Gustavo Arnstein, rodeado por parte del Comité Ejecutivo del periódico en la última reunión efectuada en la UIC antes de la mudanza a Hebraica (2011): José Chocrón, Ruth Scher, Emma Schwartz, Rachel Benchimol, Nusia Feldman, Estrellita Chocrón y Sami Rozenbaum
Inicié mi amistad con Gustavo Arnstein Z’L cuando él dirigía Nuevo Mundo Israelita y yo formaba parte del Comité Ejecutivo. Lo primero que me llamó la atención fue su sencillez y actitud siempre calmada, sonrisa fácil y mirada paternal. Cuando surgían diferencias de opinión él se mantenía ecuánime, destacando lo más valioso de cada opinión, siempre buscando contemporizar.
Para el periódico, Arnstein era además un valioso activo en otro aspecto: gracias a sus innumerables contactos, y al aprecio de que disfrutaba dentro y fuera de la kehilá, una llamada suya solucionaba muchas dificultades.
Cuando los papeles se invirtieron —yo como director y él como miembro del Comité, además de director honorario—, siempre conté con su apoyo moral. Percibí que, ya retirado de toda responsabilidad profesional, el periódico se había convertido en su principal interés. Era invariablemente el primero en llegar a las reuniones semanales (a veces demasiado temprano), y se quedaba tímidamente sentado en la recepción de NMI como para no molestar. Cuando lo invitaba a entrar en la oficina, lo primero que preguntaba era: “¿Cómo andan las cosas?”. Yo estaba consciente del privilegio que significaba su confianza; él quería estar al tanto de la situación económica del periódico, cada vez más compleja; del efecto polémico de cierto artículo entre algunas personas de la comunidad; cualquier problema en el equipo de trabajo, al que él conocía tan bien. Escuchaba, me daba uno que otro consejo (que a veces se me antojaba ingenuo), pero invariablemente terminaba con la misma frase: “Tranquilo, pa’lante, que lo estás haciendo bien”. Esto era suficiente para mejorar el día.
El deterioro de su salud se hacía evidente, pero siguió haciendo esfuerzos por asistir a las reuniones; varias veces sufrió caídas, por su tozudez al no querer usar bastón. Traía un enorme pastillero y, como buen científico, anotaba metódicamente en una larga lista cuáles cápsulas se había tomado según la hora del día. Su voz se hizo casi inaudible, por lo que había que hacer silencio entre todos para lograr escucharlo. Cuando pasaron varias semanas sin verlo llegar, supimos que su salud ya estaba seriamente quebrantada.
Su desaparición física no implica realmente un vacío; su aporte a Venezuela, a la comunidad y al periódico que tanto quiso permanecen, y seguramente se engrandecerán con el paso del tiempo.
Sami Rozenbaum
Director
UNA VIDA, UN LEGADO
Gustavo Arnstein nació en Caracas en 1942. Su padre, Stefan Arnstein, era oriundo de la ciudad de Brno en el Imperio Austro-Húngaro, hoy en la República Checa; su madre, Wanda Breuer, provenía de un pueblo cercano a Viena. Se conocieron en la capital austríaca y, abandonando el hostil ambiente europeo en 1938 y 1939 respectivamente, se radicaron en Caracas, donde contrajeron matrimonio y tuvieron tres hijos.
En su hogar, Gustavo adquirió una identidad judía existencial y de valores. Como narró en una entrevista: “Mis padres jamás olvidaron su judeidad y la inculcaron a todos sus hijos de una forma, yo diría, inteligente y natural: sin presiones ni dogmas, simplemente viviendo como judíos, no negando nuestra ascendencia y afrontando nuestra identidad. Recuerdo que en mi infancia estudié en un colegio donde todos mis compañeros eran cristianos, y mi mamá siempre les decía a las maestras ‘recuerde que mis hijos son judíos’”.
Estudió bachillerato en el Liceo Aplicación, donde ya dio muestras de su visión integral del saber: estudiaba la mención Ciencias pero participó en la directiva del Centro de Filosofía Andrés Bello, y además creó un periódico mural llamado Pejugal.
Llevó a cabo sus estudios superiores en la UCV entre 1959 y 1964, donde obtuvo permiso para cursar simultáneamente las carreras de Química y Periodismo (nombre que entonces se daba a la Comunicación Social), y además fue miembro del Consejo de la Facultad de Ciencias como representante estudiantil. Tras graduarse ingresó como docente en la Escuela de Química.
Posteriormente realizó su maestría y doctorado en Ciencias de los Materiales en la Universidad de Maryland, EEUU. Al retornar al país continuó trabajando como profesor en la UCV, donde también fue miembro del Consejo de la Facultad de Ciencias durante cuatro períodos seguidos (1974-1982) y Coordinador Académico (1980-1982). Además, fue directivo durante varios años de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (Asovac) y del Centro Nacional para el Mejoramiento de la Enseñanza de la Ciencia (Cenamec), desde su fundación en 1974 hasta 1994.
Simultáneamente fue coordinador de la Dirección de Cultura de la UCV (1972-1980), ente que dirigió entre 1982 y 1984. Más adelante fue designado delegado por el Consejo Nacional de Universidades (CNU) al Consejo Nacional de la Cultura (Conac), donde en 1986 el ministro le solicitó que asumiera la Secretaría General de la institución, cargo que ocupó hasta 1999, es decir durante tres períodos presidenciales. En forma paralela se desempeñó como miembro de la directiva de la Fundación Teresa Carreño, de la Fundación Museo Jesús Soto (Ciudad Bolívar) y del Consejo Superior de la Universidad Simón Bolívar.
En el ámbito periodístico, desde 1966 escribió una columna fija en el diario El Nacional titulada “Punto y Aparte”, y siguió colaborando con ese diario durante 30 años; en 1992 recibió el premio al mejor artículo de opinión por “Nuestro Van Gogh” (sobre la vida de Armando Reverón). Ya en 1972 había recibido el Premio Municipal de Opinión Leoncio Martínez.
Tras su distanciamiento de las labores públicas, en 2000 se le ofreció la dirección de Nuevo Mundo Israelita, cargo del que se retiró por razones de salud en 2008, aunque continuó siendo director honorario hasta su fallecimiento.
En ocasión del homenaje que se le ofreció al dejar la dirección del periódico, declaró en una entrevista: “Ser venezolano y judío es una fusión de dos características que me consolidan como ser humano”.
Con información de:
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Daniel Shoer Roth (2001). Presencia judía en el periodismo de opinión venezolano. Caracas: ediciones CAIV.
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Flores, Abel (abril, 2008). Entrevista a Gustavo Arnstein publicada en NMI.
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