Estimado Sr. Hillo Ostfeld, de mi mayor consideración y respeto:
Su estimable y motivacional intervención en la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, fue ovacionada de manera unánime por todas las fracciones políticas que allí convergen.
Ante la tragedia humana testimoniada por usted no puede haber intolerancia ni indiferencia, como bien culminó su discurso en el sentido de que lo opuesto a la abyección no es la paz, sino la indiferencia.
Usted es testigo vivo de un episodio en la historia contemporánea que marcó la mácula detestable que proyectó un ser abominable, y que inexplicablemente condujo a una horda de barbarie hacia el pueblo judío, exterminando a seis millones de personas en lo que fatalmente se denominó la Solución Final.
No puedo menos que elevar mi rechazo a toda manifestación de odio e intolerancia que violen los derechos humanos, y en especial por pensar diferente.
Valga esta reflexión para manifestarle un sincero reconocimiento a su trayectoria como hombre de bien, que incursionó en actividades directivas en la comunidad judía de Caracas, y ejemplo de tesón y voluntad para trasmitir un episodio que nunca jamás será repetido en las generaciones por venir.
Como usted dijo, si el ejército ruso le salvó la vida, Israel le devolvió la dignidad, y Venezuela le otorgó la fe.
Un abrazo,
Max Sihman
San José, Costa Rica, 5 de febrero de 2016