, Hess y Sharir-Ivry para crearlos. Una mujer estadounidense que sufra de cáncer de mama pagará aproximadamente $70.000 por un tratamiento completo con Herceptin.
Según una nota de prensa publicada por Science Abroad, el científico promedio contribuye al producto interno bruto de Israel cinco veces más que cualquier otro ciudadano promedio. Y cada científico que, como Sharir-Ivry, trabaja en Canadá o cualquier otro lugar fuera del país, le cuesta a Israel 2,5 millones de shékels.
Todo esto me hace sentir humilde, cuando considero que se necesitan dos abogados, un reportero, un veterinario y un maestro de escuela para rivalizar con una sola de las personas que me rodean, en términos de PIB. Incidentalmente, Irán, China e India tienen programas sustanciales para traer a sus propios científicos de vuelta a casa desde las instituciones científicas de Occidente, principalmente Estados Unidos, con consideraciones similares.
La patente de Herceptin vencerá en 20 años, dice Shapir, y será entonces cuando una empresa, por ejemplo Teva, podrá obtener una porción del mercado ofreciendo un biosimilar: un medicamento biológico que instruirá a las proteínas, los genes y las vías neuronales de las pacientes con cáncer de mama con ERBB2 para que hagan lo que habrían hecho con Herceptin.
Esto es de lo que Shapir está a cargo. Es el vicepresidente de invstigación y desarrollo de productos biológicos y biosimilares de Teva. Dicho claramente, es una de las personas en las que Teva confía para obtener una ventaja en la lucha contra sus rivales en el mercado.
Según Teva, uno de cada cinco medicamentos recetados que se venden en Israel es producido por ellos; uno de cada siete en Estados Unidos; y uno de cada ocho en el Reino Unido.
Cabe señalar que producir biosimilares no es como fabricar motocicletas Triumph en la India. La gente generalmente no necesita andar en motocicleta para mantenerse con vida; sin embargo, la estructura del mercado mundial de las drogas implica que medicamentos biológicos más baratos son una necesidad para gran cantidad de personas en la India, China y África, por no mencionar a los estadounidenses que no pueden gastar 70.000 dólares, ni siquiera para seguir vivos.
En 2017, Teva despidió a 1.200 trabajadores israelíes de su plantilla de 6.200. En ese momento, los noticieros mostraban a los trabajadores que protestaban fuera de las fábricas cerradas, y editoriales de prensa enojados señalaban que la firma había obtenido del gobierno importantes recortes de impuestos para alentarla a mantener su producción en Israel y generar empleos, los mismos que ahora estaba eliminando. Hago cálculos y veo que esa fue en la época en que Shapir se unió a Teva.
La posición de Teva, tal como expresa Mati Gill, jefe de asuntos gubernamentales, corporativos e internacionales, es que la cooperación con Science Abroad se realiza con el objetivo de “localizar talentos experimentados y capacitados que enriquezcan las industrias biofarmacéuticas israelíes, que son un componente crítico del crecimiento de la economía del país. “Teva, que tiene su hogar en Israel, depende de ello”.
Subraya que Teva no se enfoca únicamente en traer a casa a los israelíes para que puedan trabajar para ella. Desde la perspectiva de la empresa, siempre es mejor que el talento vuelva y contribuya a la industria en general. Cuando sujbe la marea, todos los barcos suben con ella.
El problema con la biotecnología, explica Hess, es que no se puede crear un producto con siete tipos trabajando en un apartamento alquilado y comiendo pizza. Se necesitan mil millones de dólares, fábricas y laboratorios esterilizados y grandes grupos de personas altamente capacitadas. Incluso entonces, puede que no lo logren, ya que el medicamento podría reaccionar de manera diferente a lo esperado. Esta es la razón por la que, si bien Israel es una potencia mundial en innovación de alta tecnología, no es el primer lugar al que acudir cuando las personas están considerando una carrera en biotecnología; al menos no todavía. Hess pone como ejemplo la investigación con células madre: un campo en que los israelíes fueron pioneros, ahora casi no tiene participación israelí.
Sin embargo, a diferencia de los talentos israelíes de alta tecnología que, según él, rara vez desean abandonar las “ollas de carne de Egipto”, quienes trabajan en biotecnología sí quieren volver. ¿Su problema? Bueno, generalmente no tienen mil millones de dólares para financiar su propia investigación, y han pasado los últimos 15 años en un laboratorio. Uno de los objetivos de este taller es, simplemente, permitir que los científicos conozcan la industria y qué caminos podría ofrecerles.
“En realidad es una pirámide invertida», explica Hess. “Casi todo lo importante proviene de lo que llamamos ‘ciencia derivada de la curiosidad’: simplemente permitir que las personas investiguen lo que les resulte interesante. Sin embargo, tenga en cuenta que existe una brecha de 20 a 30 años entre la publicación de un artículo académico y la droga comercial a la que finalmente conduce”.
Añade que las grandes empresas, por ejemplo los Laboratorios Bell, incluso pueden contratar talentos para que formen parte de la discusión, sin un trabajo específico en mente. Sin embargo, ese tipo de libertad es cada vez más difícil de encontrar, ya que las universidades enfrentan una reducción de fondos y despidos. “Obtener capacitación y habilidades científicas es como obtener una licencia de conducir”, dice. Puedes ir a cualquier parte. No importa si manejas este o aquel auto, lo que importa es lo que hagas con él. Queremos que consideren el uso de su licencia de conducir de otra manera, además de la investigación pura «.
Según un comunicado de prensa, Science Abroad pudo apoyar el regreso de 700 científicos israelíes y mantener contacto social con casi 3.000, lo que lo convierte en un punto de partida lógico para cualquier persona en la industria que busque talento israelí, así como una conexión cómoda con los israelíes que no desean convertirse en inmigrantes calificados de tiempo completo para toda la vida.
Regreso a la mesa del buffet y busco a Elad Eliahu, quien fue pionero en una forma novedosa de esterilizar a los gatos sin requerir una operación. Los gatos se encuentran entre las especies más destructivas del planeta. No es su culpa: son depredadores peludos a los que los humanos favorecen y brindan alimento y refugio; en los países cálidos, como Israel, los gatos callejeros se convierten en figuras fantásticas y comen todo lo que puedan capturar, ya sea ratones o aves raras.
Eliahu logró diseñar un virus que contiene un componente activo que hace que el sistema inmunitario del gato ataque las hormonas sexuales, lo que significa que los gatos que reciben la vacuna no se reproducen. No solo eso, agrega, sino que el virus únicamente afecta al gato en el que se inyecta, y es muy poco probable que pase a otras especies.
Esto es asombroso. Los científicos como Eliahu pueden actualmente pueden controlar un sistema inmunológico, diseñarle órdenes y crear un sistema para administrárselas. En teoría se podría diseñar un virus de ese tipo para esterilizar a una comunidad específica, o para activarse si las células comienzan a dar señales de que están en camino de convertirse en cancerosas.
Eliahu explica que la inyección de virus es más barata y más fácil de emplear que capturar gatos, operarlos y liberarlos en el mismo lugar. Pero mi mente está en un lugar diferente. Estoy pensando que el virus esterilizador de gatos se podría salir de control y eliminar a otras especies, como los humanos.
Eliahu me echa una mirada muy paciente, y me explica que “el virus no va a completar su ciclo de vida, porque eliminamos enormes porciones de su secuencia genética para que no pueda reproducirse. Para recuperar esos fragmentos, el virus tendría que encontrar otro virus y eliminarlo, algo cuya probabilidad es tan baja que resulta casi nula».
Yo le replico con la frase clásica de Jeff Goldblum en Jurassic Park (1993): “La vida siempre encuentra un camino”. Eliahu piensa en ello por un momento, y luego me comenta que la vacuna contra la rabia ya se está administrando a animales salvajes con ese mismo procedimiento.
*Periodista
Fuente: The Jerusalem Post. Traducción NMI.