Estimado Sami,
Como es de tu conocimiento, la relativización del Holocausto es una corriente seudohistórica vinculada directamente con la de la negación y abiertamente antisemita. El planteamiento básico de los “relativistas” es comparar el genocidio que cometieron los nazis y sus colaboradores contra los judíos con otros eventos históricos que, independientemente de su gravedad y trágicos resultados, carecen de las particularidades del Holocausto. La Shoá es un evento único en la historia mundial, reconocido así por historiadores y sociólogos de renombre, que la humanidad espera que no se vuelva a repetir.
Por debajo de la Shoá como un todo, también se considera relativización del Holocausto comparar a sus protagonistas, tanto víctimas o victimarios, técnicas, motivaciones y un largo etcétera con los propios de otros fenómenos y eventos. El pueblo judío ha sido muy cuidadoso de no caer en la tentación de relativizar el Holocausto, evitando compararlo con otras tragedias sufridas por él mismo, ni siquiera con la Inquisición, y mucho menos con las manifestaciones antisemitas (antiisraelíes o antisionistas) actuales, la mayoría vinculadas al rechazo de sectores del mundo islámico y sus acólitos a la existencia del Estado judío. Esporádicas declaraciones de líderes israelíes y judíos que han incurrido en ello, con o sin intención, han sido señaladas con rigor.
Todo esto viene a colación del artículo “¿Sabía usted, señor Trump?” de David Bittan Obadia, publicado en la edición 1994 de NMI. En él, Bittan escribe: “Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, logró un efecto sicológico entre quienes lo escuchaban y consiguió que el discurso de Hitler funcionara. No quiero equipararlo [a Trump] con estos personajes, mas las técnicas son calcadas al carbón”. En su redacción, el autor se cuida de que la mención pueda ser tomada como relativizadora del Holocausto, pero el artículo está ilustrado con sendas fotos de Donald Trump y Joseph Goebbels, en las que ambos aparecen con gestos similares, fotos obviamente seleccionadas con intención de reforzar la comparación, que a nuestro entender se enmarca sin duda en esa perjudicial corriente negadora.
Con la confianza de que esta reflexión será interpretada en su justa dimensión y como un aporte de un servidor a nuestro semanario, orgullo comunitario, me despido con un afectuoso Shalom.
Alberto Moryusef
Respuesta del director:
Nada más lejos de la intención de NMI que relativizar el Holocausto. El comentario de nuestro amigo Moryusef es pertinente; sin embargo, debe señalarse que si bien la Shoá fue un producto del nazismo, no todo lo relacionado con el nazismo tiene que ver con el Holocausto. En este caso particular, la ilustración del artículo busca destacar las evidentes similitudes entre un régimen totalitario que utilizó la propaganda racista para manipular a las masas, y las tendencias xenofóbicas que se presentan en otros contextos, como en el burdo populismo cada vez más presente tanto en Europa como en Estados Unidos, y por supuesto en América Latina, caso que nos toca más de cerca.
Sami Rozenbaum
Director de Nuevo Mundo Israelita