Lo que comenzó como un apaciguamiento por parte de China de las organizaciones musulmanas se ha convertido ahora en una fuerte alianza con actores no estatales extremistas islámicos, para perturbar las democracias y acelerar los cambios geopolíticos
Vas Shenoy*
La caída de la primera ministra democráticamente elegida de Bangladesh, Sheikh Hasina, días después de su regreso anticipado de su visita de Estado a Pekín, es una clara indicación de que China tuvo una participación directa en el cambio de régimen en Bangladesh.
Se informó de que Hasina recibió un trato frío en China, y acortó su visita después de ser “despedida”. Esto significa esencialmente que China tenía información concreta de un inminente golpe de Estado contra ella, o estaba directamente implicada en organizarlo. Probablemente ambas cosas. ¿No es solo un caso de cui prodest (“a quién beneficia”)?
Escribo esto mientras se informa de que Hasina ha huido de Dacca en busca de “un lugar más seguro”, posiblemente India, y que una turba ha violentado la seguridad para entrar en su casa, como ocurrió durante la revolución en Sri Lanka.
La historia de la Bengala unificada está plagada de jefes militares que apoyan a potencias extranjeras contra su soberano. Incluso en este caso, el ejército ha anunciado un gobierno interino. ¿Está el jefe del ejército de Bangladesh, general Waker-Uz-Zaman, repitiendo la historia para China tal como lo hizo Mir Jaffar en la batalla de Plassey contra su soberano Siraj-ud-Daulah, entregando Bengala a Robert Clive, de la Compañía de las Indias Orientales?
Izq. a der.: Mahmud Al-Alul, vice-director del Comité Central de al-Fatah; el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi; y el miembro principal de Hamás Mussa Abu Marzuk, durante la reunión en Beijing en la que se anunció una nueva “reconciliación” entre Fatah y Hamás
(Foto: Reuters)
Mientras que China funciona sobre la base de la sincronicidad, el subcontinente indio, que cree firmemente en el karma, funciona sobre la base de la ciclicidad.
Sin embargo, mi tesis de la intervención directa de China en Bangladesh, posiblemente con la colaboración del servicio secreto de Pakistán (ISI) y otros elementos de la Hermandad Musulmana, no se basa solo en la coyuntura histórica. La base de mi acusación es la escalada de China en el mundo musulmán.
Inicialmente, el compromiso de China había sido principalmente con Pakistán, con el objetivo de contrarrestar a la India. Pakistán permitió a China el acceso al Océano Índico, entre otras cosas, y mantuvo a India comprometida y sin salida al mar en el norte. Además, en el Medio Oriente se ha producido un compromiso diplomático con el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) para garantizar la seguridad energética. También se ha mantenido una relación sólida con la Organización de Países Islámicos (OCI), que convoca a China a sus reuniones como invitado especial, pero mantiene fuera a India, que tiene la tercera población musulmana más grande del mundo.
El compromiso chino con el extremismo islámico ha aumentado últimamente. Ya sea coordinando con los terroristas patrocinados por Pakistán en Cachemira durante sus movimientos de tropas y escaramuzas con India, o reconociendo a los talibanes para reprimir a los rebeldes armados del ISIS-K y del Turkestán Oriental, China ha pasado de relacionarse con actores estatales musulmanes a patrocinar a grupos terroristas extremistas no estatales.
Esta escalada también se puede ver en el Medio Oriente. Primero, China intentó jugar el papel de pacificador entre Irán y Arabia Saudita, lo que dio como resultado un acuerdo histórico. Luego, el apoyo chino escaló directamente hasta llegar a apoyar abiertamente a Hamás, reuniendo a 14 grupos palestinos en Pekín —muchos de los cuales son oficialmente grupos terroristas— para tratar de darles legitimidad sin que reconocieran el ataque terrorista del 7 de octubre o las preocupaciones de seguridad de Israel, o aceptaran recíprocamente el derecho de Israel a existir.
Esencialmente, fue un golpe chino para introducir a Hamás y la Yijad Islámica en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que controla la Autoridad Palestina.
Ha habido rumores en los círculos de inteligencia sobre la asistencia china a Hamás antes de los ataques del 7 de octubre. Sin embargo, China ha tenido cuidado de mantener su compromiso a distancia, para evitar complicaciones con Occidente. Esto explica el patrocinio de China a Hamás y su intento de ganar legitimidad para sus clientes.
Volviendo a Bangladesh, Sheikh Hasina no era popular entre los islamistas. Es hija del padre fundador de Bangladesh, Mujibur Rahman, que pasó más de 12 años de su vida política en prisión durante el gobierno británico y paquistaní. Recientemente prohibió la organización pro-paquistaní Jamaat-e-Islami Bangladesh y su ala estudiantil, Chhatrashibir, por haber secuestrado las protestas estudiantiles e instigado una campaña de violencia política. El Jamaat, además de ser pro-paquistaní, sigue teniendo fuertes vínculos con otras organizaciones de la Hermandad Musulmana a las que también pertenece Hamás, tiene estrechos vínculos con el opositor Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP) y probablemente también con las fuerzas armadas, en las que se ha infiltrado.
Primero, China intentó jugar el papel de pacificador entre Irán y Arabia Saudita, lo que dio como resultado un acuerdo histórico. Luego, el apoyo chino escaló directamente hasta llegar a apoyar abiertamente a Hamás
Hasina ha pasado varios años de exilio en Delhi, adonde parece dirigirse en estos momentos. China la considera pro-India, a pesar de que ha hecho todo lo posible por equilibrar la relación entre India y China. Es obvio que Beijing no confía en ella y preferiría tener un gobierno títere en Dacca, que no solo le permita acceder al Océano Índico sino que también complique los problemas fronterizos de la India.
En un momento en que Myanmar está sumido en una guerra civil constante y Bangladesh se encamina hacia una crisis política, los intentos de India de establecer nuevas rutas comerciales en el este con la BIMSTEC (Iniciativa de la Bahía de Bengala para la Cooperación Técnica y Económica Multisectorial) y en el oeste con el Corredor Económico India-Medio Oriente-Europa (IMEC) se han visto congelados debido a la presencia de ramificaciones de la Hermandad Musulmana, Jamaat al este y Hamás al oeste.
Tener un gobierno hostil a Delhi en Dhaka agrava las preocupaciones de seguridad de India con la llegada sin control de migrantes rohingya y bangladesíes, lo que aumenta la violencia en el noreste y debilita su posición en la Bahía de Bengala.
Lo que comenzó como un apaciguamiento por parte de China de las organizaciones musulmanas en todo el mundo, destinado a desviar la atención de su genocidio uigur —y el reemplazo étnico de su población de mayoría musulmana—, se ha convertido ahora en una fuerte alianza con actores no estatales extremistas islámicos para perturbar las democracias y acelerar el cambio geopolítico.
China debe tener cuidado, ya que al-Ikhwan al-Muslimeen (la Hermandad Musulmana) no es amiga de nadie. La invención siempre se vuelve contra el inventor.
*Investigador político, consultor y empresario, presidente de Glocal Cities.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.
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