El final de las comunidades judías en los países árabes no fue sino una continuación de la ola de nacionalismo árabe y, en este sentido, se puede considerar una extensión del Holocausto planeado por los nazis, afirmó Jesús Ollarves, asesor en materia de Derecho Internacional del Parlamento Latinoamericano, quien participó como experto en un cineforo sobre el documental Los refugiados olvidados, organizado por el Centro de Estudios Sefardíes de Caracas (CESC) en alianza con la Federación Sefardí Latinoamericana (FeSeLa).
Hace 70 años, la creación del Estado de Israel fue la excusa para borrar a las comunidades judías del Norte de África, el Medio Oriente, Yemen e Irán, consumándose así el antisemitismo musulmán, una idea insuflada desde el nazismo. No en balde, Hitler tuvo como aliados a algunos líderes como el mufti de Jerusalén, que aspiraban a extender la Solución Final a sus territorios.
La presidenta del CESC, Miriam Harrar de Bierman, al dar la bienvenida al foro, introdujo a la audiencia al tema del documental (ver abajo). La proyección del trabajo de Michael Grynszpan (2005) sobre la expulsión y virtual fin de las comunidades milenarias de judíos en los países árabes e Irán, se hizo ante la cercanía de la conmemoración mundial de estos hechos, establecido por la Knesset para el 30 de noviembre.
Tras la proyección del filme, se realizó un foro sobre el problema de estos refugiados en el que participaron, además de Ollarves, Andrea Santacruz, directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Metropolitana, y Roger Bittón, en calidad de testigo presencial de la expulsión de la comunidad judía de Alejandría, Egipto, en la década de 1950.
Santacruz explicó cuáles son los instrumentos en materia de Derechos Humanos que protegen los derechos de las personas a no ser desterradas por razones religiosas o raciales, entre otras causas, y la obligación del sistema internacional a asumir responsabilidades.
Por su parte, Ollarves destacó la ineficiencia del derecho internacional por su aplicación discrecional, que se nota la injusticia como el caso de los “refugiados olvidados”, así como el papel de la historiografía, que ha ocultado su existencia y solo se fija en el caso de su contraparte palestina, cuyos derechos han violados los Estados árabes receptores al no normalizar su situación y mantenerlos permanentemente como parias.
Roger Bittón contó cómo de ser una comunidad próspera la kehilá egipcia se vio obligada a abandonar sus propiedades, dejando el país solo con una maleta y un anillo. Él, su esposa y su hijo de meses tuvieron que salir de Alejandría, y escogieron Venezuela porque la compañía en la que trabajaba tenía una sucursal en el país.
Al final, tras las preguntas del público, Ollarves insistió en el papel de la cultura como forma de combatir la desmemoria y las mentiras que se han tejido alrededor del tema de cómo los países árabes trataron a sus ciudadanos judíos, e instó a los intelectuales y artistas a seguir investigando y arrojando luces sobre estos hechos, para educar a los pueblos en la verdad.
El foro tuvo lugar en la sala Paseo del Trasnocho Cultural (Centro Comercial Paseo las Mercedes), y contó con la moderación de Néstor Garrido, director de la revista Maguén-Escudo del CESC, uno de los órganos culturales de la Asociación Israelita de Venezuela.
Palabras de bienvenida de Miriam Harrar de Bierman,
presidenta del Centro de Estudios Sefardíes de Caracas
Buenos días. Me complace darles la bienvenida a la proyección del documental Los refugiados olvidados, una película que presenta testimonios de judíos que tuvieron que huir de sus lugares de origen, los países árabes e Irán.
Esta proyección se efectúa con el patrocinio de FeSeLa, Federación Sefardí Latinoamericana, institución que abarca toda América Latina, y el Centro de Estudios Sefardíes de Caracas de la Asociación Israelita de Venezuela. Nuestro agradecimiento a la presidenta continental de FeSeLa, Verónica Maya, de la ciudad de Miami, por su apoyo.
En segundo lugar, quisiera agradecer el permiso de exhibición de este documental en Venezuela a la institución David Project, el Proyecto David que realizó, junto con IsraTV, esta película. David Project es una agencia de Hillel International, organización sin fines de lucro que trabaja por la convivencia entre judíos y no judíos en las universidades norteamericanas.
Los refugiados olvidados se produjo en el año 2005. En palabras de sus realizadores, “explora la historia y destrucción de las comunidades judías del Medio Oriente, las cuales existieron durante más de 2.500 años”. Apenas realizado, el documental se exhibió en numerosos festivales; obtuvo el premio al mejor documental en el Festival de Cine Judío de Varsovia en 2006, y en el Festival Internacional de Cine de Marsella en 2007. Los derechos de este documental pertenecen a la organización JIMENA (Jews Indigenous to the Middle East and North Africa), institución que intenta resarcir a los judíos de estos países árabes por los daños sufridos.
En tercer lugar, quisiéramos agradecer a FeSeLa México, en la persona de Alberto Levy, miembro del comité continental de esa organización, por suministrarnos el folleto explicativo sobre los “refugiados olvidados” al que se puede acceder en formato PDF con la aplicación QR Code Reader. Se puede escanear desde la invitación digital que recibieron, o en el cartel en la taquilla del teatro.
Este hermoso folleto es una recopilación de las charlas del rabino Elie Abadi, director del Instituto Jacob E. Safra de Estudios Sefarditas y presidente de JJAC, siglas de la Institución Justicia para los Judíos de los Países Árabes. La edición estuvo a cargo de Cecilia y Gastón Maya de México.
Quisiera agradecer además a mis compañeros del CESC, por su dedicación y esfuerzo en pro de la cultura sefardí que hoy se expresa en la exhibición de este documental.
Por último, nuestro agradecimiento a la junta directiva de los cines del Centro Comercial Paseo Las Mercedes por permitirnos el alquiler de esta sala.
Los judíos se asentaron en los países árabes antes de la era común. En muchos de esos países se puede rastrear la presencia de comunidades judías previas a la islamización o arabización de estas tierras. La comunidad siria de Alepo, por ejemplo, se remonta a la época del rey David, hace 3.000 años; la comunidad yemenita al Rey Salomón, o sea hace hace 2.900 años; las comunidades iraquíes e iraníes datan del primer exilio babilónico hace 2.500 años, y la egipcia tenía más de 1.000 años de existencia.
Desde el tiempo de Mahoma, en el año 622, el estatus de los judíos en los países árabes estuvo regido por el Corán, que establecía las leyes que regulaban tanto la vida religiosa como secular de los musulmanes. Los judíos eran reconocidos como creyentes y por lo tanto no se les obligó, por lo general, a escoger entre adoptar el Islam y la muerte, pero se les exigía sumisión. Se les denominó dhimmi, que en árabe significa “pacto”; igual que los cristianos, los judíos eran conocidos como Pueblo del Libro (Biblia) y vivían bajo la protección del sultán. Este acuerdo era inestable pues dependía de la voluntad del sultán de turno. “Los dhimmi debían pagar una multa o impuesto personal, no podían testificar en contra de musulmanes, poseer tierras, ocupar cargos oficiales, llevar armas ni vivir en casas más altas que las de los musulmanes. No podían leer su Torá sino en la sinagoga y sin levantar la voz, y tenían que llevar como judíos un emblema especial amarillo en la vestimenta (la estrella amarilla no fue un invento nazi). Era su deber reconocer la superioridad del musulmán”. Fin de la cita. Los judíos vivieron como ciudadanos de segunda en el mundo árabe, en todas las épocas.
En el desarrollo de la historia hubo épocas de convivencia y periodos desafortunados. En cada país que los albergaba: Argelia, Egipto, Irak, Irán, Líbano, Libia, Marruecos, Siria, Túnez, Turquía y Yemen, se escribió con sangre y sufrimiento la historia de sus judíos.
En 1945 había aproximadamente 900.000 judíos en los países árabes e Irán. Para el año 2005 se estimaba la población judía de esos países en 16.000 personas en total.
En los años 1947 y 1948, con la partición de Palestina por parte de loa ONU y la posterior creación del Estado de Israel, explotó la violencia antijudía, que alcanzó proporciones alarmantes. Pogromos, matanzas y persecuciones los obligaron a abandonar sus países de origen; un tercio de esos judíos se residenció en Israel, y los demás en Estados Unidos, Canadá, Francia, América Latina y otros países.
El 30 de noviembre de cada año Israel, y el mundo judío recuerdan a los refugiados judíos desplazados de los países árabes únicamente por su identidad judía. Hoy clamamos para que estos refugiados sean reconocidos como tales, para difundir la injusticia que se cometió contra ellos con la violación masiva de sus derechos humanos y civiles. Hay que reconocerlos también a ellos como víctimas de este lamentable conflicto, que pareciera no tener fin en el Medio Oriente.
(Fotos: Alberto Benaím)